En la localidad turística Mar de Ajo, en la provincia de Buenos Aires, el abuso sexual escaló un peldaño más hacia la barbarie, por medio de un victimario que no tuvo compasión de su víctima: una niña de tan solo 24 meses de nacida.
Como ingrediente adicional a un asunto tan aberrante como desolador, la madre de la menor trató de encubrir al hechor quien era su novio y padrastro de la bebé.
Todo comenzó a descubrirse cuando la mujer llevó a la niña al hospital municipal de la referida localidad. Ahí, según el medio argentino TN, dijo que la niña tenía un fuerte dolor de estómago. El personal de guardia tardaría poco en dilucidar la espeluznante situación, ocultada de forma fallida con una complicidad inexplicable.
En poco tiempo saltó a la vista lo ocurrido. Estaba lejos de ser una afección estomacal. La parte genital de la menor sangraba y, tras una revisión más detallada, se dieron cuenta que había sido violada.
Al exigir una respuesta de la madre, esta aseguró que la niña se había “golpeado la parte genital con la pelela (bacinica) y por eso estaba en sangrado”.
En medio de las averiguaciones, la menor yacía en el quirófano. Fue sometida a una operación de emergencia para detener una severa hemorragia que ponía en peligro su vida, ante el crimen cometido por su padrastro y el abandono de su madre, quien a todas luces, estaba protegiendo a su victimaria pareja.
La indignación en el lugar de residencia de los involucrados creció en minutos, tras conocerse el abominable hecho.
Los pedidos de justicia llegaron al unísono con marchas que respaldaron al padre biológico de la menor. El padrastro de esta se vio acorralado por el parte médico y fue detenido por la policía local. Confesó al poco tiempo su barbarie. Hoy, está en prisión preventiva, pero le arruinó la vida a un ser inocente, quien no tuvo siquiera la protección de su madre, quien también está tras las rejas por haber intentado defender lo indefendible.
Este es Lucas Navarro, imputado por la violación en Mar de Ajo, de una beba de 2 años, hija de su pareja. Fue operada por el acceso carnal en el Hospital materno infantil de Mar del Plata. Compartamos la cara de los violadores y femicidas! 💜#NiUnaMenos pic.twitter.com/N32k20ZgSv
— desaparecidas argentina (@desaparecidaorg) November 15, 2020
La niña se recupera, a su corta edad, del trauma que le ocasionaron de por vida. Aún permanece internada debido al enorme daño, confirmado por una serie de análisis que dejaron sin lugar a duda el abuso sexual con acceso carnal.
“Mi sobrina tiene apenas 2 años y medio. Todo empezó el miércoles (11 de noviembre) a las 5 de la tarde cuando Lorena la lleva al hospital por un sangrado que había tenido, que según dijo fue porque se había lastimado con la pelela”. Era parte del relato que ofreció la tía paterna de la niña a medios trasandinos.
“Esta chica en ningún momento llamó a mi hermano, ni le avisó lo que pasaba, sino que él se terminó enterando por un amigo que estaba en el hospital. Ella fue su cómplice, no tenemos dudas y queremos que haya justicia para esta criatura”.
Vapuleada hasta la muerte
Semanas antes del cruel abuso contra la niña de Mar de Ajo, otro caso había sacudido a la sociedad argentina. La extrema crueldad en este, dio de qué hablar incluso a nivel internacional.
Abigail Luna tenía también dos años de nacida. Una tarde de octubre, su padrastro Juan Gerardo Paz, de 33 años, comenzó a golpearla de la forma más despiadada, iracundo porque la menor lloraba y no lo dejaba estudiar.
Esta vez no hubo una madre intentando justificar la conducta. La mujer, identificada como Mercedes Luna, de 25 años, se abalanzó sobre el agresor para impedir que siguiera golpeando a su hija, pero este ya había comenzado un repertorio de patadas y trompadas contra la pequeña víctima.
Cuando el sujeto terminó de descargar su furia, Mercedes llevó a su hija a la clínica San Cayetano, según consta en el periódico Clarín. Ya era tarde. La muerte de la niña fue confirmada en ese centro de salud.
Horas después, una autopsia confirmaba la cruel arremetida contra Abigail: tenía 20 golpes en su pequeño cuerpo, producto del ataque desproporcionado. Cerebro, un pulmón, un riñón y 3 costillas fracturadas, dan cuenta de eso. El golpe mortal fue asestado en su apenas formado cráneo.
“Muchas veces agredió físicamente a mi hija, pero nunca como lo hizo el domingo (18 de octubre). No lo denuncié anteriormente porque estuve todo el tiempo amenazada”, contó Mercedes a las autoridades, asegurando que había sido víctima de violencia de género por parte de Paz. No solo le quitaba la calma y la ponía en peligro. Finalmente, terminó arrebatándole a su bebé de 24 meses.
El pasado jueves, y tras un juicio abreviado, Juan Gerardo Paz fue condenado a 25 años de prisión por el asesinato de Abigail Luna. La defensa del imputado confeso, estableció un acuerdo con la Fiscalía de Tucumán para hacer expedito el proceso, mismo que tuvo la venia del juez de la causa.
“Es muy importante haber logrado una pena que es ejemplar y en los tiempos que se consiguió. Es uno de los beneficios que tiene el nuevo sistema para poder condenar con rapidez”, declaró Ignacio López Bustos, fiscal de la unidad de Homicidios II de Tucumán.
La madre de la menor expresó su acuerdo de conformidad, haciendo posible la condena rápida a su expareja. Esta vez, no hubo encubrimiento de por medio, como el que intentó realizar la progenitora de la niña violada en Mar de Ajo.
Linchamiento: la otra justicia de Tucumán
Los tucumanos vieron como en un mismo domingo, dos niñas que llevaban por nombre Abigail, habían sido asesinadas (una de ellas violada).
En San Miguel, un hombre que había salido de prisión hacía 3 días, fue acusado de violar y asesinar a una menor de nueve años, quien salió a jugar a la casa de una amiga, para no volver más.
Testigos lo vieron pasar llevando de la mano a Abigal Riquel. 7 horas más tarde apareció semienterrada y con signos de asfixia, abuso sexual y golpes en la cabeza. El sujeto la había golpeado con un bloque de tierra dura, mientras la violaba. Por un momento, ella se defendió, sin éxito, según consta en reportes oficiales.
Sabiendo que habían testigos en su contra, José Guaymas se escondía de la policía y vecinos, quienes estaban furiosos ante el cruel asesinato. Hasta las autoridades lo sabían, así que se dedicaron a rastrearlo, pero sin brindar mayores datos.
Un grupo de tucumanos le dieron alcance en una finca. Ahí, lo ataron, lo lincharon y le dieron de machetazos. Para cuando la policía llegó al lugar, ya estaba sin vida.
Un video que fue publicado en diversos medios de comunicación, muestra la reacción de los justicieros de Guaymas. “Dejalo, ya está muerto. Ya está muerto”, decía uno de los que se encontraba en la escena.
Pese a que algunos tomaron justicia por su propia mano, en uno de los 3 casos mencionados en esta nota, el sinsabor en la sociedad argentina, y más allá de esta, es grande.
Se trata de 3 inocentes vidas, segadas o interrumpidas en su inocencia, a manos de hombres que actuaron con la mayor de la crueldad, dejando claro que hay mucho por hacer a la hora de proteger a la niñez y a un género, de abusadores que no discriminan en edad para cometer sus barbaries.