Los agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense están acostumbrados a la crítica, pero jamás en la historia de la agencia han enfrentado algo como la carga de los conservadores tras el allanamiento de la residencia del expresidente Donald Trump en Florida la semana pasada.

En sus más de 100 años de historia, el FBI ha sido detestado por sureños racistas y segregacionistas, por defensores de las libertades civiles y por afroamericanos cuyo movimiento de liberación de los años 60 fue tratado como una grave amenaza nacional por la agencia.

Pero las amenazas extraordinarias de la semana pasada tienen origen en su base política: los conservadores republicanos.

“Es el mundo al revés”, dice Kenneth O’Reilly, historiador retirado de la Universidad de Alaska, y escritor de libros sobre el FBI y la política.

A su juicio, el FBI ha sido históricamente una “institución profundamente conservadora”, con un soporte bipartidista en Washington.

Pero desde que Trump tildó al organismo de corrupto y fascista tras el allanamiento de su propiedad en Mar-a-Lago el 8 de agosto por retener ilegalmente documentos secretos, los ataques no han parado, y sus seguidores siguen avivando el fuego.

La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, acusó a la oficina de “abuso de poder”.

El senador Marco Rubio, republicano de Florida, comparó la agencia a la policía secreta de una dictadura marxista, mientras el representante Paul Gosar declaró: “Debemos destruir al FBI”.

Las críticas y agresiones causaron que el exvicepresidente estadounidense Mike Pence, número dos de la Administración de Donald Trump, se desmarcara de los “compañeros republicanos”, incidiendo en que son “el partido de la ley y el orden” y que, por tanto, deben defender en todo momento la labor de las fuerzas de seguridad.

“Los ataques contra el FBI deben parar”, reclamó el vicepresidente, que ve margen para reclamar al fiscal general, Merrick Garland, que rinda cuentas sin entrar en otro tipo de críticas.

En la web, e incluso en la red social de Trump, Truth Social, las amenazas fueron más violentas, y se hicieron realidad.

El 11 de agosto, un hombre armado de 42 años atacó la sede del FBI en Cincinnati luego de escribir en cuentas de redes sociales que le fueron atribuidas que la gente debería “responder con la fuerza” al allanamiento a la residencia de Trump y “matar al FBI”.

El hombre no logró entrar a la oficina en la ciudad de Ohio, y murió por un disparo de la policía.

Un día después, otro sujeto de 46 años fue arrestado en Pensilvania por amenazas similares. “Si trabajas para el FBI mereces morir”, escribió en las redes sociales.

Crítica, pero sin violencia

El FBI, mitificado durante mucho tiempo en cine y televisión como hogar de los Hombres G en la década de 1930 y del poderoso e inescrutable J. Edgar Hoover, ha recibido críticas recurrentes de todas partes, dijo O’Reilly a la Agence France-Presse.

“Entre los sureños racistas a inicios de los 60 hubo una gran reacción en contra del FBI, al que trataron como la Gestapo” por investigar el linchamiento de afroamericanos.

El peor período, dice O’Reilly, fue también en la década de 1960 cuando la agencia espió y trató de socavar al movimiento de derechos civiles, desprestigiando a Martin Luther King Jr. y avivando la violencia entre grupos rivales para desacreditarlos.

Pero las reacciones de entonces fueron de indignación y litigios, lo que llevó a una amplia investigación en el Congreso que expuso los abusos cometidos, precisa el hombre que documentó la guerra emprendida por el FBI contra el movimiento nacionalista negro.

“No había violencia dirigida directamente contra los agentes del FBI”.

Respaldo popular hasta ahora

En 1995, las acciones del FBI desataron un ataque violento. Extremistas en contra del gobierno detonaron una bomba en una oficina federal en Oklahoma City, donde se encontraba el cuartel general regional del FBI, matando a 168 personas.

La reacción de los extremistas estuvo motivada en parte por el pobre manejo que hizo el FBI de dos tomas de rehenes en 1992 y 1993 que resultaron mortales.

Pero a pesar de todo, el FBI mantuvo en general un fuerte respaldo político y popular.

La actual ola contra la agencia tiene su origen en la larga batalla de Trump con la oficina federal, y, en particular, en las investigaciones del FBI a cientos de seguidores del ex presidente que asaltaron violentamente el Capitolio el 6 de enero de 2021.

Para O’Reilly, las amenazas abiertas de políticos y seguidores de Trump son las que hacen que el momento actual sea impactante.

“Creo que una amplia mayoría de agentes del FBI votaron por Trump”, dijo. “Por lo que es una idea descabellada de los elementos más conservadores del Partido Republicano ver al FBI como una herramienta de la izquierda radical”.

Ambiente violento

La fuerte respuesta de las autoridades judiciales de los Estados Unidos a las amenazas también ha sido extraordinaria.

Se levantaron vallas para proteger los cuarteles del FBI en Washington.

“La violencia y las amenazas en contra de agentes de la ley, incluyendo el FBI, son peligrosas y deberían preocupar fuertemente a todos los estadounidenses”, advirtió el director de la agencia, Chris Way.

El Departamento de Seguridad Interior alertó en un boletín especial que los agentes podrían estar en peligro.

“No recuerdo una amenaza similar a ésta en los últimos años”, dijo a NPR Brian O’Hare, presidente de la Asociación de Agentes del FBI.

“Es preocupante. Es inaceptable. Y debería ser condenado por todos los que la conocen. Es un clima de aceptación de la violencia que debe ser cambiado”, agregó.