El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, declaró el martes que Rusia será el próximo país en caer si su régimen se desmorona a causa de la presión popular.

“¿Saben a la conclusión que hemos llegado con el liderazgo ruso? Si Bielorrusia cae, Rusia será el siguiente”, declaró Lukashenko en una entrevista con varios medios rusos, citada por la agencia de noticias RIA Novosti.

“No se distiendan”, añadió, considerando además que “si Lukashenko cae, lo hará todo el sistema, seguido por toda Bielorrusia”.

Tras haber acusado a Rusia durante la campaña electoral del verano (boreal) de intentar derrocarlo a causa de su negativa a someterse a los deseos de Moscú, Lukashenko dio un giro de 180 grados, pidiendo todo el apoyo ruso ante la movilización de multitudes sin precedentes desde que llegara al poder, en 1994.

Se ha contactado en varias oportunidades con el presidente ruso, Vladimir Putin, para tratar este tema, y éste le prometió enviar tropas si la protesta degenera en violencia.

Masivas protestas

El domingo, una manifestación reunió, por cuarto fin de semana consecutivo, a más de 100.000 personas en Minsk, pese al impresionante despliegue de fuerzas de seguridad y del ejército en la capital.

“En total 633 personas fueron detenidas ayer (domingo) por infringir la ley durante las manifestaciones”, indicó el ministerio de Interior en un comunicado.

Según el ministerio, 363 de ellas seguían en detención provisional el lunes, a la espera de que sus casos fueran examinados por los tribunales.

Se trata del mayor número de arrestos durante una manifestación opositora desde que surgieron estas protestas, tras la controvertida reelección de Alexander Lukashenko el pasado 9 de agosto.

Imágenes del domingo mostraban a hombres con el rostro cubierto, vestidos de civil y armados con porras, circulando por el centro de la ciudad y persiguiendo a los manifestantes.

Otras acciones de protesta tuvieron lugar en ciudades como Grodno (oeste) o Brest (oeste).

Lukashenko, de 66 años, en el poder desde 1994 y cuya reelección es considerada fraudulenta por la oposición, continúa por su parte descartando cualquier diálogo y busca el apoyo de Moscú.

Represión alcanza a periodistas

La respuesta represiva también alcanza a los periodistas bielorrusos, de los cuales unos veinte fueron detenidos. Otros colaboradores de medios extranjeros, entre ellos la Agence France-Presse, se quedaron sin acreditación.

La represión fue especialmente brutal en los días que siguieron a las elecciones: al menos tres personas murieron, decenas resultaron heridas y más de 7.000 fueron detenidas durante las primeras manifestaciones. Además se documentaron numerosos casos de torturas y malos tratos.

La última opositora de peso que estaba aún en libertad, Maria Kolesnikova, fue detenida el martes, oficialmente tras intentar huir hacia Ucrania. Según sus partidarios, en realidad habría sido “secuestrada” la víspera en plena calle y las autoridades quisieron deshacerse de ella enviándola al país vecino por la fuerza.

Fue entonces, luego de que ella se resistiera, que Minsk decidió detenerla, según autoridades ucranianas. Una nueva etapa de una ofensiva comenzada en mayo.

Otro rostro destacado de la oposición, Olga Kovalkova, anunció el sábado que se había ido a Polonia tras haber recibido amenazas de los servicios de inteligencia bielorrusos.