Perú cerró este sábado su frontera a los migrantes venezolanos sin pasaporte, pero siguió permitiendo el ingreso de cientos de ellos en calidad de refugiados, en la peor crisis humanitaria en América Latina en tiempos de paz.

La obligación de presentar pasaporte para ingresar a Perú entró en vigor durante las últimas horas, luego de que millares de venezolanos llegaran apresuradamente en los últimos días al Centro Binacional de Atención Fronteriza de Tumbes procedentes del vecino Ecuador, tras cruzar Colombia.

Sin embargo, los funcionarios del puesto fronterizo peruano dejaron ingresar a cientos de venezolanos sin pasaporte, pero les exigían que cada uno de ellos llenara una solicitud de refugio. Esto les permite permanecer en forma legal en el país mientras se busca una solución definitiva a su situación.

“Por suerte todo salió bien, pude entrar pidiendo refugio”, dijo a la Agencia AFP Alejandra Osta, de 19 años, tras formalizar la solicitud de refugio en el puesto fronterizo peruano cercano a Tumbes, en la frontera con Ecuador.

Cerca del mediodía un centenar de venezolanos hacían fila para ingresar a una oficina del centro fronterizo a llenar la solicitud, mientras en un edificio contiguo la espera era breve para los migrantes que llegaban con pasaporte.

“Aquí nos han recibido muy bien”, dijo José Luis Araujo, licenciado en educación de 33 años de edad procedente de Maracaibo, tras sellar su pasaporte y entrar a Perú luego de recorrer en autobuses 2.250 kilómetros desde su país.

Siguiendo los pasos de Ecuador, Perú comenzó a exigir el pasaporte para impedir la entrada de venezolanos con documentos de identidad falsos.

Este sábado prácticamente todos los venezolanos sin pasaporte eran admitidos con la solicitud de refugio, una solución pragmática para el complejo problema que enfrenta Perú con la masiva llegada de migrantes.

En un respiro para los migrantes venezolanos, la justicia ecuatoriana suspendió el viernes la medida impuesta por el gobierno para exigirles pasaporte. Un documento casi imposible de obtener en una Venezuela carente de papel.

Pero el gobierno de Quito reaccionó de inmediato a la decisión de la justicia y dijo que solo dejaría entrar en el país a los venezolanos con un “certificado de validez de la cédula de identidad emitido por un organismo regional o internacional reconocido por Ecuador” o con el documento “debidamente apostillado”.

Ante las restricciones para entrar en Perú, algunos venezolanos optaron por quedarse en Ecuador, entre ellos Lourdes Ruiz, de 36 años, quien llevaba un mes viajando con la intención de llegar a Lima.

“Nos vamos a quedar aquí porque ya tenemos conocimiento de que Perú está colapsado, además no tenemos quien nos reciba”, dijo.

1.292 kilómetros hacia Lima

En los puestos fronterizos de Ecuador y Perú, distantes a seis kilómetros el uno del otro, se adoptaron medidas de emergencia para atender la avalancha de migrantes.

En ambos puestos, funcionarios y organizaciones humanitarias repartían comida a los viajeros, muchos de ellos arribados con niños pequeños.

En el lado ecuatoriano fueron instaladas tres carpas con 25 colchonetas cada una para que los venezolanos descansaran, ya que muchos de ellos caminaron unos 2.250 kilómetros hasta llegar a esta frontera.

En este paso, pese a los refuerzos, los funcionarios de migraciones estaban desbordados. De atender a unos 200 viajeros al día pasaron a recibir más de 2.500 venezolanos y algunos días de esta semana a más de 6.600.

Pero llegar a la frontera peruana no implica el fin de la odisea, pues seguir a la ciudad de Tumbes, 25 kilómetros al sur, cuesta 10 dólares en taxi, único medio autorizado. Y de Tumbes hacia Lima, trayecto de 1.200 km que demora 20 horas en autobús, cuesta 35 dólares.

Por ello, muchos venezolanos optaron por seguir a Lima caminando, entre ellos Luis Henríquez, de 26 años, quien cargaba sobre la cabeza un bulto con sus pertenencias.

“Partí temprano caminando antes de que nos agarrara el sol”, dijo resignado, al lado de un letrero que indicaba que le faltaban 1.292 kilómetros para llegar a Lima.

“Crisis total”

Más de 2,3 millones de venezolanos viven en el extranjero, de ellos más de 1,6 millones salieron de su país a partir de 2015 ante el recrudecimiento de la crisis económica y política. El 90% se dirigió a países de América Latina, según cifras de la oficina de la ONU para los refugiados (ACNUR) y la Organización para las Migraciones (OIM).

Más de un millón han ingresado a Colombia en los últimos 16 meses y cerca de medio millón a Perú, mientras que en Ecuador, convertido en país de paso, las autoridades calculan que viven 200.000, más de medio millón en Argentina y cerca de 115.000 en Chile.

“Es una crisis total”, la define Carlos Malamud, analista para América Latina del Real Instituto Elcano. “Las sociedades latinoamericanas no están preparadas para esta llegada masiva”, añadió.