Los efectos en Adolf Hitler, atribuidos al consumo de metanfetaminas y otras denominadas "drogas duras", quedaron registrados en video. ¿Quién lo inició en este mundo? Fue, irónicamente, un hombre de su entera confianza.

Todos conocen a Hitler como tirano. No es algo que históricamente se ponga en discusión. Sin embargo, el calificativo de “adicto consumado” que le atribuyen por consumo de metanfetaminas y otras drogas duras, sí es una faceta desconocida para muchos.

Muy a la sombra del holocausto, que sigue horrorizando a millones, Adolf Hitler tenía aficiones como la pintura. Las artes se le daban por naturaleza, una que se volvió feroz con el paso de los tiempos, aplicada en la política de la Alemania nazi que no tuvo piedad de los judíos ni de los que se atrevieran a ayudarlos.

Cuando los ojos del mundo estaban puestos en esa implacable era antisemita, los del führer estaban girados, en medio de su tiranía, a la adicción de las metanfetaminas y otras drogas, según un artículo publicado por la BBC.

Ese narcótico, al que hace referencia el medio británico, es descrito por el sitio español MedlinePlus como un estimulante adictivo que en un inicio puede generar conductas placenteras, pero con el paso del tiempo se convertirán en nerviosismo, excitación, miedo y también ira.

Esta droga en forma de roca cristalizada, o en polvo, puede “elevar tanto su temperatura corporal que puede desmayarse, (generarle) picazón severa, además de ‘boca de metanfetamina’, con dientes rotos y boca seca, sumado a problemas para pensar y emocionales”.

La fuente en la que se basa la prensa británica para acercar a Hitler a los efectos antes descritos, habla de situaciones puntuales que llevaron al menoscabo de un hombre que sufrió en silencio sus adicciones, en medio de su osadía por perfeccionar la raza aria y expandirla en todo el mundo.

Hitler trataba de mantenerse eufórico y despierto en medio de sus planes de dominación.
CEDOC / Perfil

Hitler: un “adicto consumado”, llamado “El führer de las drogas”

“El Gran Delirio” (traducido a 18 idiomas, incluyendo el español) es el título del libro, escrito por Norman Ohler, que puso a rodar en extensas líneas la forma en que Adolf Hitler se sumergió en el oscuro mundo de las drogas, de las más potentes, entre las que también figuraron la morfina, la cocaína y la heroína, además de las metanfetaminas.

“…’el Führer de las Drogas’, un adicto consumado cuyas venas estaban casi colapsadas para cuando se retiró al último de sus búnkers”, retrató el autor, novelista y guionista alemán, quien publicó a lo largo de su vida algunos “Best Sellers”, referentes a la drogadicción en el Tercer Reich.

Cabe destacar que, “Der Totale Rausch” o “El Gran Delirio”, fue furor de ventas cuando salió a luz el 10 de septiembre del 2015.

“El libro trata del uso o abuso masivo de drogas durante la Alemania nazi”, adelantó Ohler a la prensa británica. Los hombres de Hitler incluso elaboraron estratégicamente un tipo de metanfetaminas, denominada “Pervitin”, según la obra.

Hitler consumió drogas poderosas. Su médico dejó registro que luego serviría para fundamentar lo escrito en el libro "El Gran Delirio".
El Español

El libro establece que la adicción del führer pasó por varias etapas.

“La primera, de 1936 a 1941, cuando Hitler tomaba vitaminas y glucosa. En 1936 conoce a Theodore Morell, quien se convirtió rápidamente en su médico personal. Éste le dijo: ‘Te puedo poner inyecciones de vitaminas con las que te sentirás magníficamente de inmediato y con las que nunca vas a tener un resfriado”.

Las inyecciones, en un inicio, de vitaminas y glucosa, llegaron para quedarse en la vida de Adolf Hitler, de la mano del hombre que lo empujó lentamente al uso de las drogas.

En 1941, la batalla entre soldados alemanes y rusos presentó resultados adversos a la estrategia germana, y el líder nazi se embarcó a un mundo sumamente oscuro de consumo de algunas sustancias.

“Hitler empezó a tomar hormonas, esteroides y barbitúricos. Le inyectaban hormonas de animales, incluyendo de cerdos, y al parecer funcionaron”.

Más adelante, la evidencia la aportó el hombre que le suministró la droga -es decir, su médico-, quien lo volvió un “adicto consumado”.

Theodor Morell: el médico que inició a Hitler en el mundo de las drogas según el libro "El Gran Delirio".
BBC

Pervitin (metanfetamina), miles de inyecciones y drogas duras para Hitler

En 1943, las denominadas “drogas duras” fueron incorporadas en la vida del hombre que proyectó fuerza, escondiendo una gran debilidad por los narcóticos, según Ohler.

El escritor se basó, entre otros documentos, en los que se encontraron en la oficina del médico de Adolf Hitler, en el que hacía constar la aplicación de 800 inyecciones durante 1.349 días.

“En julio de 1943 (Hitler) tuvo una reunión decisiva con Mussolini, que quería abandonar a las Potencias del Eje, y Hitler estaba muy deprimido por eso. Morell usó por primera vez una droga llamada Eukodal (hoy Oxicodona), un analgésico opioide semisintético, un primo farmacológico de la heroína, pero que producía un efecto de euforia mucho más potente”, aseguró Ohler.

No solo era el Eukodal. El führer lo combinaba para llevar los efectos al límite, como el “adicto consumado” que ya era.

“Había ocasiones en que tomaba cocaína y Eukodal en un período de pocas horas, lo que en jerga de la droga se llama Speedball”

Para cuando el líder nazi estaba sumergido en la drogadicción, según lo describe el libro, la metanfetamina, Pervitin, tenía 4 años de ser una droga de consumo muy popular en la sociedad alemana.

“En Berlín se convirtió en la droga de moda, la gente la tomaba como tomaba café para mejorar sus niveles de energía. Se tomaban dosis enormes de Pervitin, en todas partes. La compañía quería que Pervitin fuera un rival de Coca Cola”, consignó Norman Ohler.

“El Gran Delirio” fue recibido con buena crítica en una Alemania que pretende dejar atrás el horror de una era que causó un descomunal daño. No obstante, los registros siguen dando la vuelta al mundo, entre estos, el de un Hitler catatónico, abonando a la teoría presentada en dicho libro.