La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) se reunirá el fin de semana en Montreal, casi un mes después de la caída del estadounidense Lance Armstrong, un hecho que reavivó las tensiones entre ese organismo y la Unión Ciclista Internacional (UCI).
Entre la AMA y la UCI las relaciones eran a menudo tormentosas, especialmente en un momento cuando el canadiense Dick Pound dirigió a la Agencia y el holandés Hein Verbruggen encabeza la organización mundial del deporte del pedal.
Sin embargo el tono se había suavizado en los últimos años hasta el punto de ver a los ejecutivos de la AMA destacando los esfuerzos del ciclismo para limpiar su deporte.
Y si el actual presidente de la UCI, Pat McQuaid, era citado como ejemplo en las últimas reuniones de la AMA por ser el ciclismo el primer deporte en implementar el pasaporte biológico, el irlandés deberá estar preparado para el sábado cuando se reúna a puerta cerrada el comité ejecutivo y el consejo de fundación el domingo, ambas instancias de la AMA donde ocupa un escaño como presidente de la asociación de las federaciones de deportes olímpicos de verano.
La UCI llega a la reunión en medio de una tormenta luego de que la Agencia Estadounidense Antidopaje (Usada) presentara un informe devastador sobre cómo el exciclista estadounidense Lance Armstrong impuso su ley en el Tour de Francia al doparse con EPO y recurrir a transfusiones de sangre, incluso con complacencia y protección de la propia asociación internacional de ciclismo.
“No, la UCI no ha cubierto a Armstrong”, dijo fuerte y claro McQuaid el pasado 22 de octubre cuando ese organismo despojó al estadounidense de sus siete títulos del Tour de Francia (1999 a 2005).
Tampoco la UCI, la AMA o la Usada lograron un resultado positivo por dopaje de Armstrong durante toda su carrera, según él, signo de los límites de las pruebas científicas en aquella época.
Varios exciclistas, incluyendo al estadounidense Greg LeMond, pidieron la renuncia del irlandés, quien asumió la cabeza del ciclismo mundial meses después que el texano ganara su séptimo Tour, y en especial la de su predecesor Hein Verbruggen, quien integra el comité directivo de la UCI en su condición de presidente honorario.
“Hubo un período durante el cual la cultura en el ciclismo quería que todo el mundo se dopara. No hay ninguna duda al respecto y los dirigentes (del ciclismo) deben asumir sus responsabilidades”, dijo recientemente el presidente de la AMA, el australiano John Fahey, sin poner en peligro su propia institución que no jugó ningún papel en la caída del estadounidense.
Su predecesor, Dick Pound, todavía muy influyente, señaló que la UCI “no es creíble” cuando ella dijo que no sabía lo que estaba sucediendo en el momento de Armstrong. Como director general de la AMA, David Howman, espera que la UCI haga su introspección.
Pat McQuaid ha prometido una comisión independiente para evaluar el papel desempeñado por la dirección de la UCI en el escándalo Armstrong.
Pero para llegar a esta comisión, la UCI tuvo cuidado con utilizar los servicios de la AMA y prefirió seguir el consejo del gran jefe del Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), el australiano John Coates.