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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

El TDAH es un trastorno difícil de diagnosticar, pero su detección temprana mejora la calidad de vida. Sin embargo, si no se trata a tiempo, puede llevar a adicciones y otros problemas de salud. La falta de diagnóstico se agrava cuando se suman otros trastornos del neurodesarrollo y del aprendizaje, como las altas capacidades. Esta situación puede generar "maltrato amoroso" hacia los menores, quienes terminan buscando escape en drogas y alcohol en la adolescencia, desarrollando una patología dual. La falta de diagnóstico también se relaciona con fracasos académicos, embarazos indeseados, accidentes y delincuencia.

Sin duda, el TDAH es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, es una de las condiciones que más cuesta diagnosticar. No obstante, la detección y tratamiento temprano, puede impactar positivamente en la calidad de vida de las personas con el trastorno.

Eso sí, si el TDAH no es detectada a tiempo, puede generar problemas de adicción y otros problemas de salud.

El infradiagnóstico del TDAH

El problema se multiplica, aseguran desde la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), cuando al TDAH, se suma otros trastornos del neurodesarrollo y del aprendizaje.

“Las altas capacidades no forman parte de los trastornos del neurodesarrollo o del aprendizaje, pero tienen toda una serie de comorbilidades con estos”, subraya el catedrático Honorario de Psiquiatría y director del Programa SJD MIND Escoles, del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, Miquel Casas.

En este sentido, abunda en que hay “muchas personas” con altas capacidades con TDAH, con trastorno del espectro autista, con dislexias o con discalculias, entre otros, que tienen “serias dificultades” en el colegio, a pesar de que tienen un coeficiente intelectual muy alto.

“Maltrato amoroso”

Y el hecho de que las altas capacidades y esos trastornos no sean diagnosticados y tratados “tiene serias consecuencias” sobre todo a partir de la adolescencia, según Casas, quien es miembro del comité ejecutivo de la SEPD.

Son menores que sufren “maltrato amoroso”, porque desde que son pequeños reciben tanto de sus familias, como de los maestros y de la sociedad en general, mensajes como que son unos vagos, que no atienden y no estudian porque no quieren. Además, los comparan con otros.

“Eso, repetido durante diez años, puede derivar en un cuadro de malestar emocional”, explica el psiquiatra, quien subraya que hasta los nueve años los menores intentan encajar, pero a partir de los diez o doce “se rinden” y el malestar emocional deriva en ansiedad y depresión.

Las consecuencias en la adolescencia

Con la llegada de la adolescencia, encuentran en la marihuana y el alcohol “una vía de escape”, de forma que desarrollan una patología dual: a la ansiedad y a la depresión se une el trastorno por el uso de estas sustancias, que para ellos se convierten en medicamentos.

Viven su vida como un maltrato y cuando entran en contacto con la marihuana, que es un antidepresivo, y el alcohol, que es un ansiolítico, se enganchan a ellos. “Cuando se hacen mayores, sobre todo los adolescentes con TDAH no diagnosticado, se apuntan a todo lo que son las drogas estimulantes, no porque sean unos viciosos, sino como una forma de automedicación”, sostiene el experto.

Y la adicción es solo una de las consecuencias de la falta de diagnóstico y abordaje de las altas capacidades y los trastornos del neurodesarrollo como el TDAH.

Otros grandes problemas

Según subraya la SEPD, el fracaso académico, los embarazos indeseados, los accidentes e incluso la delincuencia son habituales también entre estos jóvenes.

De hecho, según el psiquiatra, entre el 30% y el 35% de la población reclusa presenta alguno de esos trastornos y si hubiera sido diagnosticada y tratada a tiempo, el desenlace no habría sido el mismo.

“Algunas personas con este perfil tienen mucho éxito y son grandes emprendedores, como Bill Gates o Elon Musk, pero no es el caso de la mayoría que, aunque son muy inteligentes, fracasan en los estudios y en la vida interpersonal y social y se meten constantemente en fregados complicados”, prosigue Casas.

En ocasiones, se les diagnostica cuando ya son mayores, precisamente a causa de los problemas que tienen, cierra el experto.