La pensión de gracia a huérfanos por covid-19, quedó lista para ser ley, un aporte que beneficiará a todos los niños, niñas y adolescentes que hayan perdido a su madre, padre o tutor legal a causa del coronavirus. Ante esto, la ministra de Desarrollo Social y Familia, Karla Rubilar, dijo que este aporte permite "que puedan mantenerse en una ambiente familiar".

Tras despacharse a ley la pensión de gracia a los menores, cuyos cuidadores legales hayan fallecido por causa del covid-19, la ministra de Desarrollo Social y Familia, Karla Rubilar, señaló que esta permite que se “puedan mantener en un ambiente familiar”.

Según detalló Rubilar, actualmente existen 2.787 hogares (grupos familiares) con niños, niñas y adolescentes (NNA) que tienen madre y/o padre fallecido por covid-19, lo que corresponde a 3.893 niños, niñas y adolescentes en esta situación. De ellos, un 77,3% se encuentra en el 40% más vulnerable del país según la Calificación Socioeconómica (CSE) de RSH.

“Estamos hablando de familias que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad, y que esta pérdida viene a profundizar esta condición aún más, sin mencionar las consecuencias en términos de salud mental que tiene la muerte de un padre o madre para un niño o niña”, dijo la ministra.

A esto agregó que “dado lo anterior, desde el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, a través de la Subsecretaría de la Niñez, desarrollamos un trabajo conjunto con Unicef, la Defensoría de la Niñez, organizaciones de la sociedad civil, parlamentarios y parlamentarias para generar una política integral de abordaje de esta situación, en base a estándares internacionales”.

“El objetivo de esta ley es, en primer lugar, resguardar que los niños, niñas y adolescentes puedan mantenerse en un ambiente familiar, y que ello no se vea obstaculizado por falta de recursos, asimilando entonces este pago a lo que podría ser el aporte del sistema de familias de acogida”, indicó la ministra.

Por otra parte, Rubilar precisó que “este proyecto pretende apoyar a las familias que quedan empobrecidas por la pérdida de un ingreso en la crianza y nivel de vida adecuado para el desarrollo de sus hijos e hijas, de modo de mitigar los factores adversos que la muerte de uno o ambos cuidadores pueda tener en la vida familiar de esos niños, niñas o adolescentes”.