Podemos presenciar que las relaciones entre países no solo se esperan como meros encuentros diplomáticos, sino que se marca una pauta territorial y de eventuales acciones.
Acciones migratorias, advertencias y alianzas, así es como se ve el nuevo escenario político de la región. Repetimos la historia latinoamericana, una alternancia política entre izquierdas y derechas, de caudillos, revoluciones, dictaduras y democracias, al fin y al cabo, de vaivenes ideológicos, así es cómo se ha definido la idiosincrasia política de nuestra región.
Esta semana vivimos uno de los arrases más importantes en nuestra historia política presidencial, con un total de 7.254.850 votos, José Antonio Kast salió electo como el próximo y nuevo presidente de Chile. Pero esta vez me quiero referir al análisis de la elección en el escenario regional, alejándonos del debate y los desafíos en política nacional.
Los guiños y saludos internacionales empezaron desde el primer día de los resultados, Giorgia Meloni desde Italia, Santiago Peña en Paraguay, el recién electo Rodrigo Paz en Bolivia, el presidenciable de Honduras, Nasry Asfura. Y por supuesto Javier Milei desde al otro lado de la cordillera.
Pero el primer encuentro lo vivimos al otro día de las elecciones, el lunes José Antonio Kast viajó a la Casa Rosada en Buenos Aires para reunirse con Javier Milei, un encuentro que marcó la pauta de las relaciones que se vienen para Chile con Argentina.
Un contraste político después de que hace unos meses atrás, nuestro presidente Gabriel Boric, no se paró del asiento para saludar al presidente argentino en el cambio de mando de Bolivia, un saludo frío que reflejó más que una relación que se había mantenido distante, me atrevería a decir que prácticamente inexistente.
Pero el encuentro del lunes, era algo que no vivíamos hace años, y donde el recién electo presidente se acompañó de tres grupos empresariales de nuestro país, marcando la pauta de la agenda política y comercial que se viene entre ambos países, la reunión contó con la presencia de Quiñenco, grupo Matte y el representante de Cencosud.
Podemos presenciar que las relaciones entre países no solo se esperan como meros encuentros diplomáticos, sino que se marca una pauta territorial y de eventuales acciones. Lo que se había definido como parte de la estrategia de campaña, como un “candidato de terreno”, un estilo que busca imitar al expresidente Sebastián Piñera.
Con esta primera señal, podemos adelantar las alianzas que se vivirán en la región entre los presidentes de centroderecha y derecha del continente, a los que no solo los medios locales, sino que internacionales tildan de ultraderecha, o conservadurismo extremo, pero que sin embargo han sido electos por la ciudadanía de cada país.
Pero los contrastes políticos también marcaron desde el día uno esta agenda, mientras se publicaban las felicitaciones a través de X, de María Corina Machado, o alejándonos de la región, el saludo de Giorgia Meloni, desde Italia. También fuimos testigos de la tensa advertencia de Maduro hacia Kast diciéndole “cuidadito le toca un pelo a un venezolano…”, y a lo que Kast respondió: “Me tiene sin importancia, es un narcodictador”.
El contraste político que se vive en la región es latente, tenemos a los líderes de izquierda más extrema en Venezuela, Cuba y Nicaragua, y también de países gobernados por presidentes de izquierda, que han marcado la agenda política con procesos de impacto, como es el caso de Ecuador y el cambio de constitución liderado por su presidente, Daniel Noboa.
Que distinto a ellos, en Chile, se intentó llevar el mismo proceso el 2022, y en el que el resultado no sólo arrasó con el rechazo del proyecto, sino que nuevamente se repitió en los resultados con el voto en contra de este domingo a Jeanette Jara y su coalición partícipe de la primera convención y en su intento reciente por continuar en el ejecutivo.
¿Qué nos espera en la región?
Pareciera que la hegemonía que buscaba la izquierda en América Latina está llegando a su fin, con encuentros como el Foro de Sao Paulo en Brasil, con agendas que incluían intentos constitucionales, donde no podemos olvidar que Fernando Atria, brazo asesor de Michelle Bachelet en ese entonces, ya preparaba el camino para pavimentar una posible nueva constitución en nuestro país.
Sería irresponsable adelantarnos a confirmar el fin de los caudillos de izquierda en la región, pero ahora entraron más competidores desde la oposición, quienes antes no tenían la hegemonía geopolítica y los esfuerzos eran más bien individuales, como era el caso de Nayib Bukele en El Salvador, o de Milei en Argentina, y a los que Trump en Estados Unidos, les hacía gestos de amiguismos. Amiguismo, que se tradujo en un préstamo de US$20 mil millones a Argentina o del envío de más de dos centenares de deportados desde Estados Unidos hacia El Salvador.
¿Será esta la reconfiguración de la política en el continente? Alianzas, amenazas, acciones migratorias, acuerdos comerciales, definirán la agenda continental. ¿Serán más los beneficios que las pérdidas?, ¿A dónde se irán los venezolanos deportados de Chile, sin un acuerdo concreto con los países vecinos?
Una derecha que se tilda de extrema, pero que a la vez ha sido electa por el sistema democrático, algunos más conservadores, otros menos, como es el caso del liberal, Javier Milei. Ortodoxia política, recorte del gasto fiscal, orden y seguridad, crecimiento y creación de empleo, es algo que comparten todos los líderes de los partidos de centro derecha y derecha de la región en sus agendas prioritarias.
¿Hasta qué punto lograrán salir de ser gobiernos de emergencia para convertirse en democracias sólidas? Así se pensaba en la derecha liderada por Jaime Guzmán cuando fue el rostro de la reconfiguración del partido conservador, una derecha que a partir de la crisis buscaba el orden, rebelándose de una derecha que muchas veces velaba por los intereses de grupos económicos, el gremialista logró crear una derecha que buscaba erradicar la pobreza y abrir las puertas de Chile al mundo.
Lo mismo, en las relaciones de acuerdos internacionales de Chile con Estados Unidos, Europa y Asia. Vemos como una señal de optimismo que se retomen las relaciones bilaterales que tanto caracterizaron a Chile, desde los años 90’ en adelante, acuerdos que nos llevaron lejos independiente al presidente de turno.
Es algo que caracterizó por años a la política chilena, incluyendo a Frei, Lagos hasta Piñera, con Bachelet también podríamos decir que hubo mañoserías en las relaciones internacionales al igual que Gabriel Boric.
Creo que al menos en Chile, la institucionalidad se respeta, los órganos independientes al Estado tienen voz y voto, y donde se espera que la conversación sea sana entre el ejecutivo y el legislativo, y que nos mantengamos al margen de prácticas antidemocráticas, respetando tratados, decretos y donde las relaciones internacionales sean estratégicas pensando en nuestro beneficio y en el del fortalecimiento de la región.
Sofía González Guzmán
Periodista especializada en Medios de Comunicación
Mención en Entorno Político y Asuntos Públicos UAI
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