Fue campeona olímpica por sorpresa hace cuatro años en Pekín, pero la judoca italiana Giulia Quintavalle no ha subido desde entonces a ningún podio individual y trata de reunir la tranquilidad necesaria para afrontar los Juegos de Londres y volver a lo más alto allí.

“Después de Pekín todo fue duro para mí”, explica la deportista romana en una entrevista con la AFP en el centro de entrenamiento olímpico de Ostia, cerca de la ‘Ciudad Eterna’, donde su éxito de 2008 en la final de -57 kg, donde ganó a la favorita holandesa Deborah Gravenstijn, figura bien visible en una pared.

“Sentía el peso del título olímpico sobre mis hombros, a pesar de que siempre había figurado entre las cinco mejores del mundo. Quizá nadie pensaba que podía lograr una medalla”, cuenta.

“Después de haber ganado era duro participar en otras competiciones”, explica la judoca de 29 años. “Después de uno o dos años me acostumbre, pero seguía siendo duro”, reconoce.

Grandes éxitos sin continuidad plagan la historia del deporte y la obsesión de Quintavalle era no vivir algo similar.

El entrenador principal del equipo italiano de judo, Felice Mariani, tiene una explicación.

“Es un problema que sufren muchos campeones olímpicos. Después de lograr un título olímpico, algunos atletas no vuelven a su máximo nivel en uno o dos años”, analiza.

“Un atleta combate a su máximo nivel y gana un oro, pero luego puede que no repita una actuación así porque quiere demostrar a su entrenador, a sus compañeros, a su padre, a su madre… ¡que es campeón olímpico!”, subraya Mariani, que considera la “presión” como un elemento clave de esa ‘maldición’.

Quintavalle ha analizado todo ello y se siente ahora en calma y con la concentración necesaria para no acusar la presión y tratar de volver a colgarse una medalla en Londres.

Actualmente, es la décima del mundo en su categoría y aunque no ha conseguido ninguna medalla individual desde Pekín, no busca excusas y admite sus propios errores, para tratar de aprender de ellos y que eso le sirva en Londres.

“La mayoría de veces fue por mi culpa, porque no conseguí autoconvencerme a mí misma en los momentos importantes”, concluye, intentando cerrar una etapa de su vida no del todo agradable y que los Juegos le permitan vivir los momentos tan bonitos de los que ya disfrutó en Pekín-2008.