“No es necesario que trabajen”, dijo el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, a los empleados en huelga de la estación de radio estatal “Belteleradio” el 17 de agosto.

En medio de las protestas nacionales contra la falsificación de los resultados de las recientes elecciones presidenciales, equipos editoriales enteros están abandonando los medios de comunicación estatales.

Al primer periodista que DW contactó le gustaría permanecer en el anonimato. Abandonó la editorial “Belarus Segodnja” (Bielorrusia hoy), un departamento de la administración presidencial.

Admite que siempre hubo censura en su trabajo: “Por ejemplo, los medios de comunicación estatales, incluida nuestra editorial, negaron la existencia de la pandemia de coronavirus durante mucho tiempo. Al principio no escribimos nada al respecto, y más tarde solo positivamente, como que mucha gente se recuperaba y las empresas en China reanudaban su trabajo”.

Pero después de algún tiempo permitieron informar sobre el coronavirus en Bielorrusia, aunque de una manera extraña.

“Reescribimos los textos para las emisiones de la televisión bielorrusia, en el sentido de que el país estaba haciendo frente a COVID-19 con éxito, y que solo las personas con muchas afecciones preexistentes morirían de todos modos. Además, teníamos que decir que había un excedente de camas en cuidados intensivos y de respiradores. Teníamos que escribir que el mundo entero envidiaba a Bielorrusia”, recuerda el periodista.

Bloguero acusado de crímenes que no cometió

La campaña para la elección presidencial, dijo, también ha recibido una cobertura unilateral en los medios de comunicación estatales. “Sólo hablaban de Lukashenko. Se nos ordenó no escribir sobre otros candidatos. Ni siquiera mencionamos sus nombres”, agrega.

Pero cuando el opositor videobloguero Sergei Tikhanovsky fue encarcelado, renunció a “Belarus Segodnja”, cuenta el periodista: “Fue detenido el 29 de mayo. Diez días después yo debía escribir un informe de que las autoridades habían presentado cargos contra el bloguero. Tanto Sergey como su esposa Svetlana (Svetlana Tikhanovskaya, que más tarde se convirtió en candidata presidencial) gozan de mi confianza, y de repente debía escribir que son criminales”.

Rápido reemplazo desde Rusia

Swetlana (nombre cambiado) también dejó su trabajo en la Corporación Estatal de Radiodifusión de Bielorrusia. “Aunque solo trate cultura, mi nombre representa de alguna manera todo lo que hace ‘Belteleradio"”, dice. La joven recuerda cómo ella y sus colegas protestaron frente al edificio de la radio el 17 de agosto.

El personal exigió que se invalidaran los resultados de las elecciones presidenciales, se destituyera a la dirección de la comisión electoral, se liberara a los presos políticos y se pusiera fin a la censura en los medios de comunicación.

La dirección de la emisora estatal declaró la protesta ilegal. Los que protestaban podían irse, dijo la dirección. Muchos lo hicieron. El personal fue reemplazado por rusos. Lukashenko mismo lo confirmó: “Le pedí a Rusia que nos mandara dos o tres grupos de periodistas, por si acaso”.

Agence France Presse
Agence France Presse

Según Swetlana, esto se nota en los noticieros: “La retórica ha cambiado. El reportaje se ha vuelto más radical. Hay incluso más cobertura negativa de los participantes en las protestas pacíficas”. Este tipo de presentación sorprendió incluso a los periodistas que se habían enfrentado a la censura.

Anteriormente, Svetlana había trabajado para la agencia “ATN”, que pertenece a los canales estatales de televisión Belarus 1 y Belarus 24.

“Había personas cuyos nombres estaba prohibido mencionar en la televisión bielorrusa”, dice. Los políticos de la oposición nunca debían ser mostrados en imágenes de “ATN”. Los periodistas también tenían una lista de politólogos y economistas que no debían ser contactados para hacer análisis o dar opiniones. “Basta con que una persona exprese su opinión una vez, lo que no concuerda con la política oficial, y nunca más se le verá en la televisión”, dice Svetlana.

Renuncias en protesta

Valeriy Kondratiev, que trabajaba para Radio “Stoliza” (Capital), un canal de “Belteleradio”, tuvo más suerte. Dice que en un año y medio ha mencionado el nombre del presidente solo unas pocas veces, y solo en relación con las reuniones internacionales en las que participa Lukashenko.

Kondratiev recuerda que “Stoliza” también tenía restricciones sobre el coronavirus. Todo se limitaba a la publicación de estadísticas del Ministerio de Salud, dijo. Y cuando, antes de las elecciones, algunos artistas bielorrusos criticaron a las autoridades, se les ordenó que no tocaran más su música en la radio.

Después de las elecciones presidenciales del 9 de agosto, le resultó aún más difícil salir al aire por la mañana, dijo Kondratjew: “Cuando aparecieron las grabaciones de lo que sucedió a los manifestantes arrestados (muchos de ellos denunciaron que habían sido torturados), fuimos a hablar con nuestro director. Le dije que si no se me permitía decir la verdad, renunciaría. Otros miembros de la redacción me apoyaron”.

El 17 de agosto, Radio “Stoliza” se declaró en huelga. Solo se emitió música e informes deportivos y meteorológicos.

Valery dijo que la dirección de “Belteleradio” declaró la huelga ilegal. “Nos dijeron que nos podían despedir. Como resultado, nosotros mismos renunciamos”, dijo el periodista, añadiendo que once o doce personas ya habían abandonado “Stoliza”, incluyendo al director de la estación, su vicejefe y el editor de música.

Valery enfatiza que “No podemos seguir trabajando en la radio estatal y pretender que en Bielorrusia no está pasando nada”.