"En las noches sentía que iba a morir". Ricardo Vivallo, trabajador de la salud contagiado por covid-19 que pasó 40 días intubado.

Con aquellas palabras Ricardo Vivallo, quien se desempeña como jefe del Departamento de Mantención del Complejo Asistencial Doctor Víctor Ríos Ruíz de Los Ángeles, definió lo que fue su paso por el mismo recinto de salud, esta vez, como paciente.

Más de dos décadas ha trabajado en aquellas funciones, donde los últimos meses fue un participante importante en el equipo de logística, ya que se hizo parte de los planes para complejizar las camas y así aumentar la capacidad que se requiere en esta pandemia para los casos más graves.

El hombre, de 56 años, siempre fue consciente de que contagiarse era una amplia posibilidad por sus funciones, pero no había imaginado que aquello pudiera haberle costado la vida.

Cosa de horas

El 15 de octubre pasado llegó a Urgencias, donde le tomaron sus signos vitales y parámetros. Considerando un rango de saturación normal entre 96 a 100, Ricardo llamó la atención, ya que marcó 82.

Por esto le colocaron oxígeno, para luego ser derivado a la Unidad de Tratamientos Intensivos (UTI) con una sospecha de neumonía, teniendo además fiebre y bastante tos.

Sólo un par de horas más tarde tuvo que ser llevado a la Unidad de Cuidado Intensivos, la UCI, donde su única opción era ser intubado.

En su relato, el funcionario de la salud reconoció haberse negado en un principio, ya que sabía que serían al menos 10 días en esa condición, y luego, vendría su muerte.

Pidió ser llevado a casa, porque como lo expresó, su deseo era morir cerca de su familia. En medio de lo que ocurría, los llamó para despedirse, y recibió de parte de ellos, sus seres queridos, la petición de aceptar intubarse, de luchar por su vida.

Tras aquella conversación, Ricardo le comunicó al doctor que cambió de opinión, pidiendo que hiciera lo que ya se había propuesto.

Conocido por sus años de desempeño, el equipo clínico lo rodeó, le entregaron palabras de aliento antes del procedimiento, llenándose de esperanza, tal como lo recuerda, y quedándose con aquellas imágenes que le dan un significado positivo a todo lo que vivió después.

40 días

Más de un mes pasó Vivallo en aquella condición. El abrir sus ojos fue un despertar doloroso. No podía hablar, había perdido 24 kilos, y sus fuerzas estaban evidentemente reducidas.

El hombre sabe que su cuerpo luchó, a pesar que no lo recuerda, le narraron que así fue. No tiene consciencia de los 40 días intubado, para él pasaron tal como dormir.

Al regresar de aquel tiempo, el sufrimiento fue evidente. Su fuerza no alcanzaba ni si quiera para acomodar las sábanas que lo tapaban, estaba desorientado, al nivel de no poder reconocer las instalaciones del hospital en el que estaba, recinto que él mismo había ayudado a remodelar, y del que en más de una ocasión ideó planes para poder escapar.

Él pensó que había tenido un accidente vehicular.

Su proceso de hospitalización no estuvo ajeno del “delirium”, un cuadro clínico que aparece tras varios días de la internación, y termina siendo un síndrome de confusión, donde las personas viven una alteración de su conciencia y además desorientación.

Responsabilidad y cuidado

Su experiencia lo motivó a entregar algo de reflexión al resto de la población.

Ricardo reconoce que no fue un proceso fácil, que el virus genera que las personas vivan sus hospitalizaciones solas, lo que a su juicio, es algo bastante difícil, y que incluso, habían noches en que sentía que iba a morir así.

El estar fuera del hospital, con parte de su vida recuperada, pero lejos de las máquinas que le hicieron compañía y lo ayudaron a sobrevivir, lo motivaron a llamar a la responsabilidad y el cuidado.

Él sabe, por experiencia propia, lo riesgoso que es un contagio, y lo difícil que se torna para algunas personas sobrevivir al coronavirus.

Por esto, entregó un mensaje a las personas que actualmente siguen con su día a día, sabiendo que la pandemia aún está vigente.

“Sean responsables, y que se cuiden (…) yo llamo al autocuidado (…) tal vez uno puede ser asintomático, pero quizás no el que está al lado”, dijo Ricardo.

A sus 56 años, Ricardo tuvo que pasar luego de su intubación al proceso de recuperación, lo que también le entregó bastante dolor y angustia. Sus cuerdas vocales se dañaron, dudó de recuperar su voz. Le costaba incluso sentarse en la cama, y más aún pararse.

Cedida a RBB

Debido a los sedantes, el lado izquierdo de su cuerpo se llevó las mayores consecuencias, sintiendo como su mano tiritaba sin poder controlarla.

El trabajador del recinto sobrevivió también con una sonda, a través de la cual recibía alimentación. Para ir recuperándose de a poco de todo lo que pasó, trabajó con una fonoaudióloga para volver a aprender a tragar, para poder comer.

Aquella labor también estuvo acompañada de un terapeuta ocupacional y un fisiatra.

El pasado 15 de diciembre fue dado de alta, luego de vivir una experiencia que no pensó sería tan dura tras haberse contagiado con coronavirus, enfermedad que llegó a su cuerpo tras haber sido catalogado como contacto estrecho de otro positivo.