La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el reciente triunfo de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales brasileñas allanaron el camino a los grupos ultranacionalistas y conservadores de la derecha nacional, quienes tienen en José Antonio Kast a la primera candidatura en carrera para suceder a Sebastián Piñera.

Ello es visto con preocupación por las denominadas minorías -étnicas, culturales y sexuales entre otras- quienes acusan el avance de un discurso de odio camuflado bajo el argumento de la libertad de expresión.

El vocero del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), Óscar Rementería, indicó que las palabras ya están dando paso a actos de violencia, cada vez más habituales.

En la misma línea se manifestó el director ejecutivo de la Fundación Iguales, Juan Enrique Pi, quien señaló que es deber del Gobierno garantizar la sana convivencia a través de la educación.

El presidente de la Coordinadora Nacional de Migrantes, Héctor Pujols, indicó que este tipo de discursos se vuelven fuertes ante la debilidad de políticas públicas bien guiadas y la falta de acceso a oportunidades, sobre todo para la población más vulnerable.

El miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, Andrés Celis, (RN), dijo mirar con preocupación lo que ocurre en su propio partido.

Lo anterior, a raíz de que varios de sus pares parecen olvidar que dentro de sus estatutos se reconoce el respeto a los Derechos Humanos y, con ello, el rechazo a cualquier régimen totalitario.

Por ello, a su juicio, resulta impresentable que se declaren pinochetistas y valoren períodos en que no existió la democracia.

Este lunes, el Movilh denunció la destrucción del primer monumento por los derechos LGBTI instalado hace pocos días en el cerro Santa Lucía, luego de amenazas de grupos violentistas.