La “primavera árabe”, saludada en el mundo entero como el amanecer de la democracia en una región dominada por medio siglo de dictaduras, favoreció el florecimiento del movimiento islamista Hermanos Musulmanes, convertido ahora en la principal fuerza política.

Los Hermanos tienen posibilidades de ganar las próximas elecciones –en parte, debido a la debilidad de sus adversarios–, especialmente en Egipto y Túnez, pero la mayoría de los analistas anticipa que tratarán de compartir el poder, al menos en un primer tiempo.

“Los Hermanos Musulmanes son hoy, en Egipto, en Túnez o en otros países como Libia, una pieza importante del tablero político”, afirma François Burgat, especialista de la región.

“(…) No es imposible que obtengan la mayoría (en las elecciones legislativas). Sin embargo, tanto en Túnez como en Egipto, no tienen de momento la intención de presentar un candidato oficial a la presidencia de la República”, añade.

La organización, fundada en 1928 por el egipcio Hasan Al Bana, es el movimiento islamista más influyente del mundo árabe. Tiene como divisa “Dios es nuestro objetivo. El profeta Mahoma es nuestro jefe. El Corán es nuestra ley”, pero se ha convertido desde hace algunos años a la “democracia”.

La Hermandad, reprimida por los ex presidentes tunecino Zine El Abidine ben Ali y egipcio Hosni Mubarak, aparece ahora como un actor político ineludible.

Los egipcios votaron masivamente (77%) “sí” al referéndum sobre la revisión de la Constitución propuesta por el Ejército y apoyada por los Hermanos Musulmanes.

Este movimiento, mejor organizado que los demás, fundó el partido “Libertad y Justicia”, que sólo estará en liza en la mitad de las circunscripciones en las legislativas de otoño (boreal), y no tendrá candidato a la presidencia.

Sin embargo, podría dominar el escenario político gracias a alianzas, aunque esté algo fragilizado por la disidencia de varios jóvenes que cuestionan el conservadurismo de sus dirigentes más veteranos.

En Túnez, Enahda (Renacimiento) adopta una táctica similar. Su jefe, Rashed Ganuchi, afirmó a la AFP que su formación era “la mayor”, y que un “gobierno sin Enahda sería muy débil”. Sin embargo, es favorable a “compartir” el poder.

Según los sondeos, este movimiento cuenta con el mayor número de intenciones de voto en la elección el 23 de octubre de la asamblea constituyente. Además, se le atribuyen importantes medios financieros.

Para John L. Esposito, profesor especialista de religiones y asuntos internacionales de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos), “los Hermanos musulmanes en Egipto y Enahda en Túnez están muy bien organizados (…) pero eso no quiere decir que van a gobernar”.

Varios regímenes han presentado a estos movimientos islamistas como instigadores de la “Primavera Arabe”, pero es realmente difícil saber cuál fue su verdadera influencia.

En Libia, el viceministro de Relaciones Exteriores, Jaled Kaaim, considera que en el seno del Consejo Nacional de Transición (CNT, dirección política de los rebeldes), los Hermanos Musulmanes “son los más activos y los más implicados”.

Y, en Siria, el poder asegura que la revuelta contra el régimen supone el resurgimiento de la rebelión de los Hermanos Musulmanes, aplastada en 1982.

En Yemen, el principal componente de la oposición parlamentaria es presentado por el régimen como la fuerza que alienta las manifestaciones, y está acusado de tener vínculos con Al Qaida.

“El objetivo de los Hermanos Musulmanes es, en esta fase, participar en el gobierno, pero no gobernar. (…) La táctica es realista, pero es obvio que los Hermanos Musulmanes tiene la ambición de llegar al poder, aunque ello les lleve tiempo”, opina el periodista y escritor libanés Hazem Al Amin, experto en el tema.