Un grupo de países del este de la Unión Europea expresó sus reticencias este jueves sobre el nuevo pacto de migración y asilo adoptado por el bloque, por considerar que no es suficientemente rígido.

Se trata del revés más duro recibido por la nueva normativa migratoria, presentada apenas 24 horas antes en Bruselas para tratar de hallar una salida de conjunto para una cuestión que generó profundas divisiones en el continente.

Las principales resistencias al pacto se concentran en el llamado Grupo de Visegrado, el cuarteto formado por Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa, que exigen cambios más profundos sobre el sistema vigente hasta esta semana.

Los primeros ministros Viktor Orban (Hungría), Andrej Babis (República Checa) y Mateusz Morawiecki (Polonia) se reunieron el jueves en Bruselas con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para exponer sus reticencias al nuevo plan.

Luego de esa reunión, en un encuentro con la prensa en la representación de Polonia, Orban dijo que “no hay una ruptura. Hay muchos cambios, pero no hay aún una ruptura”.

Este nuevo acuerdo distribuye responsabilidades entre los países del bloque para el tratamiento de migrantes y demandantes de asilo.

El pacto pide que se acelere el tratamiento de los pedidos de asilo y demandas migratorias para evitar nuevos campos de refugiados, pero también recomienda mayores controles fronterizos y un aumento en el reenvío de migrantes irregulares sus países de origen.

Estas dos últimas medidas eran claramente una tentativa de conseguir el apoyo de los países situados en las fronteras exteriores de la UE -como Italia, Grecia o los cuatro del Grupo de Visegrado-, pero a todas luces no resultó suficiente.

“Contener a los migrantes”

En sus declaraciones a la prensa en Bruselas, Orban dijo que “el tono de la propuesta es mejor. Pero ‘reubicación’ o ‘cuota’ es siempre ‘reubicación’ o ‘cuota’, porque cambiar de nombre no es suficiente. El enfoque básico no ha cambiado, porque quieren administrar la migración pero no contener a los migrantes”.

En la visión del dirigente derechista húngaro, la ruptura llegará “si la propuesta de Hungría es aceptada”. Esto es que “nadie pueda pisar territorio de la UE sin tener el permiso para hacerlo o sin que su pedido de asilo sea aceptado. Hasta ese momento, tienen que permanecer fuera del territorio de la Unión Europea”.

Hungría, añadió, se propone “contener a los migrantes, y son dos cosas diferentes”.

De su lado, Babis afirmó que “inicialmente da la impresión que la Comisión Europea no ha entendido que para detener la migración ilegal es necesario hacer que los migrantes ilegales no lleguen a Europa”.

El nuevo acuerdo dispone que aquellos países que no estén dispuestos a recibir demandantes de asilo o migrantes asuman la responsabilidad por el reenvío de esas personas a sus países de origen, una idea que, según Babis, “carece de sentido”.

“Fundamentalmente carece de sentido porque si no aceptamos migrantes no podemos reenviarlos” a sus países, argumentó.

La nueva política migratoria europea había recibido el miércoles tibios apoyos y una avalancha de críticas provenientes de organizaciones humanitarias, que acusaron a la UE de ceder a la presión de los países que defienden normas rígidas contra la migración y demandas de asilo.

Marissa Ryan, de la organización humanitaria Oxfam, apuntó que con su nuevo pacto la UE “se inclinó ante la presión de los países del bloque cuyo único objetivo se disminuir el número de personas que reciben protección en Europa”.

Para el eurodiputado verde francés Damien Careme, el nuevo pacto “institucionaliza la vergüenza” y “no impedirá nuevos dramas ni la continuidad de los campamentos indignos”.

Por su parte, el experto en legislación migratoria europea François Gemenne dijo que el nuevo pacto era un “balance entre la xenofobia y la cobardía”.