Generalmente, las personas pueden confundir ambas enfermedad debido a la similitud entre sus nombres o los síntomas que pueden causar. Sin embargo, existen notorias diferencias entre ambas patologías.

La artritis y la artrosis son dos enfermedades reumáticas que comparten similitudes que radican principalmente en sus síntomas. Sin embargo, en el fondo, ambas patologías son totalmente opuestas, sobre todo en su evolución.

Cuando se habla de artritis, corresponde a la hinchazón y sensibilidad en las articulaciones, como en las muñecas, codos o rodillas. Las señales más frecuentes pueden ser el dolor o la rigidez en la unión de los huesos y con el paso del tiempo puede aumentar.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), “la artritis comprende más de 100 enfermedades y afecciones reumáticas, siendo la artrosis la más común”.

Por otra parte, se entiende por “artrosis” como aquella patología reumática crónica, que al igual que la artritis, podría ocasionar una inflamación e hinchazón latente en la unión de los huesos.

No obstante, esta condición pueda empeorar con el tiempo y provocar que el paciente no pueda “realizar con normalidad algunos movimientos tan cotidianos como cerrar la mano, subir escaleras o caminar”, sostiene el portal de salud CuidatePlus.

En este sentido, la principal diferencia entre ambas patologías radica en su “evolución”. Mientras que la artritis corresponde a una inflamación de las articulaciones, la artrosis puede generar un deterioro progresivo.

“Son dos enfermedades que cursan con dolor, en ocasiones hinchazón y rigidez, pero en la artrosis el dolor es de tipo mecánico, es decir, se desencadena con los movimientos y mejora con el reposo”, indica CuidatePlus.

Una mirada más en detalle

La artritis es catalogada como una enfermedad autoinmune vinculada principalmente con la inflación de la zona que une a los huesos. Los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) señalan que este concepto “se usa a menudo para referirse a cualquier problema médico que afecta las articulaciones”.

En la mayoría de los casos, esta patología puede estar asociada con otras enfermedades; las más conocidas pueden ser la “artritis reumatoide” o “artritis psoriásica”. También, podría ser el síntoma de otras afecciones reumáticas como el lupus.

Por su parte, la artrosis -conocida en medicina como osteoartritis- se clasifica como una enfermedad degenerativa articular, debido a la destrucción progresiva del “cartílago hialino”, fibras de colágeno que dan soporte y recubren los huesos.

Según la Clínica Universidad de Navarra (España), este tejido amortigua los extremos de los huesos y da movimiento a las articulaciones. Con la artrosis, este cartílago no funciona correctamente o puede llegar a desaparecer, esto podría ocasionar que los huesos rocen y causar dolor al paciente.

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Tratamientos: una diferencia marcada

Si bien, ambas patologías podrían sonar similares y compartir algunos síntomas, otra gran diferencia surge en la manera en que son tratadas. En el caso de la artrosis, no se puede curar del todo, pero sí reducir el dolor para que el afectado obtenga una mejor calidad de vida.

“No existe un tratamiento curativo para la artrosis, pero una combinación de fármacos, actividad física, protección de las articulaciones, evitar la obesidad y terapia física u ocupacional pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes”, comenta Montserrat Romera, reumatóloga del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona) y portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER), a CuidatePlus.

Los medicamentos utilizados incluyen paracetamol y antinflamatorios. Asimismo, terapias y ejercicios, acompañados de una dieta saludable como la mediterránea, pueden ayudar considerablemente en la deducción de los dolores provocados por esta patología.

Si los métodos descritos anteriormente no funcionan, los pacientes que padecen artrosis pueden optar por intervenciones quirúrgicas como inyecciones, realineación de huesos o reemplazo de articulaciones.

Por otra parte, los métodos usados para tratar la artritis consisten básicamente en medicamentos y terapias físicas. No obstante, estas pueden varias según el diagnóstico del paciente.

“Lo más importante es realizar un diagnóstico etiológico lo más precoz posible para instaurar un tratamiento adecuado que será diferente dependiendo de la enfermedad reumática de la que se trate”, afirmó la Dra. Romera.

“Después de un diagnóstico concreto, debe iniciarse un tratamiento específico, modificador de la enfermedad -como en las artritis inflamatorias o en la artritis gotosa-, o bien el tratamiento antibiótico en caso de artritis infecciosas”, agregó la especialista.