El servicio y la protección son ejes en el lema de cualquier cuerpo policial a nivel mundial. Pero los desafíos entre una nación u otra, varían en cuanto al peligro que cada uniformado enfrenta.

El caso de Colombia se vuelve uno de los ejemplos a destacar si recordamos los ataques de los que son blanco sus policías, como el que en enero pasado dejó al menos 5 elementos policiales muertos y decenas de heridos ante un ataque con explosivos en el patio de una comisaría en Barranquilla.

Esta vez, la noticia en un escenario similar no tiene que ver con el crimen organizado o la respuesta de grupos subversivos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Se trata de un ambiente de distensión por parte de un grupo de uniformados, que en medio de una formación, decidieron con la orden de superior, romper filas pero al compás de un ritmo cumbiambero, ese que caracteriza a los colombianos.

El video se hizo viral, aunque quien lo difundió desde el cuerpo policial lo hizo con paso firme y cuidando cualquier desliz que pudiera revelar la ubicación de sus compañeros.

El hecho generó opiniones encontradas en la Colombia de la postguerra, consensuada al menos entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que firmaron un acuerdo de paz en 2016.

El material ha sido reproducido en diversos sitios de noticias colombianos, que no desaprovecharon la oportunidad de mostrar una faceta muy diferente de algunos policías. En tanto, algunos usuarios en redes sociales vieron en el video la necesidad de distracción de un cuerpo policial atribulado por un pasado y un todavía presente estado de violencia arraigado, pero otros dijeron sentirse avergonzados por la falta de decoro en las filas que -se suponen- están para prestar seguridad a la población.