Una de las máximas interrogantes que por siglos la humanidad se ha planteado es si existe vida más allá de nuestro Sistema Solar.
Pero a pesar de los enormes avances que se han logrado en el campo de la ciencia, así como las innumerables misiones espaciales que se han llevado a cabo, nos han permitido descartar -al menos por el momento- la presencia de vida extraterrestre fuera de la Tierra.
Si bien hoy en día es relativamente habitual ver imágenes de lejanos planetas, una pregunta que pocos se habían hecho es sobre cómo sería la imagen de la Tierra que lograrían ver los habitantes de otros mundos, ubicados a años luz de nuestro planeta, si es que contaran con la tecnología necesaria.
Quienes se plantearon esta interrogante fueron los integrantes de un equipo de la NASA, liderados por Siteng Fan del Instituto de Tecnología de California (Caltech).
Este grupo de expertos utilizó alrededor de 10 mil tomas del satélite climático Deep Space Climate Observatory (DSCOVR) tomadas a intervalos de una a dos horas entre 2016 y 2017, para así simular el punto de vista que tendrían eventuales extraterrestres respecto a la Tierra.
Here’s what Earth might look like to aliens | Science | AAAS https://t.co/mQeSgagHhS
— Disclosureteam Liv (@DisclosureTLiv) August 17, 2019
Fue así como los resultados evidenciaron 10 longitudes de onda diferentes, permitiendo que las costas, las superficies terrestres, los océanos, las capas de hielo y las nubes se diferencien por sus colores.
Mediante estos datos, si nuestros “vecinos” tuvieran la tecnología para explorar el Universo y ver nuestro planeta, podrían inferir las características de nuestro mundo, independiente de los años luz en los que se encuentren.
Dicho de otra forma, podrían saber la composición, forma y las propiedades de nuestro hogar, así como también determinar que existen las condiciones de habitabilidad necesarias.
Según el estudio publicado en la revista especializada Science, “para simular un punto de vista extraño, los investigadores redujeron las imágenes en una sola lectura de brillo para cada longitud de onda: 10 ‘puntos’ que, cuando se trazan con el tiempo, producen 10 curvas de luz que representan lo que un observador distante podría ver si observara constantemente el exoplaneta Tierra por más de dos años”.
“Cuando analizaron las curvas y las compararon con las imágenes originales, descubrieron qué parámetros de las curvas correspondían a la cobertura de la Tierra y las nubes en las imágenes. Una vez que conocieron esas relaciones, seleccionaron el parámetro más estrechamente relacionado con el área terrestre y lo ajustaron para la rotación de 24 horas de la Tierra”, agrega.
Por su parte, el divulgador científico y astrofísico Neil deGrasse, afirmó que una civilización extraterrestre lo suficientemente inteligente no tendría ningún interés en los humanos.
De acuerdo al norteamericano, un ejemplo similar ocurre cuando caminas por la calle, “y no piensas en comunicarte con un gusano microscópico”.
“Nuestra mayor protección frente a los extraterrestres sería no lanzar señales de vida inteligente en la Tierra”, agregó.
En su libro Astrofísica para jóvenes apurados, DeGrasse no sólo habla de las posibilidades de que exista vida inteligente aparte de los seres humanos en el universo, sino que además detalles sobre cómo estas eventuales especies nos verían.
Según menciona, si estos extraterrestres tuvieran telescopios de máxima tecnología, y observaran hacia la Tierra, lo primero que resaltaría de nuestro planeta sería el azul. Una vez que detectaran esta tonalidad, posiblemente concluirían que la fuente de este color es el agua.
En ese sentido, DeGrasse agrega que de ocurrir esto, estos seres estarían familiarizados con el agua, no sólo porque sustenta la vida, sino que además porque es una de las moléculas más abundantes en el universo.
Pero no solo eso. Debido a que además identificarían las costas, deducirían que el agua presente en la Tierra es líquida, ya que si nuestro planeta estuviera congelado, no tendría costas.
Aún hay más. El autor de Astrofísica para jóvenes apurados afirma que si los alienígenas estudiaran nuestra superficie, y rastrearan con qué frecuencia las masas de tierra rotan fuera y dentro de su campo de visión, podrían deducir que la Tierra rota cada 24 horas. En otras palabras, sabrían cuánto dura un día terrícola.
Paradoja de Fermi
Es importante tener presente que las diferentes teorías que se han planteado respecto a por qué no se ha podido hacer contacto con seres de otras galaxias ha dado origen a la Paradoja de Fermi.
Ésta se basa en la contradicción respecto a las estimaciones que indican que hay elevadas posibilidades de que exista una cultura avanzada en el universo, y la ausencia de pruebas.
En ese sentido, los expertos han señalado que si existe alguna civilización avanzada, debiera ser capaz de -al menos- enviar señales, algo que no ha ocurrido.
Esta paradoja nació luego que en 1950 el físico y premio Nobel Enrico Fermi se preguntara “¿dónde están?” mientras hablaba con sus colegas sobre la vida extraterrestre en el refectorio del laboratorio nacional de Los Álamos, Estados Unidos.
Para él era sorprendente no haberse cruzado con extraterrestres teniendo en cuenta la inmensidad del universo y la edad de la galaxia.