El presidente de Bielorrusia, Alexandre Lukashenko, en el poder desde hace 16 años, fue investido el viernes en Minsk para un cuarto mandato en presencia del embajador de Rusia, en un acto boicoteado por la UE y Estados Unidos que condenan los ataques a la oposición.

Con la mano derecha posada sobre la Constitución, Lukashenko se comprometió “a respetar y preservar los derechos humanos y la Constitución de Bielorrusia”, durante una ceremonia transmitida en directo por la televisión.

Su reelección el 19 de diciembre, con cerca del 80% de los votos, fue seguida por una manifestación de varios miles de personas que denunciaron fraudes masivos, y que fue violentamente reprimida.

Los embajadores de los países de la Unión Europea (UE) así como el encargado de negocios de Estados Unidos boicotearon la ceremonia.

Los embajadores de la UE en Bielorrusia viajaron a Lituania para participar en Vilna “en una conferencia con las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos sobre la situación en Bielorrusia”, anunció el embajador de Hungría, país que asume la presidencia rotatoria de la UE.

El encargado de negocios estadounidense Michael Scanlan se desplazó por su lado a Grodno (oeste de Belarús) para entregar libros a una biblioteca local, indicaron sus servicios.

En cambio, el embajador ruso Alexandre Surikov estuvo presente.

“Hemos ganado de forma convincente”, la opción era entre “un Estado independiente y fuerte, y un yugo”, declaró Lukashenko en su discurso de investidura.

“Protegeremos al país de las amenazas del interior y del extranjero”, añadió, ante un público de funcionarios locales y representantes de la juventudes partidarias suyas.

El acontecimiento tuvo lugar en el palacio de la República, en un escenario decorado “en blanco y oro en el estilo imperio”, explicó un presentador de la televisión.

En el desierto centro de la capital de Bielorrusia, el cortejo presidencial fue escoltado por nueve motos blancas.

Lukashenko entró en la sala llevando de la mano a su hijo Kolia, nacido de una relación extraconyugal -que el presidente reconoció desde hace varios años- y que lo acompaña a las numerosas ceremonias oficiales.

El presidente de Bielorrusia declaró que proseguiría la cooperación con socios “estratégicos”, tales como “Rusia, Ucrania, China y Venezuela, así como con la Unión Europea y Estados Unidos”.

La UE y Estados Unidos criticaron con severidad la represión postelectoral, que se saldó con la detención de mas de 600 personas, entre ellas siete candidatos de la oposición.

Cuatro de ellos siguen encarcelados y pueden ser condenados hasta a 15 años de prisión por “organización de disturbios masivos”.

La jefe de la diplomacia de la UE Catherine Ashton había amenazado el miércoles con prohibir la entrada a Europa al presidente Lukashenko si no liberaba a los opositores de aquí a fin de mes.

Criticado por Occidente, Lukashenko operó inmediatamente un acercamiento con Rusia, su tradicional aliado, con el que no obstante las relaciones se habían enfriado en los últimos meses.

Al recibir el jueves a su homólogo de Bielorrusia, Mihai Miasnikovich, el primer ministro ruso Vladimir Putin prometió subvencionar hasta por 4.100 millones de dólares las ventas de petróleo ruso a Minsk.