El equipo italiano aún duda como armará su representativo para enfrentar a Chile en el Estadio Nacional de Santiago porque su entrenador, Corrado Barazzuti, mantiene una tirante relación con el talentoso Andreas Seppi (quizás el más beneficiado de los europeos por la superficie de cemento que Chile, por pedido de Fernando González, colocará para el match de septiembre) que hace dudar de su participación; si en definitiva jugar de visitante presenta riesgos, el “equipo” local les va allanando el camino.

En vez de concentrarse en jugar bien en el Abierto de Estados Unidos (los que ingresen al cuadro principal) o intentar llegar lo más lejos en el último torneo del Gran Slam del año, en el que los partidos de caballeros se juegan al mejor de 5 sets (igual que en la Davis…) los potenciales jugadores de Chile ya están jugando otro match, cada uno por separado: el del dinero. Match que distrae, enemista, complica en la relación interna y reabre heridas que parecían cerradas.

En su avidez por quedarse con los últimos bonos, con las migajas que se puedan guardar, a sabiendas que ya quedan pocas opciones para seguir lucrando (palabra de moda…) con la Copa Davis, los jugadores claves del equipo que pueda presentar Hans Gildemeister ante los itálicos, entraron a la cancha del dinero cada uno por su lado.

Ingresó primero Fernando González quien ha solicitado 100 mil dólares por ser nominado. Es decir, cobrar por el solo hecho de una designación. González de esa forma se quiere asegurar una cifra que él considera “lógica” por cuanto, presume, su presencia permitirá mayor venta de boletos los días 16, 17 y 18 de setiembre. Exige cobrar una deuda del partido ante Israel (2010) jugado en condiciones muy difíciles ya que Chile salía de un terrible terremoto que, obviamente, mermó la presencia de público ante los asiáticos y dejó una deuda complicada de solventar no sólo con los jugadores sino con algunos proveedores que han debido esperar para juntarse con sus dineros.

Fernando González hoy más cerca del puesto 300 que de los primeros 20 lugares, y con una lesión a cuestas que debe ser intensamente tratada (su rodilla derecha) no tiene garantizada una activa presencia en el Abierto de Estados Unidos. Se presentará, como ha dicho, para ver qué pasa.

Si González se resiente de esa u otra lesión, prácticamente hipoteca su participación ante Italia en Santiago. Entonces, lejos de una actitud condecente con el actual momento del tenis de Chile (débil, por ahora con poco relevo a la vista y esperando que esta Copa Davis le entregue oxígeno a sus arcas) busca cubrirse, por las dudas, en el aspecto económico. Increíble, por decir lo menos.

Por su parte, Nicolás Massú (también más cerca de una posición lejana, pero no del puesto 300, sino del 500…) a través de su representante y padre no quiso ser menos y también exigió una paga acorde con su categoría (la que tenía antaño, queremos suponer).

Paul Capdeville, hoy por hoy el número 1 de Chile en el ranking de ATP, está a la espera. El presidente de la Federación de Tenis de Chile, José Hinzpeter, ha heredado esta situación de anteriores administraciones (¿no suena parecido a otra situación por estos días…?) pero tampoco en su momento levantó la mano y dijo “¡basta…!”. En verdad ningún dirigente del tenis chileno lo ha hecho en más de 10 años a esta parte. Optaron, siempre, por ceder ante las presiones de deportistas que muchas veces declararon su amor a la defensa de los colores de Chile. Si bien por lo bajo han declamado más de una vez su molestia por las pretensiones de los tenistas, prefirieron darles lo que ellos (o sus representantes) demandaban.

Los tenistas chilenos son los únicos de América del Sur e incluso de toda América y Europa, continentes en los que se ubican gran parte de las potencias en este deporte, en haber cobrado sumas extraordinarias por jugar la Copa Davis.

Millones de dólares pagados en todos estos años sin que esas abultadas cifras se vieran reflejadas en extraordinarias victorias que permitieran llegar a finales o semifinales del máximo trofeo por equipos. Ellos se llevaron gran parte de las utilidades que dejaron cerca de una docena de partidos de Copa Davis jugados en Chile.

Poco les quedó a los que vienen detrás, poco le ha quedado a la Federación para impulsar el crecimiento de otros jugadores necesitados de ayuda para lanzarse al profesionalismo. Ahora cuando las velas están dejando de dar luz, la Federación se ha acordado de ofrecer, únicamente, el premio que entrega la ITF (Federación Internacional de Tenis), un poco más de 100.000 dólares. Pero aún en declinación deportiva para algunos de ellos es poco. Italia mira de lejos y se relame.