El desarrollo de la elección en forma impecable deja en evidencia la seriedad con que la institucionalidad y los chilenos tomamos los procesos electorales. Más importante que eso, sin embargo, han sido los discursos de ambos candidatos al conocerse los resultados. ¿Será la actitud de Kast un “caballo de Troya”, como plantea alguien o un sincero esfuerzo por lograr acuerdos para que el país avance? ¿Serán las fuerzas derrotadas capaces de articular propuestas concretas para conseguir mayor justicia social y bienestar de todos?

Resultado claro y categórico

La elección presidencial terminó con un resultado previsible –el triunfo de Kast sobre Jara– pero con una diferencia porcentual que excedió todos los cálculos. Algunos deseábamos que esa diferencia fuese más estrecha, por el temor de tener a un ganador excesivamente empoderado, dispuesto a aplastar a los adversarios y hacer retroceder al país en cuanto a los derechos sociales.

Las cifras (casi 18% de diferencia) no se explican sólo por el comportamiento de la candidata derrotada y su comando (es la candidata de la “no-derecha” con menor porcentaje en las definiciones de balotaje), sino por un cúmulo de situaciones que el electorado –digamos una gran mayoría del pueblo– quiso castigar.

Kast, contra todo pronóstico, ganó en todas las regiones del país y derrotó a Jara en muchas comunas en las cuales se esperaba que ella triunfara. Y donde triunfó, la candidata derrotada lo hizo con porcentajes mucho más estrechos de lo que se podría haber esperado.

El pueblo se pronunció, como dijo Jara, “en forma clara y categórica”, no dejando dudas sobre la opción. Los factores que influyen son muchos y no siempre inmediatos.

Buscando explicaciones

¿Es que acaso el pueblo se ha “derechizado”? ¿O es que la ultraderecha se ha convertido en una alternativa victoriosa como resultado del desencanto, la decepción y la desconfianza en quienes han manejado el país?

Las estrategias políticas de los que se opusieron a Pinochet incluyeron una relativización ética en sus acciones, sus renuncias, sus adaptaciones y sus decisiones de gobierno.

Ello, sumado al incumplimiento de las grandes promesas hechas desde la campaña de 1988 (“La alegría ya viene”) por los gobiernos concertacionistas; la carencia evidente de vocación verdaderamente democrática al asumir la Constitución pinochetista y el modelo económico sin mayores reparos; la debilidad demostrada en temas que requerían reformas profundas; los errores de este gobierno y el “fracaso de la superioridad moral” que proclamaban Jackson y otros; la falta de conducción política, de propuestas reales y el exceso de retórica; a lo que deben agregarse los problemas profundos que ha vivido nuestra sociedad por décadas, en cuanto a delincuencia, precariedades judiciales, injusticias sociales, problemas de vivienda, estado de crisis prolongado en la educación pública y la salud, han incidido en este escenario. Ya habrá oportunidad de profundizar en esos temas.

La fortaleza institucional y respeto político

Pero estas elecciones han dejado en evidencia varias realidades que, aunque probablemente nos parezcan obvias, no lo son en el contexto continental y quizás mundial.

Una elección de Presidente y Congreso, un balotaje posterior, sin que nadie reclame que ha habido fraude, es un verdadero orgullo.

El pueblo de Chile, en los escasos espacios de que dispone para incidir en las decisiones políticas, se expresa con serenidad, sentido republicano, valorización de su participación electoral. No sé si otro país del mundo puede exhibir con tanta claridad un proceso electoral con una votación limpia, un funcionamiento eficiente, escrutinios correctos y rápidos y la entrega de resultados definitivos en corto plazo.

Lee también...
Kast candidato, Kast presidente Lunes 15 Diciembre, 2025 | 09:12

Es verdad que la campaña fue muy ingrata para todos, con acusaciones, insultos, malos tratos y una agresividad descomedida de parte de todas las candidaturas (por lo menos 7 de las 8). De eso no cabe duda y muchos lamentamos que no hubiese surgido una fuerza capaz de poner otro tono.

Tal vez ese “tercer punto”, hubiera podido romper el esquema de “los dos grandes” representando posiciones extremas en el cuadro final, donde un alto porcentaje de votantes se encontraba sin más alternativa que elegir “por miedo al triunfo del otro”. Las caricaturas, en ese sentido, dieron más resultado a los que identificaban a Jara con Stalin que los que aluden a un eventual pasado hitleriano de los ancestros de Kast. Ni unas ni otras eran reales.

Boric y la tradición

La actitud del presidente Boric, su llamado al respeto y a la reafirmación de las tradiciones de Chile, en el sentido de hablar al país reconociendo los resultados –que, quisiera o no, involucraban un juicio a su gestión– y llamar a los candidatos para manifestarles su agradecimiento por la limpieza del acto y felicitar al ganador, demuestran algo profundo que está arraigado en la historia democrática.

Lo que quiero decir es que todos los presidentes posteriores a la dictadura, siguiendo el camino de sus antecesores elegidos por el pueblo, han hecho probablemente lo mismo. Kast atacó con dureza a Boric en todos estos años, desde la campaña del balotaje de 2021 y hasta esta misma semana, pero recibió el llamado del presidente y tuvieron una conversación respetuosa, en la que ambos afirmaron su voluntad de colaboración por el bien de Chile. Ni en Boric se notaba rencor ni en Kast prepotencia en su diálogo frente al país entero.

Los candidatos

Pese a todas las discrepancias de los dos candidatos y al trato duro que se dieron, ambos tuvieron actitudes destacables.

Lo primero: Jara llamó a Kast para reconocer su derrota y felicitarlo por el triunfo. No sólo eso: luego fue, acompañada de varios dirigentes, a saludar a Kast. Ya en 2000, en el balotaje, Lavín se apresuró en ir a saludar a Lagos que estaba en su comando. Esa tradición se mantiene.

Lo segundo es el discurso de Jara, llamando a renunciar a las tentaciones de hacer oposición cerrada, llamando a aprender de la derrota, teniendo una actitud vigilante para evitar retrocesos y de colaboración en los esfuerzos y proyectos en los que pueda haber coincidencias, rechazando desde ya toda forma de violencia en el ejercicio político democrático. Incluso Jara puso especial énfasis en reprender a sus partidarios para evitar el calificativo de “nazi” a Kast, para dejar de lado las caricaturas.

Tercero, el discurso de Kast –demasiado largo y retórico– en el que valoró el gesto y el discurso de Jara y llamó a sus partidarios a tener respeto por el adversario, prometiendo buscar diálogo, unidad y ser el presidente de todos los chilenos.

Lo valioso de estas palabras es que las dice cuando sus partidarios están enfervorizados y quizás querían oír un discurso más guerrero. Yo temía que en la euforia de la enorme victoria extremara su discurso, pero en lugar de eso lo moderó y tuvo una actitud en la que pareció más demócrata, más prudente, más sereno y más abierto que muchos de sus partidarios.

Lo que viene

Si bien, como dije, el desarrollo de la elección fue impecable y deja en evidencia la seriedad con que la institucionalidad y los chilenos tomamos los procesos electorales, más importante que eso, sin embargo, han sido las reacciones de ambos candidatos al conocerse los resultados.

¿Será la actitud de Kast un “caballo de Troya”, como plantea alguien o un sincero esfuerzo por lograr acuerdos para que el país avance?

¿Serán las fuerzas derrotadas capaces de articular propuestas concretas para conseguir mayor justicia social y bienestar de todos?

¿Cómo será el gobierno de Kast?

Hasta el 13 de diciembre yo tenía una interpretación a partir de la campaña. Hoy percibo algo diferente. Tal vez no sean las cosas como las hemos temido, sino que desde que asuma intente buscar soluciones consensuadas a muchos de los problemas que vive el país. Pese a su amor y admiración por Pinochet y Jaime Guzmán y a sus deseos de libertad para los condenados por delitos graves de lesa humanidad, es probable que no otorgue indultos y que acepte que los avances que han existido en estos más de 30 años no sean revertidos.

No nos engañemos: su escala de valores es la del sistema vigente, que, bajo la inspiración de Guzmán y los economistas de Chicago, combina un integrismo religioso con un liberalismo económico exento de límite éticos.

Esa combinación es difícil llevarla adelante en un régimen democrático (a Pinochet con su dictadura no le costó nada y estableció el autoritarismo más brutal, con una mirada integrista cristianizada y el neoliberalismo que impera hasta hoy) y tal vez justamente Kast deberá entender que es necesario fortalecer políticas sociales para mantener el apoyo y buscar medidas económicas que revelen ciertos límites, aunque eso signifique postergar o reorientar a ciertos inversionistas. Su posición, reiterada en la noche del triunfo, en cuanto a proteger los cielos del norte aunque eso signifique poner frenos a algunas inversiones proyectadas, revela que algo de eso está pasando por su mente.

Amanece el lunes 15 de diciembre.

Comienza un período en el cual el gobierno de Boric intentará cumplir algunas de las metas pendientes, mientras inicia los traspasos al próximo equipo gobernante.

Lee también...
De la rabia al miedo Lunes 15 Diciembre, 2025 | 10:20

Será el momento en que las altisonantes palabras del ganador en esta contienda bajen a la realidad, mostrando que el país no está estancado ni derrumbado, que Chile no se cae a pedazos ni todo es tan malo como se ha dicho. Al recibir las informaciones podrá darse cuenta de que no es necesario restablecer la legalidad, porque ella no ha sido afectada por el gobierno, sino por los particulares cuando no respetamos las normas del tránsito, las exigencias tributarias, la propiedad privada, las disposiciones de las autoridades.

No vamos a desconocer que en Chile hay problemas con un incremento de la delincuencia en las últimas décadas. Pero eso no se termina por un acto de voluntad.

Tal vez el futuro gobernante pueda entender por qué la policía uniformada no ha actuado como debería y recién ahora, cuando se termina el gobierno, está haciendo cosas que eludió cumplir por años.

Tal vez descubra que los casos de corrupción de esa policía y otras instituciones no son casos aislados, sino mucho más frecuentes y generalizados de lo que se ha querido dar a entender. Esperemos que la delincuencia no baje sólo en los noticiarios, como me decía un amigo, sino que en la realidad.

Será éste un tiempo para develar lo que es el Estado y él y sus cercanos podrán descubrir que “otra cosa es con guitarra”. Fue Boric quien, a los pocos meses de iniciado su gobierno, dijo: “las cosas son más difíciles de lo que parecían desde fuera”.

Por cierto, las cosas hay que hacerlas mejor. Y ésta puede ser una buena oportunidad de buscar la forma de mejorar el funcionamiento del Estado que, sin dudar, debe ser poderoso, eficaz, eficiente, sólido.

Lo que viene en la política puede ser algo muy interesante: 30 meses sin elecciones, tiempo para reorganizar los grupos, recuperar ideas y propuestas, promover organización e iniciar debates sobre el mundo que viene. Es el tiempo de ponerse pie y agruparse, reagruparse, organizarse, para buscar las soluciones profundas, a largo plazo, que no se agoten en el “cosismo” ni las urgencias, sino en la construcción de una nueva forma de vivir en Chile.