Por donde se camine se nota todavía el paso del terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010. Hay casas a medio demoler, calles rotas por doquier y hasta una playa que está siendo intervenida por la mano del hombre con labores que se centran en la construcción de un borde costero que mitigue, a futuro, posibles maremotos que puedan afectar a la zona en algún momento.

Una localidad a medio funcionar, pero que sus habitantes hacen todo lo posible para levantar este verano 2012, con actividades diversas, con sus cocinerías, sus ricas empanadas de marisco, su playa y lo mejor… su gente.

La playa es hermosa. Una bahía en forma de “U” da la bienvenida a los turistas. Arena Blanca y agua limpia son garantía de buen descanso y unas lindas vacaciones este 2012.

Por sus callecitas algo desordenadas se pueden encontrar diversos puestos de artesanías, lugares donde se puede encontrar de todo para todos, desde juguetes para la playa hasta ropa, algún recuerdo, helados comida, de todo incluso baños.

Óscar Valenzuela

Óscar Valenzuela

A pesar de todo el empuje de las personas las cosas no han andado del todo rápido en Dichato luego del terremoto. La realidad de campamentos de emergencia ya se ha extendido por casi dos años. “Aldeas de Emergencia” como las llama el Gobierno, las que no han logrado ser erradicadas, aunque existe la promesa desde el presidente, Sebastián Piñera, pasando por el ministro de vivienda, Rodrigo Pérez Mackena, el intendente de la región del Bío-Bío, Víctor Lobos y un sin fin de autoridades locales que insisten en que a fines de este 2012 todos los damnificados deberían tener sus viviendas definitivas conservando características, al menos similares, en relación a la cultura de Dichato, una localidad costera en que muchos viven de la pesca, el turismo y los diversos recursos del mar. De todo aquello no se ve mucho.

Óscar Valenzuela

Óscar Valenzuela

Si bien hay actividades programadas para este verano en Dichato, los turistas no sólo se encontrarán con aquello, sino que también con los destrozos y casas a medio demoler que todavía quedan por muchos lugares. Aunque todo comienza en la carretera, ahí está todavía en pie, esperemos que no por mucho tiempo más, el campamento “El Molino”, el más grande de Chile, donde habitan miles de personas en sus diversos sectores. Sin duda cosas que todavía hay que mejorar.

Óscar Valenzuela

Óscar Valenzuela

Los afectados aún esperan soluciones. Si bien el Gobierno se comprometió con ellos a encontrarlas pronto, los tiempos se hacen largos y las necesidades son muchas aunque estemos a casi dos años del terremoto y tsunami. Los dichatinos continúan con la sensación de sentirse engañados por las autoridades y las confianzas siguen dañadas.

Es por eso que aprovechan canales para dar a conocer su angustia y nada más decidor que una mediagua con las demandas, con los problemas, con las desconfianzas y con toda la desesperanza que se transforma en una bandera de lucha a la hora de plasmar el descontento y el sufrimiento de casi dos años.

Óscar Valenzuela

Óscar Valenzuela

Hay situaciones que están completamente claras. Los dichatinos no quieren mendigar, no quieren asistencialismo… sólo quieren que los más poderosos no se aprovechen de la situación, no quieren alguien que los compre, sólo necesitan a alguien que los ayude a levantarse de la mejor forma, y que mejor que los vecinos para tender una mano… aquellos vecinos de las comunas cercanas o de otras regiones que pueden acercarse a Dichato y ayudar, incluso sólo con la presencia. Lo que tienen más que claro es que Dichato no se vende.

Óscar Valenzuela

Óscar Valenzuela

También es necesario hacer un llamado a los empresarios del transporte, porque una de las cosas que hay que mejorar es precisamente aquello, no puede ser que la gente que visita Dichato no tenga como volver a Concepción y alrededores después de las 7 de la tarde. Nadie está pidiendo que lo hagan gratis, sino sólo que pongan más recorridos, más aún ahora que en febrero se vienen muchas actividades, incluso algunas televisadas y transmitidas por radio a nivel nacional.

Óscar Valenzuela

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