Ópera ‘Manon Lescaut’ de Puccini destaca por su apasionado dramatismo

Agencia UNO
Agencia UNO
visitas

El Teatro Nescafé de las Artes ofreció este sábado 5, la versión desde el Metropolitan de Nueva York, de la dramática ópera de Giacomo Puccini Manon Lescaut, la que contó con las interpretaciones estelares de la soprano letonesa Kristine Opolais y del tenor francés Roberto Alagna, quien debió sustituir en este difícil rol, al célebre cantante alemán Jonás Kaufmann.

Kristine y Alagna unieron sus capacidades y sus estilos, para sacar adelante de la mejor forma posible, esta apasionante historia de amor de Puccini, en que ella canta el papel protagonista de la chica de campo que se transforma en una tentadora parisina, mientras el tenor es el estudiante apuesto que la corteja con desesperación. Richard Eyre, quien está a cargo de la producción, sitúa la acción en el año 1941 durante la II Guerra Mundial, en la Francia ocupada, en un entorno de cine negro.

Manon Lescaut, es su tercera ópera y el gran triunfo para Pucccini, (1858-1924), obra inspirada en la novela del Abate Prévost, la cual nueve años atrás se había presentado en la versión operática del compositor francés Jules Massenet. La nueva ‘Manon’ difiere de aquella, por ser más breve, con menos personajes y un final diferente, la que ocurre en los Estados Unidos.

En esta versión, Alagna y la Opolais tuvieron el mérito de hacer calzar a sus personajes en una puesta en escena en que ambos cantan y actuan juntos a lo largo de toda la ópera. El mérito principal -sin duda- fue el del tenor francés, quien tuvo sólo algo más de 15 días para preparar su personaje y remplazar nada menos que al titular, el gran cantante alemán Jonás Kauffmann, por enfermedad del germano.

Alagna, impactó por la calidez y belleza, de su voz, potente y liberada, quien al entrar en escena, con su presencia desprende carisma y confianza. Destacó en las arias Travoi, belle, brune e bionde, cantada a plena voz, que en presentaciones anteriores la brindó con cierto nerviosismo y, en el acto tercero, brilló con la vibrante Ah! Non v’avvicinate!, que motivó varios “bravos” del público, al igual que en su participación al máximo de su calidad, en el cuarto acto y final.

La voz de Kristine Opolais, de soprano lírica, es definida como “bien colocada” y con un timbre atractivo y homogéneo aunque algo impersonal, y la maneja bastante bien, aunque tiene algunas carencias. De gran belleza física y calidad interpretativa, se manejó con total soltura por el escenario. Eso sí, en sus escenas junto a Alagna, mostró mucho control y cierta fríaldad, contrastando con lo que es su personaje, todo pasión y entrega. Hay que destacar, sin embargo, el duo del tercer acto, que lo culminó con una versión más que pasable del aria sola, perduta, abandonatta.

El resto del elenco destacó las actuaciones del Geronte del bajo británico Brindley Sherratt, con una voz muy bien estudiada y profunda, y el Edmondo del debutante estadounidense Zach Borichevsky, definido como un “tenor de voz pequeña pero con un timbre atractivo y brillante”. Correcto, sin sobresalir el barítono italiano Massimo Cavalletti, como Lescaut.

El director orquestal, el maestro italiano Fabio Luisi, en una gran tarde, manejó muy bein a la orquesta del “Met” y, al final, arrancó muchos aplausos.

    visitas

El Teatro Nescafé de las Artes ofreció este sábado 5, la versión desde el Metropolitan de Nueva York, de la dramática ópera de Giacomo Puccini Manon Lescaut, la que contó con las interpretaciones estelares de la soprano letonesa Kristine Opolais y del tenor francés Roberto Alagna, quien debió sustituir en este difícil rol, al célebre cantante alemán Jonás Kaufmann.

Kristine y Alagna unieron sus capacidades y sus estilos, para sacar adelante de la mejor forma posible, esta apasionante historia de amor de Puccini, en que ella canta el papel protagonista de la chica de campo que se transforma en una tentadora parisina, mientras el tenor es el estudiante apuesto que la corteja con desesperación. Richard Eyre, quien está a cargo de la producción, sitúa la acción en el año 1941 durante la II Guerra Mundial, en la Francia ocupada, en un entorno de cine negro.

Manon Lescaut, es su tercera ópera y el gran triunfo para Pucccini, (1858-1924), obra inspirada en la novela del Abate Prévost, la cual nueve años atrás se había presentado en la versión operática del compositor francés Jules Massenet. La nueva ‘Manon’ difiere de aquella, por ser más breve, con menos personajes y un final diferente, la que ocurre en los Estados Unidos.

En esta versión, Alagna y la Opolais tuvieron el mérito de hacer calzar a sus personajes en una puesta en escena en que ambos cantan y actuan juntos a lo largo de toda la ópera. El mérito principal -sin duda- fue el del tenor francés, quien tuvo sólo algo más de 15 días para preparar su personaje y remplazar nada menos que al titular, el gran cantante alemán Jonás Kauffmann, por enfermedad del germano.

Alagna, impactó por la calidez y belleza, de su voz, potente y liberada, quien al entrar en escena, con su presencia desprende carisma y confianza. Destacó en las arias Travoi, belle, brune e bionde, cantada a plena voz, que en presentaciones anteriores la brindó con cierto nerviosismo y, en el acto tercero, brilló con la vibrante Ah! Non v’avvicinate!, que motivó varios “bravos” del público, al igual que en su participación al máximo de su calidad, en el cuarto acto y final.

La voz de Kristine Opolais, de soprano lírica, es definida como “bien colocada” y con un timbre atractivo y homogéneo aunque algo impersonal, y la maneja bastante bien, aunque tiene algunas carencias. De gran belleza física y calidad interpretativa, se manejó con total soltura por el escenario. Eso sí, en sus escenas junto a Alagna, mostró mucho control y cierta fríaldad, contrastando con lo que es su personaje, todo pasión y entrega. Hay que destacar, sin embargo, el duo del tercer acto, que lo culminó con una versión más que pasable del aria sola, perduta, abandonatta.

El resto del elenco destacó las actuaciones del Geronte del bajo británico Brindley Sherratt, con una voz muy bien estudiada y profunda, y el Edmondo del debutante estadounidense Zach Borichevsky, definido como un “tenor de voz pequeña pero con un timbre atractivo y brillante”. Correcto, sin sobresalir el barítono italiano Massimo Cavalletti, como Lescaut.

El director orquestal, el maestro italiano Fabio Luisi, en una gran tarde, manejó muy bein a la orquesta del “Met” y, al final, arrancó muchos aplausos.