En 2009, el mundo quedó sorprendido con el embarazo múltiple de Nadya Suleman, una mujer norteamericana de 33 años que esperaba nada menos que octillizos, gracias a un tratamiento de fertilidad. Especialistas del mundo debatieron por meses acerca del tema y sobre la ética médica, incluso la madre fue cuestionada.
En ese momento la mujer tenía seis hijos y se encontraba sin trabajo ni pareja, por lo que su estabilidad para cuidar de los bebés fue puesta en tela de juicio. Poco a poco su nombre comenzó a tener mayor notoriedad en los medios de comunicación que se interesaron mucho en su caso.
Pero más allá de la fama que alcanzó, la llamada “octomom” logró dar a luz a todos los bebés, quienes nacieron sin grandes problemas. La vida de ella por otro lado, se convirtió en una pesadilla muy costosa.
Un año después del nacimiento de los niños la mujer confesó estar arrepentida de haber tenido tantos hijos. En una entrevista con Oprah Winfrey dijo que su decisión había sido “inmadura y egoísta”. “Vivo con una tremenda carga de culpabilidad”, explicó en ese momento.
Entre sus necesidades diarias, la familia de compuesta por 14 niños necesitaba de tres niñeras, 20 galones de leche, 21 docenas de huevos y 35 barras de pan a la semana, entre muchas otras cosas. Para poder costear eso, la mujer hizo uso de su fama y aceptó ofertas de posar con poca ropa en revistas o participar en películas de bajo presupuesto y subidas de tono.
“Todo lo que hice fue para ganar dinero y poner comida en la mesa” señaló en una reciente entrevista con Daily Mail, donde aseguró que hoy es una mujer nueva. “La gente piensa que tuve todas estas donaciones y ayuda, pero no fue así. Hice todo por mí misma y lo pagué todo de mi bolsillo así que fui ‘octomom’ durante cuatro años. Los últimos dos años fueron muy oscuros. Acabé en un camino muy destructivo”, agregó.
Suleman, sin embargo, declaró que prefirió ser ella quien enfrentará a las cámaras en lugar de exponer a sus hijos por dinero. “Prefiero vivir con mis 14 hijos en una furgoneta que dejar que alguna de mis hijas siga el mismo camino que yo”, sentenció.
Su vida hoy es radicalmente distinta y regresó a vivir a su cuidad natal en Orange County donde trabaja con mujeres en situación de vulnerabilidad. Su día a día es igual de sacrificado, duerme alrededor de cinco horas diarias y se levanta antes de las cinco de la mañana para poder preparar el desayuno a sus niños antes de llevarlos al colegio.
En los últimos tres años la tragedia azotó a su familia pues su padre quedó paralítico y su madre falleció, pero los niños se han encargado de darle razones para seguir luchando.
“Me he mantenido fuerte por mis hijos. Saben lo que hice como la ‘octomom’, les he dicho la verdad. Les he contado que hice cosas malas y vergonzosas y me han dicho: ‘Está bien mamá, te queremos de todos modos y siempre lo haremos’”, comentó.
