En medio de un mar de barro y desechos minerales, cientos de rescatistas buscaban este sábado a eventuales sobrevivientes en un pueblo sepultado por el lodo en Brasil, tragedia que según el último balance oficial dejó al menos dos muertos y 28 desaparecidos.

Bomberos, militares y miembros de la Defensa Civil reanudaron el sábado la búsqueda entre esa masa viscosa que se tragó todo a su paso y cubrió las cercanías de la ciudad de Mariana, en el estado de Minas Gerais (sudeste), sobre todo en torno al pequeño pueblo de Bento Rodrigues, destruido tras la rotura de los diques de contención en dos tanques de agua y desechos de la empresa minera Samarco.

Al menos 28 personas permanecen desaparecidas, confirmó a la AFP el alcalde de Mariana, Duarte Gonçalves Junior, la tarde del sábado. Son 13 funcionarios de la empresa y 15 habitantes de la zona.

“Fue encontrado el cuerpo de una persona en el río Doce”, a 100 km de la ciudad de Mariana, dijo a su vez un portavoz de los bomberos de Minas Gerais que se identificó como cabo Marinho y precisó que la víctima todavía no fue identificada.

Es la segunda muerte relacionada con el deslave.

El alcalde de Mariana dijo que las búsquedas, que se realizan en al menos ocho poblados de la zona, serían suspendidas por la noche “porque es un lugar de muy difícil acceso y de mucho riesgo”.

Anteriormente, el comandante de bomberos de Mariana, Adao Severino Junior, había señalado al menos 17 víctimas mortales.

Más allá de las estadísticas hay familias desesperadas buscando a sus seres queridos. Como la de la pequeña Emanuele, de 5 años, que desapareció entre el barro al escaparse de los brazos de su padre que cargaba también a su hermanito de dos, relató el diario O Globo.

“Vimos cuando venía con los dos niños, pero no consiguió aguantarlos. Ayudamos a agarrarlo y también agarramos al niño, pero la niña se perdió” en medio del torrente de agua ocre, contó Marlon Celio, de 19 años, un vecino de la familia.

Según la lista divulgada por la alcaldía, son cinco los niños desaparecidos.

Una masa viscosa e incontrolable

La tarde del jueves colapsó el dique de un embalse con 55 millones de metros cúbicos de desechos del proceso de extracción de mineral de hierro. Poco después, cedió otro con 7 millones de m3 de agua y todo el torrente avanzó rápidamente unos 2 km para desembocar en Bento Rodrigues, de 620 habitantes y ubicado a 23 km de Mariana, la ciudad más cercana.

Ninguna sirena sonó para alertar a los vecinos de que evacuaran el pueblo. La empresa Samarco llamó por teléfono a Defensa Civil, algunas familias y líderes comunitarios. A los gritos los vecinos salieron corriendo hacia la parte más alta del poblado y, desde ahí, vieron cómo sus casas y la vida que tenían hasta entonces eran tragadas por el barro.

Medio millar de personas ya fue rescatada con vida. Tras lavarse con agua y jabón para librarse del fango y los residuos del mineral, fueron conducidos a albergues en Mariana, ciudad histórica de Minas Gerais.

Además de arrasar con todo a su paso, la ola de barro causó un “enorme daño ambiental”, según uno de los investigadores de la fiscalía del estado.

Ayudada por la gravedad, esa especie de arena movediza sigue avanzando y puede llegar incluso al vecino estado de Espiritu Santo a través de la cuenca del Rio Doce, afectando posiblemente a una docena de municipios ribereños.

Hasta ahora tampoco hay certezas sobre las causas de esta tragedia. La minera Samarco -propiedad a partes iguales de la brasileña Vale y la australiana BHP Billiton- ha asegurado que los dos diques que cedieron habían sido sometidos a fiscalización en julio de 2015 y que “se encontraban en total condición de seguridad”.

Sin embargo, la fiscalía de Minas Gerais investigará si los controles técnicos de las estructuras y las medidas de seguridad estaban en regla.

Poco antes de la tragedia se registraron pequeños temblores en la zona, algo habitual en Brasil. Pero expertos en sismología de la Universidad de Sao Paulo estiman improbable que hayan causado la ruptura de los diques.