Contraataque y mano extendida: el presidente estadounidense Joe Biden ordenó duras sanciones económicas contra Rusia y la expulsión de diez diplomáticos rusos, despertando la ira de Moscú, pero también renovó su propuesta de cumbre con Vladimir Putin para buscar una “desescalada” de las tensiones.

Desde su llegada a la Casa Blanca, Biden dijo que sopesaba su respuesta a una serie de hechos imputados a Moscú, entre ellos, un ciberataque masivo e injerencia en las elecciones estadounidenses de noviembre.

El mandatario demócrata, que ha calificado a Putin de “asesino”, prometió ser mucho más firme que su predecesor, Donald Trump, acusado de complacencia hacia su homólogo del Kremlin.

Las represalias llegaron este jueves, con un decreto seguido de sanciones inmediatas.

La orden ejecutiva permitirá volver a castigar a Rusia “si sigue interfiriendo en nuestra democracia”, advirtió Biden en un solemne discurso desde la Casa Blanca, al tiempo que aseguró no querer “desencadenar un ciclo de escalada y conflicto”.

Biden calificó las medidas como “una respuesta medida y proporcionada” a lo que tildó de acciones hostiles de Moscú.

El Tesoro de Estados Unidos prohibió a las instituciones financieras estadounidenses comprar directamente deuda emitida por Rusia después del 14 de junio. También sancionó a seis empresas tecnológicas rusas acusadas de apoyar las actividades de inteligencia cibernética de Moscú.

Esta es una respuesta al gigantesco ciberataque de 2020 que utilizó como vector a SolarWinds, un editor de software estadounidense cuyo producto fue pirateado para introducir una vulnerabilidad entre sus usuarios, incluidas varias agencias federales estadounidenses.

Directamente implicado por Washington, el Servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR) desestimó esos “delirios”.

“Apoyo” de OTAN y UE

Un alto funcionario estadounidense advirtió que parte de las represalias permanecerán “secretas”, sugiriendo la posibilidad de un contraataque informático.

Además, el Tesoro sancionó a 32 entidades y personas acusadas de intentar, en nombre del gobierno ruso, “influir en las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos”, según la Casa Blanca.

Y el gobierno de Estados Unidos también impuso sanciones a ocho personas y entidades vinculadas a la “ocupación” de Crimea, en “asociación” con la Unión Europea (UE), Reino Unido, Australia y Canadá.

La OTAN, la UE y Londres dieron su “apoyo” a las sanciones estadounidenses, pero sin anunciar nuevas medidas de inmediato. El gobierno británico convocó al embajador ruso el jueves para protestar contra la “actitud maliciosa” de su país.

De su lado, el Departamento de Estado expulsó a 10 funcionarios de la embajada rusa en Washington, algunos acusados de ser miembros de los servicios de inteligencia de Moscú.

El conjunto de sanciones busca además “responsabilizar” a las autoridades rusas tras informes de recompensas ofrecidas a los talibanes para atacar a soldados estadounidenses o extranjeros en Afganistán. Un alto funcionario de Washington dijo sin embargo que la inteligencia estadounidense asignaba un grado de confianza “bajo a moderado” a estas afirmaciones.

Las nuevas sanciones se suman a una primera serie de medidas punitivas anunciadas en marzo contra siete altos funcionarios rusos en respuesta al envenenamiento y encarcelamiento del opositor Alexéi Navalni.

Respuesta “inevitable”

Esta es una de las ofensivas más duras contra Rusia desde la expulsión de varios diplomáticos al final del mandato de Barack Obama. Y Moscú no tardó en reaccionar.

“Este comportamiento agresivo recibirá un fuerte rechazo. La respuesta a las sanciones será inevitable”, advirtió la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zakharova.

“Estados Unidos no está dispuesto a aceptar la realidad objetiva de un mundo multipolar que excluye la hegemonía estadounidense y depende de la presión de las sanciones y la injerencia en nuestros asuntos internos”, lamentó.

Moscú también dijo que había convocado al embajador estadounidense John Sullivan para “una conversación difícil”, pero este último aseguró haber sido recibido a petición suya, durante una reunión “profesional y respetuosa”.

“El momento de la desescalada”

Rusia también advirtió que estas sanciones “no favorecerán” la organización de una cumbre Biden-Putin.

El presidente estadounidense mantuvo el jueves su propuesta de realizar esta primera reunión, como le planteó esta semana a su homólogo ruso durante una conversación telefónica.

“Llegó el momento de la desescalada”, dijo Biden, instando en particular a Putin a “abstenerse de cualquier acción militar” contra Ucrania, después del despliegue masivo de tropas rusas en las fronteras ucranianas.

Las relaciones entre Washington y Moscú se vienen deteriorando desde 2014, cuando Rusia anexó Crimea de Ucrania y estalló la lucha entre las fuerzas de Kiev y los separatistas pro-Rusia en el este.

Biden consideró necesaria una cumbre bilateral “este verano (boreal) en Europa” para “lanzar un diálogo estratégico sobre la estabilidad” en el campo del desarme y la seguridad.

Las sanciones fueron bien recibidas por la clase política estadounidense, aunque muchos republicanos lamentaron la ausencia de medidas contra el gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania, denunciado por unanimidad en Washington.

Se espera que la medida más espectacular anunciada este jueves, sobre la deuda, tenga un efecto reducido, ya que Rusia solo tiene una deuda limitada y reservas que superan los 180.000 millones de dólares, impulsadas por sus exportaciones de hidrocarburos. Sin embargo, podría impactar al rublo, que cayó en la jornada.