Familiares de quienes participaron en el Riñihuazo, la heroica obra de ingeniería donde cientos de personas a pala impidieron la inundación de Valdivia y de los pueblos cercanos tras del terremoto de 1960, rememoraron la hazaña.

Tras el movimiento telúrico y posterior maremoto que afectó a Valdivia, otro peligro se cernía sobre la devastada ciudad y los pueblos de los alrededores: un alud de agua y barro que amenazaba con hacer desaparecer todo a su paso, producto de 3 tacos que obstaculizaron las aguas del río San Pedro.

El curso del desagüe natural del Lago Riñihue se bloqueó, el que aumentó progresivamente su caudal en más de 14 metros en las semanas siguientes, inundando las construcciones existentes a lo largo de su ribera.

Frente al riesgo de que se generara un gran alud que arrasara con todo a su paso, se comenzaron a realizar urgentes obras de ingeniería, todo esto contra el tiempo.

En un primer momento se pensó en utilizar maquinaria pesada para ello, pero luego esta idea fue desechada, por lo barroso del terreno.

Finalmente se optó por efectuar las labores a pala, para lo cual más de 400 personas trabajaron por casi dos meses en la realización de canales en los tres en los tres derrumbes que permitieran salir el agua acumulada.

Miguel Jaramillo, hoy de 86 años y quien vivía a 6 kilómetros del Riñihue, recuerda como el lago aumentaba importantemente su caudal día a día. Según cuenta, después de cada jornada, dejaban marcas para tener registro de la subida del agua. Había días donde el agua subía dos metros, otros hasta 50, relata.

Rodrigo Cofré, es nieto de José Raúl Cofré, trabajador de Endesa y quien realizó la labor de palero, nombre con el que se les conoce a quienes retiraron el barro del río con pala, compartió su testimonio sobre el trabajo que efectuaba su abuelo.

En esos 2 meses donde las personas lucharon codo a codo contra la naturaleza, para doblarle la mano al destino, sin dudas que se registraron accidentes.

Nibaldo Alegría es hijo de Roberto Alegría Sanhueza, otro de los anónimos ciudadanos que hoy Radio Bío Bío da a conocer, y que trabajaron en el tercer taco, recuerda uno de esos dramáticos hechos, relatado por su padre, cuando una cuadrilla de trabajadores utilizó dinamita, sin embargo la mecha no prendió, por lo que uno de los trabajadores se acercó para comprobar la situación, se produjo una explosión, acabado con la vida del hombre.

Inés Barra es sobreviviente del terremoto recuerda que junto a su esposo Otto Navarrete Berkhoff, ya fallecido y quien también trabajó en el Riñihuazo por más de un mes, estuvieron en la costanera viendo el aumento del caudal tras la liberación controlada del caudal del Lago.

“Cuando se abrieron los tacos de Riñihue, pasaba madera, árboles y casas completas en el caudal…eso fue impresionante y penoso, ver tanto destrozo”, recuerda.

Los paleros sacrificaron tiempo, sus familias e incluso algunos sus vidas, para evitar un daño mayor que pudo afectar a las 80 mil personas, que en aquella época vivían en la ya devastada Valdivia.

Lo ocurrido hace 60 años, demuestra que los héroes reales de carne y hueso existen, y vivirán siempre en el recuerdo y la memoria de una ciudad que no olvida a quienes con una pala, su empuje y determinación evitaron lo que pudo ser una verdadera tragedia para la actual capital de la Región de Los Ríos y sus alrededores.