Imaginen un barrio lleno de rejas electrificadas, cámaras de vigilancia y policías armados. A primera vista, parece “seguro”. Pero, ¿realmente lo es? ¿O estamos confundiendo la seguridad con lo que podríamos llamar inseguridad contenida?
La seguridad real no es solo la ausencia de delitos. Es un estado de confianza colectiva que surge cuando una sociedad aborda las causas profundas de la violencia: la falta de oportunidades, la exclusión y la desigualdad.
Es lo que ocurre cuando un niño camina solo a la escuela sin miedo, cuando una mujer transita por la calle sin temor, o cuando un anciano descansa en una plaza sin preocuparse por ser asaltado. No necesita rejas ni cámaras, porque se basa en justicia social, equidad y prevención.
En cambio, la inseguridad contenida es esa falsa sensación de control que obtenemos al llenar nuestras calles de barreras físicas y medidas disuasorias. Es el policía en la esquina, el condominio cerrado, la cámara que nos vigila. Estas medidas pueden reducir temporalmente los delitos en un área específica, pero no resuelven el problema de fondo. Peor aún, normalizan la idea de que el peligro es inevitable y que la única solución es encerrarnos.
¿Ministerio de Seguridad o de Inseguridad Contenida?
En el fondo, la seguridad real no es solo un tema de policías y cámaras, sino de qué tipo de sociedad queremos construir. En la vida, existen tres posibilidades: la primera, “sálvese quien pueda”, cada uno se las arregla solo y el que sube sube, mientras el que cae cae.
La segunda, “todos somos iguales”, no importa el esfuerzo individual, todos reciben lo mismo. Y la tercera, “los que puedan subir háganlo, pero maximizando los mínimos del resto”, es decir, que mientras algunos alcancen grandes logros, todos tengan garantizadas sus necesidades básicas: una casa digna, educación, salud, transporte y la posibilidad de sonreír al final del día.
Esta última opción es más justa y también la base de una sociedad segura. Porque cuando las personas tienen sus necesidades básicas cubiertas, cuando sienten que el sistema no los abandona, la violencia y la delincuencia pierden terreno. La seguridad, entonces, no es solo un tema de control, sino de construir una sociedad donde nadie se quede atrás.
La próxima vez que veas una reja o una cámara de vigilancia, pregúntate ¿esto me hace sentir seguridad o solo me recuerda que afuera hay peligro? La verdadera seguridad no depende de muros, sino de justicia, equidad y oportunidades para todos y todas.
La creación del Ministerio de Seguridad Pública es una oportunidad para replantearnos cómo abordamos la inseguridad. Si bien su enfoque en la prevención y la coordinación interinstitucional es un avance, el verdadero desafío será evitar caer en la tentación de la inseguridad contenida.
¿Seguiremos apostando por más cámaras, rejas y patrullas armadas, o nos atreveremos a construir una seguridad real, basada en la justicia social y la prevención? La respuesta no solo definirá el futuro de nuestras calles, sino también el de nuestra sociedad.
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Johan Marholz Lavín
Ingeniero Civil IndustriaL
