Nelson Mandela, quien recibe asistencia médica a domicilio desde septiembre, sigue en “estado estable pero crítico”, indicó el lunes la presidencia sudafricana, al expresarse por primera vez desde que el ex presidente salió del hospital después de casi tres meses.
“El estado de salud del ex presidente sigue siendo más o menos el mismo que cuando el presidente (Jacob) Zuma lo visitó por última vez, es decir estable pero crítico, y Madiba sigue respondiendo al tratamiento”, según un comunicado, que se refiere al héroe nacional por su nombre de clan.
El comunicado se emitió tras una visita del presidente Jacob Zuma al héroe de la lucha contra el apartheid el lunes por la mañana, con el que rompía más de dos meses de silencio en torno a Nelson Mandela.
Zuma debe inaugurar el lunes por la noche una exposición permanente sobre la vida de Nelson Mandela en su fundación en Johannesburgo.
Según la ex mujer de ‘Madiba’, Winnie Madikizela-Mandela, el ex mandatario sigue “bastante enfermo” y no puede hablar pero “se comunica por signos con su rostro”.
“No puede articular” palabras “debido a todos los tubos que tiene en la boca para drenar (los fluidos) de sus pulmones”, explicó Madikizela-Mandela a The Sunday Independent.
“Los médicos nos han dicho que esperan que recupere su voz”, precisó, negando tajantemente que Mandela esté sometido a respiración artificial. “He escuchado que está puesto bajo respiración artificial. No lo está”, aseguró.
Mandela, primer presidente negro de Sudáfrica, está siendo cuidado por un equipo de 22 médicos en su domicilio de Johannesburgo desde el 1 de septiembre, tras haber pasado tres meses ingresado por una infección pulmonar.
Aunque ya está curado de la neumonía que padecía, sus pulmones siguen frágiles, indicó Winnie Madikizela-Mandela.
“Es difícil para él”, “sigue siendo muy sensible a los gérmenes, por lo que debe permanecer en un ambiente esterilizado. Su habitación es como una sala de cuidados intensivos”, relató al periódico. Pero “cuando está relajado, va bien”.
Los problemas pulmonares del Premio Nobel de la Paz están probablemente ligados a las secuelas de una tuberculosis que contrajo cuando cumplía condena en la prisión de Robben Island, frente a Ciudad del Cabo, en la que pasó 18 de sus 27 años de detención bajo el régimen del Apartheid.