Este martes se dio a conocer el contenido de una carta que el cardenal Francisco Javier Errázuriz envió a la Conferencia Episcopal Chilena el pasado 10 de mayo.

En la misiva, el arzobispo emérito entregó sus descargos de las acusaciones de encubrimiento que pesan sobre él en el caso de Fernando Karadima, y realizó un mea culpa respecto de su relación con las víctimas.

“Durante las últimas semanas se me ha difamado públicamente y en repetidas oportunidades, tildándome de encubridor, delincuente, criminal y persona despreciable. Uno de los acusadores declaró desde Roma que se alegraría de verme en la cárcel”, advirtió en un comienzo.

“El código de derecho canónico señala que se debe investigar cuando la noticia de un delito es ‘al menos verosímil’. Es difícil llegar a esta convicción en los casos de los delitos de abuso sexual, ya que normalmente son realizados en lo oculto, sin testigos y sin que queden pruebas; y mientras el acusado asegura su inocencia, el denunciante la niega”, argumentó.

Errázuriz reconoció que supo de las primeras denuncias en 2003, pero aseguró que era difícil probar su verosimilitud. Agregó que cuando tuvo certeza -en 2010-, envió los antecedentes al Vaticano y pidió el inicio de las investigaciones.

Sin embargo, y pese a la tardanza, el cuestionado cardenal dijo que no fue un encubridor, y que cuando envió los antecedentes del caso, él ya pedía por su cuenta la imprescriptibilidad de estas denuncias.

“Es claro que no hubo de mi parte ni delito, ni encubrimiento, ni crimen alguno”, escribió Errázuriz, según informó CNN Chile.

Mea Culpa

Sin perjuicio de lo anterior, el cardenal reconoció errores. Dijo que, como le correspondía ser juez, prefirió tomar distancia de las víctimas por querer ser imparcial, por lo que no se acercó a ellas y las hizo pasar por un dolor inmerecido.

“Si tuviera que volver a pasar por una situación semejante, me acercaría más a las víctimas”, lamentó.

Errázuriz reconoció que era tal la “fama” de Karadima, que era muy difícil creer en las denuncias. A lo anterior, se sumaba la capacidad para atraer seminaristas que tenía el expárroco de El Bosque, todo lo que habría afectado el juicio del cardenal.

“Se acusaba a un sacerdote de gran convocatoria pastoral, cuya predicación había enriquecido a más de treinta jóvenes que habían sido ordenados sacerdotes, y a cuatro sacerdotes que habían sido consagrados Obispos. Además se acusaba a un sacerdote que inspiraba una asociación formada por jóvenes y presbíteros que propagaban su fama. Algunos hasta me exigían que yo lo reconociera, al igual que ellos, como un sacerdote “sabio y santo””, agregó en la carta.

Cabe recordar que James Hamilton, José Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz, víctimas de Fernando Karadima, han acusado múltiples veces a Errázuriz de encubridor de estos casos, extendiendo dicha denuncia hasta el Papa en sus reuniones recién pasadas.