El mito y la creencia popular dice que tras la llegada de la primavera el 21 de septiembre el amor comienza a proliferar en cantidades industriales. La ciencia ha dedicado estudios para ratificar dichas afirmaciones, por lo que muchos profesionales del área aseguran que el refrán tiene base científica.
Como es sabido, tras el inicio de esta nueva estación las temperaturas y la luminosidad aumentan; y con ello también se incrementan las sensaciones placenteras y la producción de hormonas -como la melatonina y las feromonas- determinantes para la actividad sexual.
Algunos especialistas aseguran al portal Entre Mujeres que “con las temperaturas más cálidas y la liviandad en la ropa, la predisposición emocional y sensitiva de los humanos para amarse es mayor”. Además, se supone que estos factores predisponen una mayor cantidad de estímulos visuales.
Ante ello, la doctora Silvina Wittis, jefa de Ginecología de Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC), asegura que “no es casual que se relacione a las poblaciones de las zonas tropicales con una mayor actividad sexual. Los climas cálidos favorecen la aparición de la primera menstruación, un proceso en el que intervienen estrógenos, andrógenos y progesterona”, que son las hormonas que intervienen en el erotismo.
El vicesecretario de la Asociación Estatal de los Profesionales de la Sexología (AEPS), Iván Rotella, explica a El Día que las consultas al sexólogo aumentan durante este periodo. Pese a ello, cree que “el sexo no es imprescindible en una relación de pareja, pero sin sexo una relación de pareja tiene muy poco futuro, y cuanto más beneficiosas sean las relaciones sexuales mejor irá todo lo demás: el estado de ánimo, la relación con tu pareja, las ganas de hacer cosas…”.
Finalmente, Rotella cree que el sexo “no es una cuestión de salud. Es una cuestión de bienestar que va más allá de la propia salud. Proporciona mayor bienestar aplicable a todos los ámbitos de la vida”, enfatizó.