El viernes 30 de noviembre, Nery Gilberto Caal Cruz, partió desde Raxruhá, en Alta Verapaz, en el norte de Guatemala, junto a su hija Jakelin Ameí Caal Maquín de 6 años, tras contactar a un grupo dedicado al tráfico de personas o “coyotes” que los acercaron a metros de su gran objetivo: Estados Unidos.

Al momento de abandonar su hogar, ninguno de los dos sabía hablar inglés y apenas podían comunicarse en español, pues pertenecían a un sector indígena donde hablan principalmente echi de la cultura maya, consigna diario El País de España.

El 6 de diciembre lograron llegar a la frontera de Estados Unidos con México, entretanto Jakelin había cumplido 7 años el 3 de diciembre, aunque no hubo fiesta al menos estaban acercándose de su destino y días después estarían a metros de llegar a Nuevo México.

Los coyotes (como denoniman a los traficantes en México) los llevaron en un bus junto a otras 40 personas a la frontera donde se unieron a un grupo de 160 migrantes. Les dijeron que caminaran hasta un muro y luego lo rodearan por la derecha.

Tuvieron que cruzar tres alambrados y lograron entrar a Estados Unidos, pero horas después serían sorprendidos por la policía fronteriza. Nery y su hija se entregaron de forma inmediata a las autoridades y quedaron detenidos en el puesto fronterizo de Antelope Wells, en pleno desierto y totalmente aislado de las grandes urbes.

“Ellos llegaron a un muro y lo rodearon hasta que vieron una zona en la que ya no había. Pasaron tres alambradas”, explica Tekandi Paniagua, cónsul de Guatemala en la ciudad Del Río en el estado de Texas.

Agence France-Presse
Agence France-Presse

Primeros síntomas

Padre e hija fueron llevados a Antelope Wells a las 21:45 horas del jueves 6 de diciembre. Habían 1 o 2 grados Celsius de temperatura y el centro no contaba con equipo médico o similar.

Los agentes empezaron a tomar los datos de las personas retenidas. Hasta ese momento Jakelin no había presentado ningún malestar, indican desde el consulado guatemalteco y el informe del Centro Fronterizo.

Antelope Wells queda tan aislado, que el primer centro de detención fronterizo está en Lordsburg, Nuevo México. Una distancia de 150 kilómetros (similar a Santiago-Curicó), por lo que los migrantes fueron llevados en dos grupos.

Primero salió un autobús con un grupo de 50 menores que estaban sin compañía, después a eso de las 04:00 de la madrugada del 7 de diciembre, Jakelin y su padre se subieron al vehículo con dirección al centro de detención. Durante la espera ambos pudieron comer, beber agua y acudir al baño, según la Patrulla Fronteriza.

La niña presentó los primeros malestares arriba del autobús, empezó a vomitar y a tener fiebre, cuando aún faltaba 90 minutos de viaje, siendo atendida en el vehículo por paramédicos.

“De acuerdo a la información oficial, en el trayecto hacia la estación de la patrulla fronteriza de Lordsburg, la niña presentó un cuadro de fiebre y vómitos, lo que requirió que paramédicos de la patrulla fronteriza Intervinieran para su estabilización”, agregó un informe de la diplomacia guatemalteca.

Llegaron al centro de detención a las 06:30 del 7 de diciembre. Allí fue atendida por primera vez por médicos y ya registraba más de 40,9° de temperatura. Los doctores ordenaron que fuera enviada a un hospital y a las 06:50 salía un helicóptero con dirección a El Paso en Texas, a unos 250 kilómetros.

Los agentes de la Patrulla Fronteriza llevaron al padre de la niña en automóvil hasta el hospital.

En el centro de salud la niña fue sometida a diferentes exámenes y un scanner arrojó que tenía una inflamación en el cerebro y se le diagnosticó una falla hepática. A las 11:00 tuvo un paro cardíaco pero los médicos lograron reanimarla esa vez y también en un segundo ataque.

La niña se mantuvo estable durante el resto del viernes 7 de diciembre. La madrugada del sábado falleció.

“El sábado, a las seis de la mañana, me llama la patrulla fronteriza para decirme que la niña había fallecido en la madrugada”, cuenta Paniagua.

El pesar del padre

Aunque la niña murió el sábado 8 de diciembre, la Patrulla Fronteriza informó el deceso recién el jueves 13 de diciembre, tras un artículo de The Washington Post y hasta el momento no se ha podido aclarar por qué la menor falleció.

Las primeras informaciones señalaban que la niña llevaba varios días deshidratada sin comer ni beber, pero el padre ha dicho a los diplomáticos guatemaltecos y a las autoridades fronterizas que los traficantes les dieron pollo y fruta, la cual Jakelin disfrutaba particularmente.

“Es importante determinar la causa de la muerte. Las causas no han sido establecidas. En la autopsia es donde se va a determinar realmente lo que pasó”, explica Paniagua.

Respecto al padre, los agentes fronterizos lo devolvieron al centro de detención y lo aislaron del resto de los migrantes, días después lo liberaron pero bajo seguimiento y desde entonces hospeda en un albergue para inmigrantes en El Paso.

El viernes pudo ir a la funeraria donde está el cuerpo de su hija, logró estar por una hora en el lugar para despedirse de Jakelin, luego volvió al albergue.

Se espera que para esta semana se entreguen los resultados de la autopsia, después de eso el cuerpo será repatriado a Guatemala donde espera la madre de la niña. El gobierno guatemalteco puso un avión a disposición.

El padre ahora debe decidir si vuelve con el cuerpo a Guatemala o pierde la oportunidad de obtener asilo humanitario en Estados Unidos, cuando el 7 de enero comparezca frente a un juez.