Existe un amplio repertorio de juegos típicos en Chile y que reaparecen en cada Fiestas Patrias. Muchos de ellos fueron introducidos al país durante el período colonial y se instalaron con gran fuerza en la cultura popular de la época.

Según Macarena Sánchez, directora de la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae, estos juegos se arraigaron tanto en las comunidades que incluso lograron sobrevivir a las reiteradas prohibiciones de distintas autoridades, civiles y eclesiásticas de la época, especialmente a fines del siglo XVIII.

Su práctica, dice la experta, siempre estaba bajo vigilancia debido a su supuesto vínculo con el desorden y superstición.

“La creencia en la suerte y el azar fue un componente sistemático en la celebración de los juegos, lo que generaba especial resquemor entre el clero”, explicó la experta.

“Así sucedió, por ejemplo, con juegos que contemplaban apuestas asociadas especialmente -aunque no exclusivamente- a los juegos de cartas y dados a lo largo de toda la historia colonial”, añadió.

Según Sánchez, estas prácticas y el carácter fetichista que las envolvía llegaban a ser incluso un fundamento legal para invalidar el pago de apuestas realizadas en ocasión de un juego.

De hecho, durante el siglo XVIII, en San Martín de la Concha, se ventiló un largo proceso de brujería producto de una corrida de caballos donde circulaban las apuestas.

“El diablo en persona vino a untar la pezuña de uno de los corceles para evitar la pérdida de su protegido, el vecino José Lara”, dice el documento citado por Eugenio Pereira Salas, en “Juegos y alegrías coloniales en Chile” (1947).

Economía

Sin embargo, el principal móvil que pudo haber resuelto la situación legal de una diversión pública es el aspecto económico que representaba para la autoridad, dice Sánchez.

“Así, por ejemplo, existía un estanco específico que pesaba sobre la producción y comercialización de los naipes, entregando una externalidad positiva para las autoridades ilustradas”, explica.

Otro caso lo constituye el intento por incentivar las corridas de toros y la lotería, los que en la colonia fueron abierta y fuertemente apoyados por funcionarios de la Corona, por ser una importante fuente de ingresos para la real hacienda.

Para el caso de las prácticas taurinas, su fomento colonial no dio los frutos esperados al igual que sus ganancias, y ya a fines del periodo fue vista con recelo por algunos letrados.

Con el advenimiento de la República se presenta como una afición poco ilustrada, bárbara e incivilizada, muestra clara del atraso de la cultura propiamente hispana, por lo que no tuvo mayores objeciones para iniciar su erradicación de Chile.

Así las corridas de toros, que se realizaron para celebrar la jura de la Constitución de 1828, explica la académica, “fueron calificadas de ridículas en El Mercurio de Valparaíso. La tauromaquia fue prohibida finalmente bajo el gobierno de Freire”, dice Sánchez.

Juegos mapuche

De acuerdo a la investigadora, en el mundo mapuche también existe un amplio repertorio de juegos tradicionales practicados por niños y adultos, y que están descritos en documentos y crónicas hispanas, como el palín o juego de la chueca. “Estos tenían un carácter deportivo, pero también religioso”, detalla la Dra. Sánchez.

El palín, al igual que otros juegos coloniales traídos por los españoles, sufrió distintas prohibiciones durante el periodo colonial.

“En 1764, durante el sínodo de Santiago de Chile, se denunciaba su práctica como un juego que daba ocasión a la promiscuidad, pues lo jugaban tanto hombres como mujeres, y a la violencia”, afirma la experta.

“A pesar de ello, el palín, al igual que otros juegos, sobrevivió en la tradición local. A finales del siglo XIX se practicaba tanto Santiago como otras regiones del sur”, dice Sánchez.

Otros juegos, en especial aquellos de mayor predilección entre niños, fueron promovidos y difundidos ampliamente durante el periodo hispano, como las escondidas, la gallina ciega o el luche.

Períodos históricos

Parte importante de los juegos típicos que se celebran hoy tiene origen en los primeros años del asentamiento hispano, detalla la directora de la Escuela de Historia Finis Terrae.

Explica que los meses en que más se acostumbraba a desarrollar las competencias épicas eran abril, mayo y junio que, “en la época preindependentista, correspondían con las festividades de los más importantes santos patronos, como San Sebastián y Santiago Apóstol”, cuenta la académica.

Según la directora de carrera, tras la Independencia de Chile se mantiene la dinámica de las fiestas y los juegos, uno de los aspectos de continuidad colonial más importantes en las celebraciones republicanas.

“Así, con motivo de la conmemoración de la Primera Junta de Gobierno de 1810, el día 18 de septiembre de 1829, ‘El Mercurio de Valparaíso’ dejó testimonio de uno de los juegos más representativos de las fiestas como era el palo ensebado, el que se instaló en la plaza Orrego”, explica Macarena.

Esa tarde, agrega, “siguieron los juegos del volantín y equitación en la plaza principal, que se habría repetido en el día anterior”.