Alguna vez alguien dijo: “ni primera, ni dama”, pensando en que podría cambiar de manera positiva la historia de un país, intentando demostrar que el rol es decorativo y vacío.

Es difícil comprender las críticas altisonantes y carentes de fundamentos, que surgen al rol que el gobierno de José Antonio Kast pretende otorgarle a su esposa, Pía Adriasola, quien actuaría como Primera Dama, recuperándose así una tan valorada institución a lo largo de la historia de la República de Chile.

Quienes critican, ni siquiera tienen un legado que defender o destacar, surgido mientras detentaron el poder. Pero la historia republicana nos entrega evidencias concretas, de lo relevante que puede ser el rol de Primera Dama para nuestro país.

Sólo basta revisar la historia y así apreciar como María Mercedes Fontecilla, considerada la Primera Dama de la patria, esposa de José Miguel Carrera, contribuyó activamente a la independencia de Chile, Rosa Markmann, esposa de Gabriel González Videla, promovió activamente el voto femenino. Luisa Durán que creó el Programa Sonrisa de Mujer y Cecilia Morel, quien creó el Programa Elige Vivir Sano.

Para el gobierno de José Antonio Kast, el asunto sería bastante diferente. La institucionalidad de Primera Dama no sería la misma de aquellas que dejaron tan importantes legados, pero, según ha trascendido, vía decreto se podría dotar a Pía Adriasola de un buen equipo, presupuesto y un rol colaborativo asociado a distintas causas sociales.

Es aquí donde aparece una gran oportunidad para fomentar la inclusión de las personas en situación de discapacidad, tal como se ha expresado de forma explícita, por quienes hoy trabajan en la instalación del gobierno del presidente electo.

Esta intención colocaría en el corazón del nuevo gobierno, a la minoría más numerosa de nuestro país y con ello, una importante atención a sus necesidades de apoyo y una gran visibilidad como nunca antes ha ocurrido en nuestro país.

Ciertamente, Chile ha avanzado en materia de inclusión de personas en situación de discapacidad en diversos ámbitos, sin embargo, aún persisten asuntos que no han sido abordados, como, por ejemplo, la toma de conciencia que, según el Semáforo del Cumplimiento de la Fundación Chilena para la discapacidad (2025), se encuentra en Rojo. Es decir, se posiciona como un derecho incumplido, en tanto no se han realizado actividades orientadas a la concienciación de forma sistemática y sostenida.

Alguna vez alguien dijo: “ni primera, ni dama”, pensando en que podría cambiar de manera positiva la historia de un país, intentando demostrar que el rol es decorativo y vacío.

Hoy podríamos estar ad portas de contar con una Primera Dama que no considera el cargo como un adorno, sino como motor de cambio, que trabaje por aquellas personas en situación de discapacidad que a diario experimentan barreras que impiden su participación plena, efectiva y en igualdad de condiciones, cambiando realmente la historia de un país y la vida de casi tres millones de chilenos y chilenas.