En comentarios que acumulan miles de interacciones en las redes sociales, el serbio es ensalzado por sus opiniones sobre las vacunas. Se dice falsamente que son experimentales, y es considerado una víctima de un complot internacional.

El conflicto con Australia del tenista Novak Djokovic, declarado escéptico sobre las vacunas, ha impulsado nuevas publicaciones virales que cuestionan sin fundamento la seguridad de estos fármacos, dan ejemplos sin pruebas de muertes repentinas y defienden conspiraciones.

Usuarios de Facebook resaltan su “integridad en defensa de sus convicciones” en tiempos de “distopía” o le señalan como un damnificado del “NOM” o “Nuevo Orden Mundial”.

Otros comentarios justifican su elección de no vacunarse adjuntando una extensa relación de deportistas que habrían muerto o sufrido graves consecuencias para la salud.

Lo anterior,supuestamente tras recibir las inyecciones con estos medicamentos, sin aportar pruebas, en una práctica habitual de los conspiranoicos.

La “dictadura” planetaria que recorta derechos

Tras la segunda anulación de su visado, Djokovic se arriesga a ser expulsado de Australia y a que se le impida la entrada en el país durante tres años.

Para sus defensores, se trata de una medida ejemplar del primer ministro, Scott Morrison.

“Si los políticos empiezan a hacer excepciones de este tipo, se les puede descontrolar la población”, abunda una usuaria de Facebook.

“Novak Djokovic defendiendo sus derechos, con o sin razón, está defendiendo todos los nuestros”, expone otro internauta en la misma red social.

Añade de que de este modo no se somete a “la dictadura” del NOM, “encabezado por esos magnates como (George) Soros, Bill Gates y algunos mas quieren imponer”.

Con ello se refieren a una de las teorías de la conspiración más populares durante la presente crisis sanitaria. Sostiene que la pandemia responde a un plan, que es citado habitualmente como “plandemia”.

Esto, para propiciar “un gran reinicio” o “reseteo” de la sociedad, con un recorte masivo de derechos y libertades.

Los empresarios y filántropos George Soros y Bill Gates son habitualmente citados como responsables de esa conjura.

Novak Djokovic “se resiste” a las vacunas

Otra de las afirmaciones recurrentes de los que se oponen a las vacunas de la covid es que estas son experimentales y tienen efectos desconocidos.

En el caso de Djokovic se elogia que se resista a que se le inyecten productos no suficientemente probados, según este argumento desmentido por las evidencias científicas.

“Otro gallo nos cantaría a los demás si le diéramos importancia a cuidar y proteger nuestra biología en lugar de permitir que sea interferida por sustancias desconocidas y no debidamente testadas y aprobadas”, apunta una de las citadas publicaciones de Facebook.

Sin embargo, esta es una falsedad, ya que las vacunas aprobadas por las agencias de medicamentos internacionales han superado los pertinentes ensayos clínicos.

Como ejemplo de ello, en España, hasta el 14 de noviembre, se habían registrado 71 efectos adversos cada 100.000 dosis de vacunas y solo una de cada cinco de esas notificaciones fueron graves.

En cambio, las vacunas salvan vidas, como se refleja en un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El 25 de noviembre del año pasado, se estimó que los preparados de la covid evitaron 470.000 muertes en el continente.

Otra prueba de que las vacunas son seguras es que hasta ahora se han administrado 9.600 millones de dosis en todo el mundo. Esto, con un 60% de la población mundial con al menos una dosis, sin que se hayan registrado efectos adversos de forma masiva.

Atribuir todas las muertes a la vacunación

Otra tendencia de los antivacunas es atribuir cualquier muerte de una figura pública al efecto de las vacunas. Es un fenómeno que tiene su propia etiqueta en las redes sociales, la “repentinitis”, en alusión a esas presuntas muertes “repentinas”.

La situación de Djokovic en Australia también motivó que se publiquen nombres de deportistas que supuestamente han sido víctimas de la vacunación. Lo anterior, ya sea con resultados mortales o problemas graves de salud.

Son afirmaciones y sin pruebas, como sucedió con el recientemente fallecido presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli.