El exfabricante de armas chileno Carlos Cardoen fue citado a declarar el próximo martes ante la Corte Suprema, después de que Estados Unidos solicitara su extradición por haber violado presuntamente un embargo sobre la venta de armas a Irak en la década de los ochenta.

Cardoen se encuentra en arresto domiciliario desde hace dos meses a pedido del Departamento de Justicia de EEUU, que lo acusa de exportar ilegalmente circonio desde Estados Unidos a Chile para fabricar y vender bombas de racimo a Irak entre 1982 y 1989, cuando vivía en Miami.

Una vez recibido el pedido de extradición, la Cancillería chilena lo remitió a la Corte Suprema, que determinó el traslado de Cardoen desde su hacienda en la localidad de Santa Cruz a Santiago el próximo martes, con el fin de “notificarlo y tomarle declaración indagatoria”, según indicó un comunicado del Poder Judicial.

Sobre Cardoen pesan ocho cargos, entre ellos conspiración, exportación ilegal de circonio, declaración y utilización de documentación falsa, por lo cual Estados Unidos “ha tomado medidas razonables para obtener la custodia de Cardoen a fin de que comparezca” ante sus tribunales, indica el documento de extradición, entregado a la Agence France-Presse por el Poder Judicial.

Según la justicia estadounidense, el acusado exportó a Chile 130 toneladas de circonio que iban a ser utilizadas supuestamente para fabricar explosivos para faenas mineras.

Pero con este elemento habría fabricado las bombas que vendió a Irak cuando se hallaba en guerra con Irán. Esa operación, que violó presuntamente las leyes de exportación de Estados Unidos, le permitió ganar unos 150 millones de dólares, de acuerdo con la acusación estadounidense.

En un comunicado, la defensa de Cardoen afirmó que en el “proceso quedará demostrado que Estados Unidos estuvo en pleno conocimiento y apoyó las legítimas actividades del empresario”.

“Carlos Cardoen ha actuado en todo momento de buena fe, con total transparencia y con plena sujeción a las leyes de Estados Unidos y de Chile”, agrega la declaración, firmada por los cuatro abogados que defienden al chileno.

Cardoen desarrolló su industria de armamentos gracias a contratos con las fuerzas armadas chilenas durante la dictadura de Augusto Pinochet, cuando parecían inminentes guerras con Argentina y Perú, gobernadas entonces también por militares. En la actualidad es un próspero empresario turístico.