Con la instalación de modernos mareógrafos, el Servicio Nacional de Estudios Territoriales (SNET) de El Salvador inició un proyecto destinado a monitorear el Pacífico, epicentro de temblores e impredecibles alteraciones ocasionados por el cambio climático.

Con asistencia de la Universidad de Hawai, el SNET instaló el primer mareógrafo en el Puerto de Acajutla, 84 km al suroeste de San Salvador, para monitorear el nivel del mar, iniciativa que forma parte de un proyecto apoyado por la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA por sus siglas en inglés).

“Ahora podremos vigilar mejor los 321 km de línea de costa que tenemos, y en el caso de una emergencia, este aparato (mareógrafo) nos va a permitir declarar una alerta en forma oportuna”, declaró a la AFP el oceanógrafo del SNET Francisco Gavidia.

El nuevo equipo, que también se instalará en el puerto de La Unión, 185 km al sureste de la capital, permitirá detectar con mucha anticipación los tsunamis que se generen a gran distancia, pero en el caso de los que se puedan generar localmente, la alerta se reduce 40 minutos antes de la llegada del fenómeno.

“Este tipo de estaciones (de medición) son muy útiles sobre todo para tsunamis regionales o distantes, para tsunamis locales (…) sirve más la sensibilización de la población de la costa”, comentó Gavidia.

Según el experto, cuando se registre un temblor de 6,5 grados en la escala de Richter y más de un minuto de duración, la población de la costa tiene que “inmediatamente buscar las alturas porque la primera onda de tsunami puede arribar en los primeros 20 minutos”.

El proyecto de la NOAA incluye también la costa pacífica de otros países ubicados en forma “estratégica para vigilar” el comportamiento del océano y procesar datos como la altura del nivel del mar, predicción de marea astronómica y establecer niveles de referencia para cartografía.

El SNET con la cooperación de Cuba impulsa desde el 13 de agosto un proyecto denominado “Procesos Costeros” que incluye el estudio de las corrientes marinas, oleajes y mareas que “modifican” la línea de costa principalmente en la Playa El Espino, la más extensa del país con unos 12 km, en el suroriental departamento de Usulután.

En El Espino, donde la última semana las fuertes mareas alcanzaron una carretera paralela a la playa, según Gavidia, se perdieron 200 metros de la línea de costa en las últimas dos décadas.

Otro de los países que también coopera con estudios es España, que identifica las amenazas por tsunamis y la vulnerabilidad de la población costera.

Con los nuevos aparatos oceanográficos y los estudios se podrán demarcar las playas del país con la colocación de banderolas verdes, amarillas y rojas para que la población pueda advertir el grado de peligrosidad, explicó Gavidia.

De escasos 20.742 km2 y 6,1 millones de habitantes, El Salvador es conocido como “el valle de las hamacas” por la alta sismicidad provocada en el Pacífico por la interacción de las placas Cocos y Caribe, y por las decenas de fallas que surcan el territorio producto de una cadena volcánica, que a lo largo la historia han generado decenas de terremotos.