El periodista mapuche Pedro Cayuqueo fue detenido el pasado sábado 24, por una orden pendiente en una causa por usurpación de tierras que data del año 1999.
Según contó vía Twitter el propio director del periódico Azkintuwe, dicho proceso estaba hace mucho cerrado y él ya había cumplido condena por acusaciones relacionadas al conflicto territorial de comunidades en Traiguén.
Al pasar varias horas, Cayuqueo fue puesto en libertad, tras una engorrosa tramitación que terminó por confirmar que la orden de detención estaba fuera de lugar.
La lamentable situación llevó al pronunciamiento de la organización internacional Reporteros sin Fronteras, cuyo comunicado reproducimos a continuación:
Pedro Cayuqueo frente a la arbitrariedad: negación de la justicia en nombre de la censura
¿Rumor o una broma pesada? La detención del periodista indígena mapuche Pedro Cayuqueo Millaqueo, el 24 de noviembre pasado en la región de Temuco, parecía a primera vista una pesadilla. ¿Se trata en realidad del desafortunado azar de un control carretero? Esa tarde, cuando viajaba en automóvil con su hija y dos sobrinos –los tres menores de edad– en los alrededores de la comuna de Teodoro Schmidt, el director de las revistas Azkintuwe y Mapuche Times fue detenido por dos carabineros que mencionaron una orden de arresto en su contra. Poco importó que el caso fuera antiguo y ya hubiera sido juzgado, Pedro Cayuqueo tuvo que esperar hasta la media noche para que lo dejaran en libertad. La “pesadilla” muestra a la vez un escándalo judicial y una persecución política: una revela la otra.
El escándalo judicial ha durado más de una década. En octubre de 2003 Pedro Cayuqueo fue sentenciado a una pena de 61 días de prisión y a pagar una multa por “usurpación de tierras” y “encubrimiento de robo de madera”. Esto, por una causa iniciada en 1999, durante una ocupación de tierras expropiadas a las comunidades mapuches y cedidas a la empresa agroindustrial Forestal Mininco. El periodista purgó la condena dictada: fue encarcelado en 2004. También le confiscaron doscientos ejemplares de Azkintuwe -revista que fundó tras la ocupación de tierras de Traiguén– que nunca le fueron devueltos. Primera encarcelación. Primera censura.
Se empleó la misma lógica cuando Pedro Cayuqueo fue detenido una segunda vez por el mismo caso, en junio de 2005. Lo condenaron a 41 días de reclusión nocturna por no haber pagado la multa que le había sido impuesta. Obligado a dormir en una prisión ubicada a 90 kilómetros de su casa, tuvo que esperar diez días para que lo trasladaran a un lugar más cercano a su domicilio. Segundo arresto. Segunda censura. Este retorno a la prisión tuvo lugar poco después de que Pedro Cayuqueo solicitara su visa para viajar a Vancouver, Canadá, donde planeaba participar en un encuentro de periodistas indígenas del continente.
Aunque esta vez se libró de una larga estancia carcelaria, Pedro Cayuqueo no se salvó de padecer otro embrollo jurídico. Pese a que ya había purgado su pena, fue detenido de nuevo por una orden de aprehensión caduca, que databa del año de su primera encarcelación. Más grave aún, este 24 de noviembre los carabineros se negaron a liberarlo pese a la orden de una jueza de Traiguén: llamaron a la jueza de esa comuna, quien les ordenó liberar al periodista; sin embargo, no accedieron a hacerlo indicando que requerían una orden por escrito. ¿Los carabineros están al tanto de los cambios del sistema penal de su propio país, que hace poco pasó del sistema de tipo escrito al sistema penal oral?
Incluso aquí, la sombra de la censura se cierne sobre la “simple” medida administrativa, pues la voz de Pedro Cayuqueo llega a Chile y más allá de sus fronteras. El director de Mapuche Times acaba de publicar el libro “Sólo por ser indios”. Su detención ocurrió poco después de que el periodista visitara Argentina –viaje que realizó sin problemas– para debatir sobre diversos temas que constituyen el corazón de la situación actual araucana, pero que identifican a todo el continente: atentados al medio ambiente; la reforma agraria pendiente; violaciones a los derechos de las poblaciones nativas y a sus territorios; acceso limitado –o inexistente– a los medios de información y a las frecuencias de difusión de estas mismas comunidades. ¿Qué revela el caso Cayuqueo? Sin duda, los límites de un Estado de Derecho, pero también y sobre todo, la persistencia de una negación anclada a la sociedad chilena desde el final de la dictadura.
La detención de Pedro Cayuqueo constituye una siniestra advertencia para Elena Varela, documentalista encarcelada en 2008; para Marcelo Garay Vergara, periodista de El Ciudadano, detenido el 11 de septiembre de 2010; para Marcela Rodríguez, fotógrafa del sitio web Mapuexpres, detenida en junio de 2011, y para todos aquellos que se atrevan a informar sobre uno de los más antiguos conflictos sociales y medioambientales del continente.
La detención de Pedro Cayuqueo también es una señal de discriminación dirigida a los medios de comunicación comunitarios y digitales chilenos –en especial mapuches– que intentan desesperadamente obtener un lugar en un espectro mediático extremadamente concentrado.
La detención de Pedro Cayuqueo es, finalmente, un insulto al pluralismo, que hoy se debate en América Latina. ¿Y en Chile?
Benoît Hervieu, Despacho Américas de Reporteros sin Fronteras