Un planeta sano es una humanidad a salvo: ¿por qué debemos cuidar la Tierra y sus ecosistemas?

Créditos: PIRO4D en Pixabay

Miércoles 22 abril de 2020 | Publicado a las 15:22 · Actualizado a las 17:20

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Este miércoles se celebra el Día de la Tierra, evento que este 2020 cumple 50 años desde su concepción, el que tuvo que llevarse a cabo en medio de la peor crisis sanitaria en décadas por el nuevo coronavirus.

En el contexto de la conmemoración del planeta y la emergencia por el nuevo coronavirus, desde WWF comunicaron que existe un estrecho vínculo entre un planeta sano y personas y comunidades saludables.

Lo anterior, ya que queda de manifiesto la interconexión entre los impactos de los seres humanos sobre los ecosistemas y la biodiversidad, junto a la propagación de ciertas enfermedades.

La última temática fue objeto de mayor profundización por parte de WWF en el estudio “La pérdida de la naturaleza y el surgimiento de las pandemias: protegiendo la salud humana y planetaria”.

En esa línea, desde la organización compartieron siete datos interesantes para comprender mejor los vínculos entre la naturaleza, la salud de los seres humanos y la necesidad de impulsar acciones para estar más protegidos en el futuro.

1. Zoonosis: una amenaza creciente

Se conoce como zoonosis a las enfermedades infecciosas que pueden ser transmitidas de animales a humanos.

Tres cuartas partes de las enfermedades humanas provienen de otros animales y un 60% de las enfermedades emergentes ha sido transmitida por animales silvestres.

Anualmente, las zoonosis causan alrededor de mil millones de casos y millones de muertes, además de una fuerte carga socioeconómica.

2. Naturaleza en declive

Las actividades humanas han alterado tres cuartas partes de la superficie terrestre y dos terceras partes del mar, dejando a cerca de un millón de especies animales y vegetales en riesgo de extinción.

El Informe Planeta Vivo 2018 de WWF evidencia una caída global de 60% en la abundancia de poblaciones de vertebrados en sólo 40 años.

Las emisiones de gases de efecto invernadero han incrementado la temperatura en un grado centígrado, en promedio, en comparación con la época preindustrial, con severos impactos.

Todos estos cambios globales tienen una repercusión en la aparición o propagación de enfermedades.

3. Bosques sanos: un antivirus natural

Los cambios en el uso del suelo, incluida la deforestación y la modificación de hábitats naturales son responsables de casi la mitad de las zoonosis emergentes en el mundo.

Particularmente, la destrucción y degradación de bosques exponen a los seres humanos a nuevas formas de contacto con microbios y las especies silvestres que son sus anfitrionas.

Por ejemplo, los bosques tropicales son el hogar de millones de especies, muchas casi desconocidas para la ciencia. En medio de estas poblaciones existen virus, bacterias, hongos y parásitos innumerables

Muchos son benévolos y no pueden vivir fuera de sus anfitriones, pero algunos, como los virus de ARN, pueden mutar velozmente y adaptarse a nuevas condiciones y nuevos anfitriones.

4. Tráfico de vida silvestre

El tráfico ilegal e incontrolado de animales silvestres vivos es una peligrosa oportunidad de contacto entre seres humanos y enfermedades.

Los mercados de venta de mamíferos, aves o reptiles, silvestres y domésticos, crean condiciones para el desarrollo de nuevas zoonosis y no es casual que sean el foco de diversos brotes.

WWF ha impulsado campañas contra el tráfico ilegal de vida silvestre, considerado como el cuarto mercado clandestino más lucrativo del mundo, con ganancias que van entre los US$7 mil a US$23 mil millones al año.

Si bien han habido anuncios para su freno por parte de algunos países, como China, es clave generar una respuesta global para acabar con el tráfico ilegal y cerrar mercados no regulados de vida silvestre.

5. Un planeta, una salud

Los intentos por reducir las poblaciones de especies anfitrionas y vectores para controlar o prevenir zoonosis, que han incluido medidas como uso excesivo de insecticidas o el sacrificio de animales domésticos infectados, han demostrado no ser la solución.

Se ha evidenciado la resistencia adquirida por insectos y otros vectores a insecticidas y otros químicos, además de cambios inesperados en la ecología de las poblaciones de especies anfitrionas, impactos colaterales sobre especies inocuas y otras consecuencias negativas e inesperadas para los ecosistemas.

Ante esto, se promueve el concepto estratégico de “one health” (una salud en inglés), “el cual propone un enfoque multidisciplinario y colaborativo, que reconoce la forma en que la salud humana está estrechamente vinculada a la salud ambiental y la de otros animales”, dijeron desde la organización.

6. Chile: hantavirus y biodiversidad

Los hantavirus son una familia de virus transmitidos principalmente por roedores, que pueden ocasionar síndromes hemorrágicos pulmonares y renales.

La pérdida de biodiversidad contribuye a propagarlos: varios investigadores han determinado que una alta diversidad de especies de roedores limita la población de las especies portadoras y, en consecuencia, la cantidad de infecciones entre humanos.

Asimismo, la intervención de áreas silvestres y la intromisión humana en estas zonas facilita los brotes.

En América, los hantavirus causan enfermedades pulmonares importantes que resultan fatales en más de uno de cada tres casos.

En Chile, el hanta se transmite por el llamado ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus), roedor silvestre que alberga la cepa Andes del hantavirus, la cual también se puede transmitir de persona a persona, pero con un mecanismo de baja eficiencia.

Se han presentado casos de la enfermedad entre las regiones de Coquimbo y Aysén, con 70 contagiados en 2019, de los cuales 17 fallecieron.

7. Virus en equilibrio

Los virus son considerados “organismos al borde de la vida”, ya que si bien cuentan con material genético, se reproducen y evolucionan, no son capaces de reproducirse autónomamente y siempre requieren una célula anfitriona.

Sin embargo, a nivel ecológico desempeñan una labor esencial al regular las poblaciones de especies portadoras y garantizar su balance dentro de los ecosistemas del planeta.

Un virus en equilibrio con la especie mediante la cual ha evolucionado no causa muertes excesivas, ya que el deceso del portador implica el fin del propio virus.

Cuando ocurre un cambio sustancial en el virus y este se vuelve capaz de infectar una nueva especie, este balance se pierde.

Al cierre de esta edición, el Gobierno cifra en 11.296 los casos confirmados, con 160 muertos y 5.368 recuperados.

En tanto, a nivel mundial se registran 2.623.231 casos y 182.740 víctimas fatales, de acuerdo a cifras entregadas por la Universidad Johns Hopkins, usados como referencia internacionalmente.

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