María Callas (Maria Anna Cecilia Sofía Kalogeropulu, Nueva York, 1923 - París, 1977 es, para muchos, la mejor cantante de ópera. Al menos del siglo XX y hasta hoy. Una mujer extraordinaria, de interpretaciones sublimes, de un carácter fuerte y cambiante. Un mito inasible…

María

María, la última película de Pablo Larraín (Jackie, Spencer, El Conde, El club, Tony Manero) es una gran superproducción que sumerge al espectador en la vida de María Callas.

Centrada en los últimos días de la diva, muestra a la Callas enferma, angustiada con una fama que sobrevive a pesar de llevar muchos años sin cantar, porque su voz ya no es la de antes.

En esos días, la artista recuerda. Su juventud en Grecia, donde ha regresado su madre -sin su padre, que se ha quedado en Nueva York- y su hermana. Una Grecia, durante un tiempo ocupada por los nazis, donde inicia su carrera. Y recuerda su relación con Aristóteles Onassis (1906-1975), también griego, el hombre más rico del mundo en su momento. Una relación que duró entre 1959 y 1968, cuando la abandona por Jackie, la viuda de John F. Kennedy.

Y sigue recordando presentaciones y éxitos en los escenarios más importantes de la época mientras, en paralelo, lidia con sus problemas de salud. Ese recordar se da entre sus deseos de escribir su autobiografía, pesadillas, recuerdos al visitar lugares y, en especial, al aceptar ser entrevistada por un joven periodista que está haciendo una película sobre ella.

La película ofrece una mirada general sobre esta diva compleja, con una actuación descollante de Angelina Jolie y ambientaciones para ver en pantalla grande.

María, Fabula

Las ambientaciones

Las ambientaciones, locaciones y vestuarios de María nos trasportan a esos años, entre los 50 y los 70. Es un trabajo cuidado, que nos permite ver un tiempo donde no había celulares acosando todo el tiempo. Un tiempo sin la especulación inmobiliaria, Airbnb, ni, en especial, la locura del turismo actual, con verdaderas hordas humanas arrasando, corrompiendo lugares, tiempos y ritos.

“María” muestra ciudades y lugares que ya no son, porque han quedado a merced del turismo, de las selfies, de los souvenirs. En ella se ven los cafés, restoranes, parques y calles con otros ritmos, habitados por sus habitantes…

Un mito inasible

María Callas, como todo gran mito, es probablemente imposible de capturar, de enjaular -tomando frases de la misma película-. Y “María” no lo hace (para bien de la diva), a pesar de la soberbia actuación de Jolie. Y de la ambientación, y de la ópera, que permite diversidad de expresiones, de sentimientos, emociones, de jugar entre la ficción de los roles representados y de la propia cantante.

Una diva y un mito como el de María Callas, y lo que genera en sus entornos -públicos como privados- se pueden vislumbrar, intuir, bosquejar, como mucho.


María Callas, en 1962, cantando “Tu che le vanitá”, de la ópera Don Carlos, de Verdi.

El periodista

El periodista que en la ficción entrevista a María Callas se llama Mandrax (Kodi Smit-McPhee), como uno de los medicamentos que la diva consumía, en exceso.

Mandrax es un personaje curioso. Es quien permite, a través de sus preguntas, saber y explorar en la Callas. Tanto sobre su presente como su pasado. Pero, más allá de incluir a este personaje para poder explorar en la vida -pública como privada- de la protagonista, pareciera que, de alguna forma, también representa al guionista y al director. En esa curiosidad por saber, por capturar al personaje. También en su incapacidad para hacerlo, para llegar a la profundidad de esta mujer intensa, fuerte.

Mandrax en un momento le confiesa a Callas que se ha enamorado de ella. Pero es tan falto de pasión -insulso, incluso- que refleja un aspecto de la película: María (Angelina Jolie) es intensa, variable, crítica y autocrítica. Sin embargo, la película -la cámara, los espectadores- pareciera que quedan fuera. Como que quisieran entrar en la Callas, en sus sentimientos, sus contradicciones, pero sin lograrlo. O solo a medias.

La historia de la Callas, como tantas o como todas, es una de cariño, de afectos, de amores. En este caso, de la falta de amor que sintió por parte de sus padres, en particular de su madre. María siempre sintió que prefería a su hermana, y que ella solo servía para cantar y, así, sustentar a la familia. Algo de esto se aborda, como la tan particular -y posiblementre dañina- relación con Onassis, en María, pero, a mi juicio, sin la profundidad e importancia que tuvieron.

María, de Pablo Larraín, es una buena película, una gran producción con grandes actuaciones y escenas memorables, dignas de ver en pantalla grande. Un cinta para valorar -volver a enamorarse para algunos- la ópera y su mundo. Una creación que esboza a esta gran diva, pero no logra capturar al mito. Por fortuna, porque es bueno que siga siendo mito.
Afiche de María, Fabula

María

Dirección: Pablo Larraín
Guion: Steven Knight (Spencer, Peaky Blinders)
Elenco: Angelina Jolie (María Callas), Valeria Golino (Yakinthi Callas), Haluk Bilginer (Aristóteles Onassis), Alba Rohrwacher (Bruna), Pierfrancesco Favino (Ferruccio), Kodi Smit-McPhee (Mandrax)

Fotografía: Edward Lachman
Compañías
Coproducción Italia-Alemania-Chile-Estados Unidos
The Apartment, Komplizen Film, Fabula, Fabula Pictures, Fremantle Media North America