Lejos de ser un comportamiento normal, los especialistas alertan a los padres que las agresiones físicas y psicológicas entre hermanos pueden llegar a ser aún más dañinas que el llamado bullying entre pares.

Una simple discusión, palabras hirientes, quitarse los juguetes o incluso los golpes, generalmente son situaciones tomadas con normalidad y como parte del crecimiento de los niños, que deben prepararse para el duro mundo de los adultos.

Pero atención, expertos en Ciencias de la Familia de la Universidad de New Hampshire (EEUU) advierten que incluso sólo una agresión puede dañar la salud mental del menor, desmintiendo que este tipo de violencia tenga algún beneficio, sin importar su gravedad o frecuencia.

Los datos fueron recogidos de un estudio realizado sobre 3.599 niños estadounidenses, de entre un mes a 17 años. El 32% reconoció ser víctima de agresiones físicas leves y de ellos, quienes tenían entre un mes y 9 años registraron una mayor angustia mental.

Por otro lado, las agresiones psicológicas o a la propiedad (quitar o romper un juguete por ejemplo) tuvieron el mismo impacto en todo rango de edad, según publicó EuropaPress.

Los investigadores insisten además en que este tipo de bullying entre hermanos no tiene los mismos efectos que el que se observa entre compañeros de colegio. Por eso llaman a los padres a prestar atención a los conflictos entre sus hijos y buscar la forma de mediar para evitar eventuales consecuencias psicológicas.