Los estudiantes italianos volvieron a manifestar este miércoles en toda Italia contra la reforma de la universidad decidida por el gobierno de Silvio Berlusconi, quien tuvo que enfrentar el pasado 14 de diciembre enfrentamientos violentos entre policía y estudiantes en Roma cuando se sometía a un voto de censura en el Senado.

En Palermo, Sicilia, grupo de jóvenes atacaron a pedradas la sede de la prefectura y protagonizaron escaramuzas con la policía a la vez que incendiaron contenedores de basura.

En Cagliari, Cerdeña, los jóvenes ocuparon por algunos minutos las vías del ferrocarril en la estación central, mientras en Milán y Nápoles, los jóvenes perturbaron la circulación con manifestaciones.

En Roma, donde se temía que se repitieran los disturbios de la semana pasada, los estudiantes tuvieron que renunciar a realizar una marcha que pasara ante importantes sedes institucionales del casco histórico, como el Senado y la Cámara de Diputados, las cuales habían sido asediadas literalmente el 14 de diciembre.

“Dejaremos los palacios del poder en su soledad”, anunciaron los organizadores de la manifestación romana, que acusan al gobierno de “desoír” las razones de la protesta.

Grupos de estudiantes optaron por realizar pequeñas marchas y manifestaciones pacíficas hacia los barrios periféricos de Roma, muchos de ellos vestidos con trajes de Papá Noel y máscaras, mientras repartían flores a los curiosos.

Una de las marchas se dirigía a la sede del ministerio de Educación, en el barrio de Trastevere, mientras otros solicitaron un encuentro con el presidente de la República para pedirle que no ratifique la reforma.

Se trata de una reforma “que no resuelve los problemas que denunciamos desde hace años sino que al contrario los aumenta con recortes indiscriminados y que además elimina el derecho constitucional al estudio”, escribieron en una carta.

Se espera que el Senado vote sobre la nueva ley este miércoles.

El dispositivo montado por las fuerzas del orden es notable, con blindados que controlan los accesos al centro de la ciudad y policía desplegada en importantes plazas para evitar problemas de circulación.

Todo el casco histórico ha sido protegido por un cordón de seguridad que impide llegar a lo que ha sido definida la “zona roja”.

La reforma de la Universidad preve entre otros la fusión de entidades pequeñas, la entrada en el consejo de administración de privados que no provienen del mundo académico y la reducción del poder de los rectores.

El gobierno sostiene que la educación universitaria es ineficiente y necesita depurarse.