Si tuviéramos que describir el “Slut Shaming” en una canción, el tema “Tu reputación” de Ricardo Arjona calzaría perfecto.

Con frases como “Tu reputación, son las primeras seis letras de esa palabra” o “Has hecho el amor más veces que mi abuela, y aún no acabas ni la escuela” el cantautor realiza una perfecta demostración del término que se traduce al español como “tildar de prostituta” a una mujer.

Esta es una forma normalizada de discriminar y atacar a la libertad sexual de mujeres que pueden tener una vida sexual activa o que en ocasiones, ni siquiera la tienen, pero se les clasifica como “sueltas” o “frescas” por alguna actitud que al resto no le pareció apropiada para una “chica de bien”.

Para muchos, puede ser sólo una forma de expresión, sin embargo, esta práctica ha tomado otro rumbo con el auge de las redes sociales, siendo la forma de acoso más común entre estudiantes (según la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias), incluso ha cobrado vidas de mujeres, que no soportaron la presión de ser víctimas del “Slut shaming”.

Una forma de abuso

El “slut shaming” es un término de moda, porque pese al empoderamiento de la mujer y el avance en sus derechos, continúa siendo usual juzgar a las mujeres por tener una vida sexual activa sin estar casadas, haber tenido más de una pareja sexual, ser coquetas, vestirse o moverse de cierta manera e incluso, por ser víctimas de violación aludiendo a que “se lo buscan” por su ropa o haber bebido alcohol.

La psicóloga Sharon Lamb, autora de libro “La sexualidad ‘correcta’ para las niñas” explica que el slut shaming es un término usado para culpabilizar a una mujer por tener comportamientos sexuales o expresar deseos sexuales que son contrarios a los establecidos por los estándares de la religión o el tradicionalismo, sean reales o no.

Leah Kelley | Pexels

Emily Lindin, fundadora de “The UnSlut Project”, un movimiento que promueve la igualdad de género, positividad sexual, educación sexual integral y adecuada para todas las edades, señala en una columna para Teen Vogue “Casi todos lo hemos hecho en algún momento, o al menos, sin quererlo participamos en él” indicando que es algo que se debe a que crecimos en una cultura en la que para muchos, esta forma de abuso es tan normal que ni siquiera nos damos cuenta”.

La activista creó, en 2013, un movimiento para combatir este tipo de abuso luego de recordar su experiencia al ser calificada como la “puta” del colegio, a partir del caso de tres jóvenes, Rehtaeh Parsons, Amanda Todd y Audrie Pott, quienes se suicidaron porque no soportaron el acoso que vivieron a causa de lo mismo.

Un ejemplo claro de este tipo de abuso que conmocionó a Chile es el caso de Katy Winter, la joven alumna del colegio Nido de Águilas, que fue víctima del “slut shaming”, siendo acosada por personas que la trataban de “puta” o “perra” a través de un sitio web en el que los alumnos del establecimiento. al que pertenecía Winter, mantenían conversaciones en las que usualmente denigraban a las mujeres.

El cyberbullying que vivió la joven estudiante llegó al extremo que “la identidad virtual (de Katy) fue totalmente destruida”, señaló su padre Emanuel Pacheco, quien añadió que esto habría sido un factor importante en la determinación final de Winter, quien se suicidó.

Katy Summer | Soundcloud

El efecto en los jóvenes

Tal como mencionamos anteriormente, esta práctica es una de las formas más comunes de acoso sexual que enfrentan los estudiantes, reveló en un estudio la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias.

Esto, porque las redes sociales se han transformado en el mejor refugio de quienes buscan degradar a las mujeres, muchas veces en el anonimato que permiten estas plataformas.

A través de estas plataformas, los jóvenes suelen compartir chats, imágenes o videos explícitos de adolescentes, muchas veces sin su consentimiento, en los que las avergüenzan por los mensajes que intercambiaron, la forma de vestir o comportarse de estas chicas, que son juzgadas en base a lo que una persona decide representar de ellas.

El acoso que reciben es tan grande que muchas sucumben ante este, considerando que la emoción más intensa que tienen los humanos no es la ira o la felicidad, sino que el sentimiento que viven cuando son humillados.

Andrea Piacquadio | Pexels

Esto deriva en comportamientos autodestructivos, que se manifiestan con problemas respecto de su imagen corporal, depresión, ansiedad o lo más grave, pensamientos suicidas, que las llevan a tomar drásticas decisiones, destaca Very Well Family.

Mónica, la primera víctima mundial del “Slut Shamming”

Probablemente la primera víctima del “slut shaming” a nivel mundial es Mónica Lewinsky, la ex becaria de la Casa Blanca que cuando tenía sólo 22 años se enamoró de su jefe, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.

Monica tuvo un affair con Clinton que fue revelado por Linda Tripp, su “amiga” que grabó las conversaciones en las que Lewinsky habló sobre su relación y las entregó sin su consentimiento al FBI.

A partir de ese día, Lewinsky fue vapuleada y humillada mundialmente a través de internet al ser calificada de “zorra”, “puta”, “ramera” o “esa mujer”, algo que comentó luego de más de una década del hecho a través de una TedTalks denominada “El precio de la vergüenza”.

En la charla, la también activista, revivió la crueldad en la que estuvo inmersa cuando el escándalo explotó y fue precisamente internet la fuente informativa que la hizo conocida y humillada a nivel mundial.

Según destacó, en 1998 su madre vivió constantemente a su lado, acompañándola a dormir todas las noches y obligándola a tomar duchas con la puerta abierta, esto porque pensaba que la humillarían hasta matarla, literalmente.

El caso de Taylor Swift

La joven cantante ha sido constantemente víctima de “slut shaming”, desde que comenzó su carrera y se hizo conocida a nivel mundial, ya que no se adecuó al “estándar esperado” para una estrella del pop adolescente, ser casta y no tener tantos novios o citas.

Swift ha sido constantemente degradada por ser activa sexualmente y haber mantenido varias relaciones durante su juventud, con famosos como Joe Jonas, Taylor Lautner o Harry Styles, entre otros.

Fue tanto el bullying que recibió la cantante que decidió plasmarlo todo en el papel para crear uno de sus mayores éxitos “Blank Space”, canción en la que señala “Tengo una larga lista de ex-amantes, te dirán que estoy loca, pero tengo un espacio en blanco y voy a escribir tu nombre”.

Sin embargo, pese a que volvió la cultura tóxica a su favor creando un éxito de las listas musicales, los dichos en torno a su reputación aún la persiguen y forman parte de la “cultura pop” que quiso rescatar Netflix en su serie “Ginny y Georgia”.

La producción que se basa en la vida de una adolescente y su madre, quienes se mudan a Nueva Inglaterra para tener una nueva vida, muestra a ambos personajes en una conversación trivial en la que una se pregunta si ha terminado con su novio, destacó Forbes.

La respuesta que entrega el otro personaje fue “¿Qué te importa? Cambias de hombre más rápido que Taylor Swift” lo que levantó la furia de Taylor, cansada de que este tipo de bromas aún se realicen.

La cantante no dudó en manifestar su molestia a través de su cuenta de Twitter en la que señaló “Hola, Ginny & Georgia, 2010 llamó y quiere que le devuelvan su broma perezosa y profundamente sexista” añadiendo “¿Qué tal si dejamos de degradar a las mujeres trabajadoras definiendo esta porquería como graciosa?”.

Finalmente, Swift emplazó directamente a la plataforma, donde está su documental “Miss America” destacando que este estilo no se veía bien en ellos y un irónico “Feliz mes de la historia de las mujeres… creo”, aunque la plataforma no se manifestó ante la molestia de la cantante.

Pon ojo en estas actitudes

La activista Emily Lindin estableció una lista de ejemplos del “Slut Shaming” a través de una columna publicada en Teen Vogue, destacando que muchos ni siquiera nos damos cuenta de que constantemente estamos validando esta forma de abuso.

Aquí, te dejamos algunas de las actitudes típicas que conforman el “slut shaming”.

1.- Culpar a una mujer si se difunde una imagen de ellas desnudas: los famosos “pack” de imágenes íntimas que comparten los jóvenes a través de redes sociales se realizan en el marco de la confianza que pueden tener en el otro.

Sin embargo, pese a que la motivación fue compartir imágenes para el placer del destinatario, este encuentra en esa imagen el control de la chica y decide compartirla sin su consentimiento, arruinando su vida social ya que a la primera persona que se juzga es a la chica, no a quien realizó la acción.

2.- Burlarse de las prácticas sexuales de otra persona por no ajustarse a lo “común”: la comodidad y seguridad que tienen algunas jóvenes para compartir sus gustos sexuales, derivan en que sean avergonzadas por sus elecciones al momento de querer conseguir placer, ya que son tratadas como “anormales” o “extrañas”, cuando ni siquiera se debería cuestionar su vida sexual, ya que es sólo de ella.

3.- Asumir que la vestimenta de una mujer es sólo para impresionar a los hombres: básicamente, es pensar que aquella mujer a quien juzgan, se levanta todos los días pensando en cómo vestir de la forma apropiada con el único objetivo de excitar a hombres, sin pensar en que puede llevar un vestido sólo porque hay 30 grados de calor o sencillamente le gustó como le quedaba.

4.- Mantener una percepción diferente de hombres y mujeres en base a su sexo: Al llegar a la adolescencia las hombres continúan en la senda de hacer todo lo que quieran, desde lo educativo hasta lo social, sin embargo, para las mujeres las cosas son diferentes. Llegada la pubertad comienzan a recibir críticas respecto de su forma de vestir, porque ya van dejando atrás el cuerpo de niñas, o su comportamiento, que siempre debe ser recatado acorde a las normas sociales que, para algunos, aún rigen.