Desde la próxima semana la selección chilena de fútbol iniciará, en Estados Unidos, una nueva presentación en Copa América.

Recordemos que La Roja será parte del torneo ‘homenaje’ por los 100 años de la primera edición del evento, disputada en Buenas Aires en 1916.

En la previa de esta cita deportiva, te invitamos a conocer una de las mayores anécdotas del combinado nacional en su historia: la reconocida ‘hazaña de 1919’.

De la anécdota a la hazaña

Con Río de Janeiro como escenario en 1919, la tercera versión del denominado Campeonato Sudamericano se presentaba para Chile como un fuerte desafío.

Tras dos experiencias horribles en lo deportivo en 1916 y 1917 -1918 se postergó por una epidemia de gripe-, donde concluyó última en ambas, La Roja viajaba a suelo brasileño con la ilusión de dar una sorpresa.

Sin embargo, los resultados serían pésimos una vez más. El combinado chileno solo sumó derrotas (6-0 con Brasil, 2-0 con Uruguay y 4-1 con Argentina), por lo que terminó, nuevamente, como colista.

Eso sí, pese al mal desempeño dentro del campo de juego, los seleccionados nacionales se ganarían la admiración del ‘mundo fútbol’ tras protagonizar uno de los hechos más heroicos -y a la vez insólitos- de la historia del balompié.

¿Qué ocurrió? El viaje de regreso a Santiago estuvo marcado por un particular hecho: los jugadores debieron cruzar la cordillera de Los Andes en mula.

El insólito cruce a Chile

Según explicó el historiador y periodista argentino Luciano Wernicke (autor de “Historias insólitas del fútbol”, 2014), en una nota elaborada por la BBC, una fuerte tormenta de nieve obligó a cerrar el paso internacional desde Mendoza a Chile.

En esos tiempos, este hecho podía provocar que la vía permaneciera sin acceso por varios días y hasta semanas. Por lo mismo, y al ver que en sus bolsillos no tenían dinero para pagar alojamiento, el plantel chileno decidió volver en mula.

Esto último es significativo, considerando que en aquellos tiempos todos los gastos eran cancelados por los once miembros del equipo -no existían los suplentes- y los encargados de delegación.

Dos semanas necesitaron los chilenos para cruzar la cordillera, en una de las gestas más extrañas del deporte nacional. Cuarenta días en total para estar en Santiago desde la salida en Río de Janeiro, detalló Wernicke. De esta manera, La Roja hizo historia más allá de los resultados. Salvo el cansancio y desgaste físico, todos llegaron ilesos.