“Aunque sus amigos la consideraban una joven alegre y risueña, su vida comenzó a oscurecerse en noviembre del año pasado, luego de intentar terminar, en varias ocasiones, una relación tóxica. Una de las cosas que más la angustiaban, asegura E. y también otros amigos, era que había recibido amenazas de que sus ‘packs’ (fotos íntimas) serían subidos a Instagram”. Así vivió Katherine Winter (16) sus últimos meses de vida, bajo la tortuosa amenaza del revenge porn, según contaron cercanos en un reportaje a The Clinic.

El porno vengativo (por su traducción al español) “es la publicación y/o difusión de imágenes no consentidas de desnudez total o parcial y/o videos de contenido sexual o erótico de personas”, según define un documento legal argentino en el sitio Pensamiento Penal. Estas fotos y videos, que son capturadas en un contexto de intimidad, suelen ser compartidas entre parejas y no tienen el objetivo de traspasar esa barrera de “privacidad”. El intercambio de este contenido es llamado sexting.

No obstante, tras las crisis y términos de relaciones, algunas personas amenazan a su ex o actual pareja con publicar estas imágenes en Internet, contra su voluntad y/o sin su consentimiento, si no ceden ante su petición. Incluso, a veces, este contenido es robado desde sus dispositivos. A estas amenazas se les llama sextorsión y, entre otras situaciones, martirizaron a la joven que se suicidó en mayo de este año.

Tomarse fotos al desnudo: riesgos inevitables

Este último caso es sólo uno entre miles. Sólo durante enero de 2017, Facebook registró 54 mil casos potenciales de pornografía de venganza y sextorsión, según documentos filtrados al diario británico The Guardian. No obstante, un número importante de personas desconoce los peligros de compartir sus desnudos en línea.

Así lo demostró el estudio “Resaca digital” de la compañía global de ciberseguridad Kaspersky Lab y la consultora de estudios de mercado CORPA, el cual arrojó que sólo en América Latina, un tercio de las personas ha enviado y/o publicado este tipo de fotos y un 43% admite haber recibido este contenido.

Ante esta situación, Andrea Fernández, experta en ciberseguridad que se desempeña como gerente general SOLA para Kaspersky Lab, dijo a BioBioChile que no recomienda que las parejas se envíen imágenes íntimas debido a los enormes riesgos que corren.

Cambodia | Flickr (CC)
Cambodia | Flickr (CC)

“No lo hagas. En el momento que este contenido sale de tus manos ya no tienes control de con quién será compartido o cómo será utilizado en el futuro”, asevera Fernández y agrega que quienes lo hacen deben entender que asumen este riesgo.

En el caso de los usuarios que publican este contenido o lo envían a través de redes sociales, la experta explica que “aunque la borren de su perfil, correo electrónico o carpeta de fotos, no desaparecerá del mundo virtual”. “No tenemos control de quiénes (o qué) hayan hecho copia de esa imagen”, recalca.

Respecto a la gente que insiste en hacerlo, la forma más segura de enviar este contenido es a través de servicios de mensajería que encripten datos, que no permitan el reenvío a otras personas o que bloqueen las capturas de pantalla o permitan la destrucción de los mensajes, dice Andrea Fernández. Sin embargo, estas medidas no controlan la intención que le pueda dar el destinatario.

“Nuestra reputación no sólo existe en el ‘boca a boca’, sino también en línea y para todo el mundo. Es importante que los usuarios utilicen el sentido común y no compartan fotos o videos que puedan terminar perjudicándolos”, advierte la experta.

Falta de educación, cultura y autoestima

Detrás de cada extorsión con material sexual ajeno, y del “porno vengativo”, existen factores que motivan a una persona a hacerlo. Clondanella Burotto, psicóloga clínica, señala a BioBioChile que existen varias razones dependiendo del caso.

En primer lugar, la profesional apunta a los factores culturales. “Estamos en una cultura en la que la mujer es cosificada. Una cultura materialista con pocos valores y aprecio por la vida humana”, explica. “Hay poca valoración de la intimidad de cada individuo y pareja, y se traspasan límites sin medir las consecuencias”, añade respecto a las fotos sexuales.

Clondanella Burotto considera que este tipo de amenazas (filtración de fotos) también son una consecuencia de la baja tolerancia a la frustración. “Hay mucha gente a la que le cuesta enfrentar un abandono de su pareja o un ‘no’, o cualquier dificultad en sus vidas. En esta cultura ‘inmediatista’ muchos quieren que todo funcione a su medida, sin considerar a quienes le rodean y recaen en este tipo de manipulación”, detalla.

Pixabay (CC0)
Pixabay (CC0)

Como un tercer aspecto, la psicóloga explica que existe una reiteración de patrones aprendidos por las personas durante su formación. “Existen aprendizajes de patrones inadecuados ante la resolución de problemas obtenidos desde el núcleo familiar”, explica.

Por ejemplo, Burotto señala que influye notablemente si los padres acostumbraban hablar sobre los problemas y resolverlos o si optaban por menospreciar al otro, faltar el respeto a sus espacios personales o maltratarse de alguna manera. “Hay conductas aprendidas de poco respeto hacia los demás”, opina.

De este punto, se desprende el cuarto aspecto considerado por la psicóloga: relaciones tóxicas. La gente que permanece en este tipo de lazos amorosos “es infeliz y está emocionalmente herida, generalmente de forma severa, en su afán de sentirse amado”, define el psicólogo y terapeuta de parejas Jeffrey Bernstein, en el portal especializado Psychology Today.

Este tipo de relaciones se caracteriza por presentar una jerarquización asimétrica. Mientras uno adopta el papel de sumisión, el otro asume la dominación y el rol de “jefe”. En esta dependencia, ambos están totalmente sujetos al otro, perdiendo identidad y aislándose de los círculos sociales.

Clondanella Burotto considera que estos vínculos son “patológicos” y suelen estar normalizados, motivo por el que algunas personas no se percatan que forman parte de ello. “Es probable que las personas que terminan por amenazar con ‘porno venganza’, manifestaron conductas desagradables y violentas durante la relación pero no fueron vistas por su pareja”, señala. También explica que sí hay casos que logran reconocer estas conductas pero “no saben como defenderse”.

Pixabay (CC0)
Pixabay (CC0)

Amenazas y filtraciones: ¿qué hacer?

La experta de Kaspersky Lab afirma que “Denunciar” es lo primero que debe hacer una persona que sufre extorsión o filtración. “También deben de guardar las pruebas del chantaje y hacerlas llegar a la policía. Aunque resulte vergonzoso para la víctima, este último paso es importante para procesar al criminal”, recomienda Fernández.

De la misma forma, advierte que es “primordial que las víctimas de este tipo de cibercrimen no cedan a las demandas de chantaje del victimario”, como también lo es cortar la comunicación con esa persona de inmediato.

La experta explica que la ley ampara a las víctimas de vulneración de privacidad y que Chile es uno de los países pioneros en hacerle frente a crímenes cibernéticos como este.

“La Policía de Investigaciones (PDI) cuenta con la Brigada Investigadora del Cibercrimen Metropolitana, la cual se ocupa de todos los delitos en que la tecnología se haya empleado. “Lo importante es que las víctimas denuncien a sus agresores para que estos actos no queden sin sanción”, asevera.

Joint Base Elmendorf-Richardson (CC)
Joint Base Elmendorf-Richardson (CC)

Para la psicóloga, denunciar también es primordial ante las amenazas. “No hay que quedarse solo, por muy difícil que parezca, siempre será mejor pedir apoyo y contar la verdad. Es preferible eso que atormentarse y dañarse psicológicamente”, recomienda. “Aunque seas un adolescente. Háblalo, busca ayuda en alguien que confíes”, subraya.

Respecto a quienes sufren la filtración de su material íntimo, Clondalella explica que es una situación difícil y que causa mucho daño: “La persona se tiene que enfrentar a un cambio brusco, a las críticas y la exposición, lo que trae sentimientos de vergüenza y culpa”.

Charlie Dillingham | Models and bottles
Charlie Dillingham | Models and bottles

Sin embargo, destaca que el afectado en ningún momento debe sentirse “culpable”, puesto que no es el victimario, sino que la víctima. “Hay que educar a los demás y explicar que fue víctima de una gran agresión, porque filtrar ese tipo de material es muy violento. No se debe normalizar la culpa”, detalla.

Entre esto, Burotto destaca que lo más importante es que el afectado no debe enfrentar esta situación solo, ni menos aún callarla. “En la medida hable del tema, va a poder sanar más rápido. Las personas que piden ayuda de a poco pueden enfrentarse a la vuelta de la realidad”, dice y recomienda además buscar apoyo psicológico profesional.

“Es un proceso lento, no es fácil volver asentirse bien. Hay que darse tiempo y saber que se demorará en sanar, pero saldrá adelante”, dice.

Finalmente, Clondanella entrega una sugerencia: “no te grabes ni fotografíes en momentos íntimos, tampoco envíes este contenido a otra persona, ni a tu pareja, hay personas que no terminamos de conocer”.