Terminó una semana llena de acontecimientos que parecen muy diversos, pero que en realidad se están arremolinando en torno de un centro que parece el ojo de un huracán. Ese centro geométrico es el lugar donde muchas líneas se conjugan para construir algo más potente que una ideología que va más allá de un sistema económico y que ya comenzó a movilizar a millones de personas.

Lo anterior es lo que se denomina “la economía del decrecimiento” y que cuenta entre sus sostenedores a toda una guerrilla de premios Nobel y que hunden sus raíces en más de medio siglo de propuestas y análisis económicos históricos y sociales.

Para comprender este fenómeno, es necesario revisar algunas de las noticias más relevantes, como lo que ocurre en Oriente Medio, en específico con lo que sucede en Siria y la arremetida de la OTAN, ante la oposición de Rusia y China, en medio de un montaje periodístico que acusaba al gobierno sirio de ejercer violencia perversa contra una oposición de supuestos civiles desarmados. A lo que se suma Egipto, junto con las tensiones por un reportaje que deja en evidencia la intervención de Estados Unidos en Sudamérica.

Esta “gavilla” de noticias confluye en el intento del país del norte junto con sus aliados de la OTAN, para mantener o incrementar su su capacidad de control y manipulación de gran parte de lo que antes era llamado el “Tercer Mundo”. Para muchos de los analistas internacionales, lo que sucede es un síntoma de una crisis que comenzó siendo económica, y que ahora es política social y cultural.

La vorágine de noticias coincide con el síndrome de una crisis final que está acelerándose cada vez más en la economía de crecimiento, o denominada economía de mercado, que comparte en todas partes el error de confundir el concepto de crecimiento con el de desarrollo, que lleva a la alucinación que el desarrollo se mide con el dinero y la capacidad de compra.

Mientas siga basándose el desarrollo en el crecimiento, todas las políticas ecológicas de defensa contra el cambio climático están destinadas al fracaso. Incluso, hombres de ciencia han coincidido en advertir que existe una conspiración de los que manejan las grandes fortunas y los recursos planetarios para ocultar un desastre generalizado en donde sólo unos pocos se asegurarán las zonas privilegiadas que le van a servir como el “Arca de Noé”.

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