Perdimos una oportunidad para el país, tal como he visto se pierden cientos de otras en las dos décadas que han pasado y en lo que he leído de la historia nacional.

A la piscina de la comuna de Independencia se le estaban cayendo los azulejos. La mañana con neblina frío y alta humedad se contradecía con el pleno verano del 1999. Todos expectantes cruzábamos las miradas para entender quién se haría cargo de la instalación de los filtros de agua salada. Las cajas abiertas dejan a la vista esas bolas de PVC del tamaño de un adolescente pasado en comidas y las mangueras se deslizan por entre las tapas a medio abrir.

En dos días llega el vuelo procedente de México. El entrenador junto a su esposa está carcomido por la ansiedad. Nunca lo conversamos, pues mi cercanía familiar los mantenía distantes, pero los comentarios en las comidas compartidas mostraban claros indicios de su arrepentimiento. Al parecer la oferta económica de 2 millones mensuales para cada uno dejo de ser suficiente cuando entendieron con la chicha que se estaban curando.

Un proyecto prometedor

Según el mexicano se necesitan al menos 5 días para que los filtros logren asentar el PH del agua salada a las necesidades de los Nariz de Botella que en sus camillas húmedas están recorriendo Latinoamérica en una cabina de carga. Los casi 12 meses que llevo interactuando con él me hacen desconfiar, mucho de lo dicho se refuta con los hechos incluso con las contestaciones de su cónyuge. Con el vaso de la pileta vacía y una alta probabilidad de filtraciones por los huecos de los azulejos faltantes hasta el humano más racional comienza a tener breves temblores en el ojo.

Pasamos el día fregando y buscando las llaves de paso para comenzar el llenado del acuario provisorio. El señor conserje se nos acerca con una manguera de jardín y la deja caer en la orilla norponiente de la piscina. Todos los cálculos anteriores perdieron fuerza. El sistema de bomba se había estropeado y la única alternativa era utilizar ese tipo de llenado. Es probable que mi estupefacción haya borrado mi memoria pues se me hacen inalcanzables los rostros de mis compañeros de trabajo. Pese a todo dentro de esta apuesta había trazas de racionalidad y uno de los presentes, es probable que el mismo entrenador mexicano, decide intervenir el sistema de bombas con las que teníamos embaladas junto a los filtros de agua salada.

Carlos era uno de mis primos mayores, uno de los hijos mayores de mi tío materno mayor. Carlos tenía una forma particular de ganarse la vida que se debía a su especial magnetismo, ese que muchos en la familia calificaban de labia. Cuando yo lo conocí, cuando se puso en mi órbita consciente y racional, me cautivó la antena de radioaficionado y el piano de pared que había en el living de su casa.

En el 1998 estaba de zángano en la casa de mis padres debido a una tiroiditis de Hashimoto. Necesitaba realizar la práctica profesional que había abandonado y mi ánimo estaba lejos de ser el mejor o el necesario para hacer una búsqueda o comprometerme con algo así. Las casualidades, el orden del universo, la divinidad cristiana o Sai Baba hicieron que Carlos me invitara a su departamento de la comuna de Ñuñoa a una cuadra de donde años después iniciaría mi vida en matrimonio.

Me impactó el contraste de luz, la decoración y el aroma de esa habitación. El verano se colaba por el balcón abierto donde fumaban dos cubanos, un alba alfombra se volcaba en el living y la pareja de Carlos me pide que lo espere pues esta conversando con uno de los entrenadores de Acapulco.

¿Cómo participa un recién egresado en un proyecto jamás realizado en el país, cómo puede aportar en algo un joven apenas formado en la rehabilitación de niños con enfermedades neuronales? Carlos dice: Estando en Cuba en la casa de estos (los del balcón) se me presento mi maestro en un sueño. Yo estaba en la orilla del mar en el horizonte se forma una ola y se dirige directo a mí, a metros de romper en la costa se levanta un Delfín que me saluda con sus aletas, me llama y se convierte en Sai Baba que me susurra: Carlos tú salvaras a los niños.

Yo debía aprender de la psicóloga que llegaba en unos días con el entrenador de delfines mexicano, una vez que me titulará la remplazaría y en una carambola tenía la práctica y el empleo.

¿Delfinoterapia en Chile?

La católica, así nombraban a ese lugar de Pirque donde se encontraba un terreno al costado del camino repleto de pinos junto a la media luna del sector. Ahí se desarrollaría el proyecto Delfinoterapia de Chile. Ahí se emplazaría el acuario para los tratamientos y el sector de descanso para los dos Nariz de Botella que se conseguirían en México, ¿préstamo, venta, arriendo? Lo desconozco. Mi posición en la estructura de esa actividad era más cercana a los obreros que acompañaba en la excavación del hoyo, así lo llamábamos con los cubanos luego de 4 meses mirando como se desarrolla nada.

La rutina laboral implicaba llegar a las 9:00 de la mañana al sitio, acompañar a los tres o cuatro trabajadores tirando las líneas del diseño de las piscinas y las cabañas, un hombre cortando pinos que al menos una vez los deja caer sobre la camioneta de otro contratista que se daba vueltas por ahí. El negocio del barrio que nos daba almuerzo, nunca supe si le pagaron a esa señora. Invirtió en la ampliación de su quiosco por las promesas y las comitivas con el senador Bombal, el alcalde y otras autoridades que, como quien escribe, fuimos embrujados con el delfinario.

Pasaba poco en ese lugar, la acción estaba en las negociaciones económicas con el inversor principal, un joven heredero de un fundo de Puerto Varas, quien, como me contó Carlos, señala al momento de detener la cabalgadura en la cima de una de las colinas cercanas a su casa sureña: “todo lo que alcanzas a ver es mío, con la venta de unas pocas tierras financiamos el proyecto”.

Para Carlos era el letrado así que me mando a leer las escrituras de la sociedad y las participaciones. Entendí poco y como muchas veces me ha ocurrido luego de mi esfuerzo por cumplir viene el silencio, nadie pregunta por lo hecho, nadie se interesa por la tarea delegada y se pasa a otra cosa. Lo último que supe del inversor: se fue a pique.

El hoyo no avanzaba y se me encargó otra tarea, ser guía turístico de un mexicano encargado de la obtención de los especímenes que se traerían. Lo subí a mi auto del año setenta y tres en la comuna de Las Condes desde la entrada de uno de los hoteles cinco estrellas.

Sentí que Indiana Jones estaba conmigo. Era de contextura media, pelo rizado, con un acento inespecífico producto del claro uso de distintos idiomas. Buen conversador que detalla más de lo que me parece necesario y adecuado. Habla de la captura de los Nariz de Botella, sus traslados y como está interesado en conseguir una Beluga de unos rusos que conoce. Me habla en miles de dólares y yo con suerte me he manejado con miles de pesos. Las descripciones de lugares y las personas que conoce escapan a mis lecturas más fantásticas. Desconfío de muchas cosas de las que habla, aunque reconozco que me interesaba saber más sobre esa forma de ganarse la vida que tenía similitudes con algunas obras de Melville.

Las cinco o algo menos de horas que lo acompañe paseamos por el departamento de Carlos para coordinar los viajes y los pagos, luego fuimos al Parque Arauco e ingresamos a una tienda de ropa de cuero, puede que haya sido Tattersal, donde se enamoró de un abrigo que le llegaba bajo la rodilla de un diseño y aroma espectacular. Lo compró como quien paga el periódico, aunque el precio tenia seis dígitos. Su sonrisa y su energía se me vinieron a la memoria cuando leí el dictamen de Sernapesca.

¿Has escuchado de Captagua? Era una empresa que estaba a la vuelta de la esquina de la casa de mis papás. Se dedicaban al sondaje minero y reconocimiento de recursos hídricos, o sea, sacar agua de las napas subterráneas. Tienen unos taladros montados sobre torres autopropulsadas. Si viste el rescate de los mineros las recordarás. Una de estas apareció un día en El Hoyo para la construcción de un pozo profundo que permitiera acceder a unos 6 litros por segundo medidos en un flujo que nace desde una cañería de unos 50 centímetros de diámetro, eso es una camionada de agua por minuto.

Por solicitud o producto de mi propio interés me hice parte de la comitiva de Delfinoterapia de Chile en la recepción y acompañamiento de los técnicos y su máquina dedicada a la tarea. El seguro técnico chileno ante mis consultas ingenuas asevera: Esta pega la hacemos en un día, aquí estamos al lado del río así que en 20 metros tendremos agua y más caudal del necesario.

A los tres días se habían cambiado en dos oportunidades de lugar, se había quebrado el cabezal de la perforadora y los 20 metros ya pasaban los 50. Al cabo de 7 días, con una factura de proporciones aterradoras para un egresado de una universidad de medio pelo, llegaron a los 60 metros, encamisaron el poso y colocaron una válvula de paso. La potencia del chorro de agua al momento de la medición me impresiono, era mi primera experiencia con estos resultados. Sacaron la válvula, dejaron una tapa en la boca del poso y nunca más vi salir una gota de agua por ese extremo.

La universidad comenzaba el período académico, tenia que realizar mi práctica el pago de la colegiatura ya estaba en movimiento y por fortuna no existían las regalías del Frente Amplio. Pedí unos minutos a Carlos, le expliqué mis contratiempos y la baja probabilidad de lograr mis obligaciones con los retrasos del proyecto, me comprometí a retomar sin costo una vez terminará mis horas obligatorias de práctica. Intentó convencerme, pero su inteligencia le permitió ver la falta de espacio para lograrlo. Me fui a un COSAM y al igual que en el Delfinario conseguí práctica y empleo.

Los Nariz de botella nunca tocaron el agua de la piscina de Independencia, la que me parece que nunca tuvo las condiciones necesarias para recibirlos de la mejor manera posible. Los mexicanos nos avisaron un día que se iban antes de El Hoyo a la casa compartida con los cubanos en la comuna de Puente Alto, nunca más supimos de ellos.

Sernapesca prohíbe el ingreso al país de los dos Nariz de Botella destinados a la terapia en la comuna de Pirque, se basan en la muerte de otros especímenes en Viña del Mar debido a su mal trato en circos acuáticos itinerantes. No había relación entre uno y otro tipo de actividad, pero al parecer si entre los intermediarios con abrigos de cuero que los conseguían. Perdimos una oportunidad para el país, tal como he visto se pierden cientos de otras en las dos décadas que han pasado y en lo que he leído de la historia nacional.

Sai Baba se alineó con Carlos, pero su poder fue insuficiente para cambiar lo que se ha denominado El Peso de la Noche.

Cristian Cáceres R.
Punta Arenas

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