El principal bloque parlamentario del Líbano liderado por el movimiento armado chiita Hezbolá perdió la mayoría en las elecciones legislativas, según los resultados definitivos anunciados el martes, que dieron numerosos escaños a candidatos surgidos de las protestas de 2019.

La votación tuvo lugar el domingo en un país hundido por la peor crisis socio-económica de su historia que gran parte de la población, organizaciones internacionales y países extranjeros atribuyen a la corrupción y la mala gestión de una clase dirigente asentada desde hace décadas en el poder.

El movimiento chiita respaldado por Irán y sus aliados no pudieron alcanzar los 65 diputados necesarios para conservar su mayoría legislativa, anunció el ministro de Interior Bassam Mawlawi. Dicho partido y grupo armado obtuvo 13 escaños en los comicios celebrados el pasado domingo.

Amal, aliado de Hezbolá y del mismo signo religioso tendrá por su parte 14 de los 128 asientos de la Cámara, mientras que el tercer gran socio del bloque, el cristiano Movimiento Patriótico Libre, del presidente libanés, Michel Aoun, sumó 15 diputados en las elecciones.

Aunque la presencia de miembros directos de los tres principales partidos será prácticamente la misma que la registrada tras los últimos comicios de 2018, el bloque parece contar con menos diputados independientes y grupos menores favorables a ellos para garantizar otra mayoría de 64 escaños.

Estos son los primeros comicios desde el estallido en 2019 de una grave crisis económica. Entre los encargos del nuevo Legislativo, estarán elegir al próximo presidente de la República a finales de este año y ratificar la composición del Gobierno que tomará las riendas del país después de las elecciones.

Irrupción de los independientes

Además, la formación fundada por Aoun dejaría de ser la principal fuerza cristiana de la Cámara en favor de las Fuerzas Libanesas, una destacada milicia durante la guerra civil (1975-1990) posteriormente tornada en partido político. La contabilización indica que 17 miembros de las Fuerzas Libanesas lograron asientos en la cámara.

El Partido Progresista Socialista, vinculado a la minoría drusa y quien se alió con la antigua milicia cristiana para la campaña electoral, tendrá siete legisladores en el nuevo Parlamento.

Además, más de una decena de caras nuevas afiliadas a listas opositoras y reformistas lograron escaños tras presentarse como alternativas a la oligarquía de los partidos tradicionales, un hito númericamente limitado pero con un gran simbolismo en este país donde la clase dirigente está enraizada en el poder.

Algunos de estos candidatos alternativos lograron incluso arrebatar sus asientos a políticos de larga trayectoria, entre ellos el hasta ahora vicepresidente del Legislativo, Elie Ferzli.

La otra nota destacada de los comicios fue la fuerte entrada de los candidatos surgidos del levantamiento popular de 2019, que reclamaba la salida de la clase dirigente y una refundación del sistema político basado hasta ahora en el reparto del poder entre las distintas comunidades de este país multiconfesional.

Con 13 escaños en su poder, estos candidatos pueden alinearse con la oposición a los partidos tradicionales y ser la llave para la formación de un nuevo gobierno.

En un hecho inédito hasta ahora, dos candidatos independientes obtuvieron escaños en el sur del Líbano que habían estado en manos de los aliados de Hezbolá desde hace tres décadas.

Llamada a reformas

Según los observadores, la baja tasa de participación del 41%, contra 49% en 2018, mostró que los partidos tradicionales no pudieron movilizar a sus bases.

Ante la gravísima crisis económica, la clase dirigente fue acusada de dejar el país a la deriva al no tomar ninguna medida para corregir el rumbo.

Desde 2019, la moneda nacional ha perdido más del 90% de su valor, los ahorradores sufren asfixiantes restricciones bancarias y el desempleo casi se triplicó. Cerca de 80% de la población vive abajo de la línea de pobreza, según la ONU.

Y en 2020, el Estado cayó en default sobre su deuda por primera vez en su historia.

Además, una explosión devastó el puerto de Beirut en agosto de 2020, matando a más de 200 personas, dejando miles de heridos y destruyendo barrios enteros de la capital. La catástrofe fue ampliamente imputada a la dejadez de los dirigentes.

El secretario general de la ONU, António Guterres, felicitó el lunes a Líbano por la gestión de la votación.

“El secretario general cuenta igualmente con el nuevo Parlamento para adoptar de urgencia todas las leyes necesarias para estabilizar la economía y mejorar la gobernanza”, dijo un comunicado de su portavoz.

También señaló que la formación de un ejecutivo permitirá “finalizar el acuerdo (actualmente en discusión) con el Fondo Monetario Internacional y acelerar la puesta en marcha de las reformas necesarias para colocar a Líbano en el camino de la recuperación”.