La primera ministra australiana, Julia Gillard, fue este viernes a visitar en el noreste del país a las víctimas de las graves inundaciones, que pasarán la noche de fin de año en centros de alojamiento de emergencia.

En un territorio tan grande como Francia y Alemania juntas, decenas de ciudades y pueblos del Estado de Queensland están anegados y aislados.

“Por muy devastadoras que sean estas inundaciones, se ve que el gobierno a todos sus niveles y el personal de emergencia están dando una magnífica respuesta”, declaró a la prensa Julia Gillard, de visita en Bundaberg, una de las ciudades más afectadas.

“El sentimiento dominante es la resistencia, y la solidaridad entre vecinos. Ese sentido de comunidad unida, ese sentido australiano de que cuando vienen tiempos difíciles trabajamos juntos y nos preocupamos unos por otros”, añadió.

Las inundaciones se deben al reciente paso del ciclón Tasha por esta región agrícola y minera. Las lluvias torrenciales han cortado las carreteras, dañado los ferrocarriles y perturbado la produción de carbón.

Mientras el nivel del agua sigue subiendo, 22 ciudades están ya inundadas, y en Rockhampton, al norte de Brisbane, al menos 4.000 casas están amenazadas de inundación.

Anna Bligh, primera ministra del Estado de Queensland, estimó el coste del desastre en varios miles de millones de dólares.

Los gigantes mineros Rio Tinto y BHP Billiton anunciaron problemas de producción en varias minas, que representan una cuarta parte de las exportaciones australianas de carbón de coque, destinado principalmente a las acererías asiáticas.

Las autoridades temen además una disparada del precio de las bananas, los mangos y el azúcar, por la destrucción de numerosos cultivos.