La mayoría de los actores estadounidenses aseguran que no hacen su mejor papel pensando en el Oscar pero, a la hora de la entrega de esta estatuilla en Hollywood, manifiestan devoción e inspiración por un “caballero” de 33 cm, 3,85 kg de peso, calvo, fornido y embadurnado en oro.

Actrices como Virginia Madsen, Nicole Kidman, Marcia Gay Harden han calificado de “alucinante”, “increíble” y “un sueño hecho realidad” el día que fueron nominadas al Oscar y cómo vivieron su primera ceremonia.

“El gran objetivo de cualquier actor o cineasta hoy en día parece ser ir a los Oscar. Eso me resulta desconcertante”, dijo el actor Joaquin Phoenix en una entrevista al diario español El País a principios de febrero.

“Que tu aspiración máxima sea ganar un premio o vender muchos dvds me parece descorazonador. Está bien que valoren tu trabajo, es bonito, pero hay muchas más cosas, el cine se merece más”, apuntó tajante.

La realidad es que aunque para veteranos como Jeff Bridges, ganador del Oscar el año pasado, este premio no guía su elección de papeles, “estar en la ceremonia y ganar es alucinante”.

Esta estatuilla que posa sobre un rollo de película es el premio sin competencia en protagonismo en el mundo del séptimo arte.

Aunque el Goya español, el Oso de Berlín o el César francés tienen un enorme significado para los cineastas y la comunidad del cine independiente, desde hace décadas el Oscar se vende a millones de televidentes del mundo como una de las figuras más egocéntricas y símbolo de la ostentación de Hollywood.

El misterio del origen de su nombre, tan común como raro para un premio, es una de las leyendas que vende para atraer la atención de los seguidores de estos galardones.

La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas creó el Oscar en 1927 para promover sus películas y honrar el desempeño de actores, actrices, directores y otros artífices del cine que compiten en 24 categorías.

En su origen la Academia contaba con 36 miembros y hoy suman más 5.800.

El director de arte del estudio Metro-Goldwyn-Mayer, Cedric Gibbons, fue elegido para diseñar la estatuilla: un caballero desnudo y corpulento, con sus brazos cruzados sujetando una espada y parado sobre un rollo de película.

La primera ceremonia -una cena simple y corta- se efectuó el 16 de mayo de 1929 en el Hotel Roosevelt de Hollywood, a unos pocos metros de donde actualmente se entregan los Oscar, el Teatro Kodak.

Las primeras estatuillas eran de bronce, pero durante la Segunda Guerra Mundial -debido a la escasez de metales- los trofeos comenzaron a hacerse de yeso, que luego fueron suplantados por las actuales figuras bañadas en oro y plata.

Una leyenda indica que la encargada de la biblioteca de la Academia y luego directora ejecutiva Margaret Herrick le veía un gran parecido a su tío Oscar. Luego, su personal comenzó a referirse a la estatuilla como Oscar.

Un editorialista especializado en Hollywood, Sidney Skolsky, utilizó el nombre en una columna de 1934 al referirse al premio a mejor actriz recibido por Katharine Hepburn y la Academia empezó a usar el “apodo” en 1939.

La primera ceremonia duró 15 minutos y se repartieron 15 estatuillas. Hoy en día es una transmisión de más de tres horas dirigida a unos mil millones de telespectadores en el mundo.